Es ya un clásico que en este Ágora se muestren las miserias del mercado laboral. No se trata de fango, calificación que Pedro Sánchez ahora aplica a cualquier posición crítica con su eminentísima persona, se trata del análisis de las propias cifras oficiales que no deberían ser causa de euforia ni, por supuesto, de sacar pecho.
En primer lugar, España es un país de servicios que tiene una preocupante tasa de creación de empleo estacional relacionado con los sectores más precarios, es decir, los relacionados con el turismo. Esos sectores, además, son los que más fraudes y violaciones contra los derechos de los trabajadores perpetran. Por tanto, no es buena noticia que el empleo que se crea se concentre en aquellos ámbitos donde la vulneración, el abuso y la estafa hacia los trabajadores son una constante. No hace falta recordar que en el sector de la hostelería se califica la «media jornada» como doce horas diarias, es decir, un 50% más del máximo establecido por ley.
En otro orden, es normal que el paro registrado baje en el mes de junio. Esa es la fecha en la que se firman los contratos vacacionales. Por esa razón, según los datos del Servicio Público Empleo Estatal (SEPE), el 80% de los puestos de trabajo creados el pasado mes lo fueron del sector servicios.
Esa debilidad del mercado laboral de Pedro Sánchez se demuestra en las cifras de contratación, que en junio de 2024 han sido un 5,1% más bajo respecto al año pasado. En total, se han firmado 1,38 millones de contratos, 112.840 menos que en junio de 2023. Además, se vuelve a comprobar la temporalidad del empleo en la cifra de bajada del paro respecto al número de contratos que se necesitan firmar para que se reduzca el desempleo.
En concreto, para que el paro registrado baje en 46.783 personas, ha sido preciso firmar 1,38 millones de contratos, es decir, por cada desempleado que abandona las listas de demandantes de empleo se necesitan firmar 29,5 contratos.
Otro de los factores negativos que muestran las cifras oficiales del gobierno de Sánchez es el de la calidad del empleo. Cada vez es peor. Pero eso no lo dice la ministra de Trabajo cuando saca pecho y centra su análisis sólo en determinadas cifras muy bien seleccionadas.
El escenario es demoledor. El número de trabajadores pobres se está disparando y ya está muy por encima de las cifras previas a la pandemia, en una situación en la que el número bruto de parados era superior.
El empleo que se está creando es tan parcial y temporal que más de 1,1 millones de personas tienen trabajo pero continúan registradas como demandantes en las oficinas de los Servicios de Empleo Públicos. Se trata de trabajadores pobres que buscan un mejor trabajo o un segundo empleo para tener una situación vital que les permita la supervivencia. Este dato oficial no es para montar la mascletá que ha montado el gobierno de Sánchez, sobre todo porque se ha incrementado en 100.000 personas sólo en un mes.
Una economía no puede sostenerse sobre un mercado laboral en el que el dinamismo del sector turístico durante tres o cuatro meses al año no se consolida, sobre todo cuando, además, los contratos indefinidos (del que tanto presume el gobierno Sánchez) son en su inmensa mayoría de jornada parcial.
Más allá de lo que Yolanda Díaz se vea obligada a vender, estos datos demuestran que, tal y como se denunció en estas páginas, la reforma laboral de Sánchez era la mayor estafa a la clase trabajadora de la historia. Es cierto que las de Zapatero y Rajoy eliminaron derechos, pero dar esperanzas y no hacerlas efectivas es lo más cruel que se puede hacer a la ciudadanía más vulnerable.
Esa es la dinámica de este gobierno: muchas palabras, demasiada propaganda, pero pocos hechos. Sigan la bolita.