Ayuso necesita a Sánchez

La presidenta madrileña, nuevamente, pierde la razón en muchas de las cosas que afirma por dar una visión exagerada y extremadamente ideologizada de los hechos

16 de Septiembre de 2024
Actualizado a la 13:56h
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Ayuso Sanchez Estado
Isabel Díaz Ayuso, durante su intervención en el Foro ABC

Tal y como analizamos en Diario16+, Isabel Díaz Ayuso pierde la razón, aunque la tenga, por su modo hiperbólico y exagerado de comunicar, algo muy propio también del candidato republicano Donald Trump. Sin embargo, si no lo hiciera de este modo, Ayuso no sería Ayuso y, precisamente, esas exageraciones que endurecen su discurso son las que le exigen sus seguidores.

Hoy ha vuelto a dar un ejemplo de ello en el Foro ABC. En concreto, la presidenta de la Comunidad de Madrid ha afirmado que «España está atravesando una situación totalmente inédita y especialmente delicada. Tenemos un presidente del Gobierno que solo piensa en mantenerse, cueste lo que cueste a los españoles… Eso no lo descubro. Su concepto de lo que significa gobernar, su idea del poder, sus alianzas… todo está basado en el desprecio al Parlamento o el Congreso y no digamos al Senado […] También el desprecio a las demás instituciones y donde pone activistas para que puedan mantenerse en el poder tres años como ha dejado claro su ministro Bolaños, lo han dicho ellos mismos. Y esto demuestra el desprecio a los ciudadanos, a quienes nunca da explicaciones […]  Y mientras lo fía todo a sobrevivir un día más mientras va socavando el orden constitucional y tiene olvidados los verdaderos problemas de España: por ejemplo, el de los autónomos que están siendo perseguidos en toda España bajo una fiscalidad confiscatoria y una burocracia que es totalmente demoledora, las drogas o los problemas de los mayores, de las familias, los adolescentes, las adicciones o la salud mental […] Problemas como la falta de profesionales sanitarios o el campo, que se va secando que nos va lanzando señales de alarma, sus gentes viven desatendidas… o la crisis migratoria, que es otro de los grandes retos que quieren manipular desde la ideología, en lugar de gestionarlo con eficacia, con realismo y, sobre todo, con visión de futuro […] O la lucha por la democracia y el estado de derecho en el mundo porque como estamos viendo sin ellos no es posible ni la prosperidad ni la convivencia; o las dictaduras, que son lo menos social que hay y las consecuencias repercuten en todos. No podemos mirar para otro lado cuando caen la libertad y las garantías constitucionales, ni en ningún lugar de España ni por supuesto en otros países».

Ayuso tiene mucha razón en muchas de las cosas que ha dicho. Sánchez ha demostrado que es un caso de manual de síndrome de Hubris, tiene una adicción al poder crónica y está dispuesto a hacer lo que haga falta, cueste lo que cueste, por mantenerse en la Presidencia o en la Secretaría General del Partido Sanchista.

La presidenta madrileña tiene razón cuando habla de que se está socavando el orden constitucional con el precio que Sánchez está dispuesto a pagar para seguir acumulando poder. Los mejores ejemplos de ello son las cesiones al independentismo catalán con la Ley Sánchez de Amnistía y el concierto económico con Cataluña. Estas dos cuestiones son claramente inconstitucionales. No lo dice el PP, no lo dice Vox, lo dijo el propio Ministerio de Justicia en un informe oficial, lo dijo el Tribunal Supremo y, sobre todo, lo plasmó en negro sobre blanco el Letrado Mayor del Congreso puesto por el Grupo Parlamentario Sanchista, en un documento en el que reconocía que había motivos de inconstitucionalidad.

Todo esto a Pedro Sánchez, como se ha demostrado con hechos, le da exactamente igual.

Sin embargo, Ayuso vuelve a perder la razón al mostrar una visión exagerada de la situación real. España no está en una situación delicada, no hay una crisis política ni Pedro Sánchez ha asaltado el poder. El propio Estado de derecho pone en manos de la oposición herramientas para acabar con Sánchez sin hacer lo que él perpetra. En cambio, parece que a Ayuso le van bien las cosas como están. Ella, al igual que el populismo de corte trumpista, le funciona el «cuanto peor, mejor».

Por otro lado, Ayuso, cuando afirma que hay una persecución fiscal contra los autónomos, lo plantea como si esto fuera algo nuevo, algo que ha hecho sólo Sánchez o el Partido Sanchista. Esto es manipular los hechos y aprovecharse de que la gente tiene la memoria muy débil. A los autónomos en este país los han maltratado los gobiernos del Partido Popular y los del antiguo (o extinto) PSOE. Este grupo de población, fundamental en el precario aparato productivo español, está pagando el precio de la mala gestión política, tanto de Sánchez como de González, Aznar, Zapatero o Rajoy.

Evidentemente, Ayuso pone a los autónomos de parapeto con una supuesta fiscalidad confiscatoria porque le conviene para tapar su proyecto de convertir a Madrid en un paraíso fiscal. Hay que recordar que una diputada de Ayuso en la Asamblea, Elisa Vigil, no dudó en afirmar que «no somos un paraíso fiscal, ni estamos en la lista de paraísos fiscales, ni a nivel mundial, ni a nivel europeo. Ojalá, ojalá porque nos iría muchísimo mejor, porque cuantos más ricos vengan, más ricos seremos el resto».

Ese es el verdadero objetivo de Ayuso, eliminar todos los impuestos, algo que, como se ha demostrado en otras potencias económicas, sólo favorece a los que más tienen.

Por eso Ayuso necesita a Pedro Sánchez, porque le sirve de cortina de humo para tapar su gestión, una gestión orientada sólo para los poderosos, para los que van a comprar a la Milla de Oro con una American Express Centurion.

En cambio, ese ultraliberalismo radical de Ayuso, para que tenga un calado en la gente, precisa de la utilización de los elementos discursivos de Donald Trump, entre lo que se encuentra la hipérbole. Ayuso necesita mucho a Sánchez, porque mientras el presidente del Gobierno esté acorralado y se vea obligado a pagar más facturas a los independentistas catalanes para mantenerse en la Moncloa, Ayuso podrá seguir implantando su agenda neoliberal y, también, atacando desde la razón en algunos aspectos, pero también desde la hipérbole y la manipulación trumpista que, definitivamente, le hace perder la razón.  

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