La diplomacia del cinismo de Netanyahu

El primer ministro israelí responde con una grotesca acusación de “amenaza genocida” al discurso de Pedro Sánchez, tergiversando unas declaraciones y evitando así rendir cuentas por los crímenes de su Gobierno contra la población civil palestina

12 de Septiembre de 2025
Actualizado a las 9:40h
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Diplomacia del cinismo: Netanyahu acusa a España de lo que él practica en Gaza
Benjamín Netanyahu ante uno de los aviones de combate que arrasan Gaza y Líbano | Foto: Gobierno de Israel

Con la Franja de Gaza reducida a escombros y una ofensiva militar que vulnera todos los principios del derecho internacional humanitario, el Gobierno israelí opta por victimizarse. En un giro diplomático tan ofensivo como revelador, Benjamin Netanyahu ha acusado a Pedro Sánchez de realizar una "amenaza genocida", en respuesta a una intervención del presidente español donde se refería al embargo de armas y a las limitaciones de poder de España como Estado no nuclear. La reacción de Tel Aviv forma parte de una estrategia deliberada: convertir toda crítica legítima en antisemitismo para blindar la impunidad del régimen israelí.

Israel no acepta diplomacia, exige sumisión

Las palabras de Pedro Sánchez fueron claras, comedidas y políticamente necesarias. En su comparecencia para anunciar un paquete de nueve medidas contra la masacre de Gaza —entre ellas la prohibición de entrada a ministros israelíes de extrema derecha y el embargo de armas—, el presidente español lamentó que su país, sin fuerza militar comparable a las grandes potencias, debe actuar desde la diplomacia, la ley y la firmeza ética.

Netanyahu, en cambio, ha manipulado deliberadamente esas declaraciones, acusando a Sánchez de insinuar que, de disponer de armas nucleares, España las usaría contra Israel. Una interpretación tan disparatada como malintencionada, que revela la falta de argumentos del Gobierno israelí para justificar su deriva genocida.

Más grave aún es el recurso —una vez más— a una instrumentalización perversa del antisemitismo, comparando las declaraciones de Sánchez con la Inquisición o el Holocausto. Ese uso frívolo de la memoria histórica insulta a las víctimas reales del antisemitismo, mientras se emplea como cortina de humo para ocultar el exterminio que Israel perpetra contra el pueblo palestino.

No es Pedro Sánchez quien amenaza a un Estado. Es Netanyahu quien ejecuta una guerra sin límites contra una población ocupada, empobrecida y desarmada.

Gaza es la verdadera amenaza a la humanidad

Mientras el aparato propagandístico israelí ataca a los gobiernos que mantienen una posición digna —como el de España, Colombia o Irlanda—, la catástrofe en Gaza se profundiza. La población civil vive en condiciones inhumanas: sin acceso a alimentos, agua potable, electricidad ni refugio. La ayuda humanitaria apenas logra entrar, mientras los bombardeos alcanzan hospitales, escuelas y campos de desplazados.

Y sin embargo, la diplomacia israelí continúa girando sobre una lógica de chantaje y distorsión narrativa. Netanyahu y sus aliados ultraderechistas no buscan defender a Israel: buscan silenciar la crítica, criminalizar la solidaridad con Palestina y expulsar del debate a todo aquel que no comulgue con su visión militarista y supremacista del conflicto.

Que el Ejecutivo de Israel vete la entrada a ministras como Yolanda Díaz o Sira Rego no es un gesto aislado: es una amenaza directa a la soberanía política de España, una intromisión intolerable que ningún país con dignidad democrática debería permitir.

España no amenaza, defiende los derechos humanos

Lo que Sánchez expresó en su intervención —y que Israel trata de ridiculizar— es el principio de que un país sin poder militar tiene, sin embargo, poder político y moral para oponerse a las injusticias. España no bombardea, no impone bloqueos ni levanta muros. España, en este contexto, ha elegido ponerse del lado de la legalidad internacional, de la paz y del pueblo palestino.

Y eso, para el actual Gobierno israelí, es imperdonable.

La acusación de Netanyahu revela una doble debilidad: la de un Estado en crisis moral, diplomática y jurídica, y la de un líder político que ha perdido toda credibilidad ante el mundo. Lo que teme Israel no es a las bombas de España —que no existen— sino a su ejemplo. Porque si más países europeos siguieran el camino iniciado por el Gobierno de coalición, se acabaría la impunidad.

Por eso, lo que ha hecho Sánchez no es una amenaza, es una advertencia ética. Y en diplomacia, pocas cosas resultan más temidas que una voz que se atreve a decir la verdad: que lo que está ocurriendo en Gaza no es una “respuesta” ni una guerra convencional. Es un crimen histórico. Y algún día, sus responsables responderán por ello.

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