Kamala Harris se gana a la comunidad internacional

En el debate contra Donald Trump supo responder a cuestiones muy complicadas de política exterior y Kamala dio una imagen presidencial frente a las bravuconadas del candidato republicano

12 de Septiembre de 2024
Actualizado a las 11:58h
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Kamala Harris Debate 02
Kamala Harris durante un momento del debate contra Trump

Donald Trump y su equipo de campaña tenían como objetivo principal en el debate mostrar a Kamala Harris como una líder mundial débil. Fracasaron estrepitosamente.

La candidata demócrata consiguió defenderse de asuntos complicados, sobre todo teniendo en cuenta que ha formado parte de la Administración Biden. Entre esos temas se encontraban, evidentemente, la retirada de las tropas en Afganistán o la política respecto a Israel. En este sentido, Kamala siempre ha hecho mucho hincapié en la solución de los dos estados con una postura que va desde el apoyo a los palestinos mientras ha insistido en diferentes ocasiones en que hay que defender a Israel.

La comunidad internacional esperaba anhelante el debate presidencial. No era predecible que se dieran muchos detalles políticos ni por la parte de Kamala ni por Trump. Sin embargo, sí que había expectación sobre el modo en que la candidata demócrata se enfrentaba a un hombre que actúa como un matón.

Finalmente, tras finalizar el debate, la comunidad internacional respiró tranquila porque Kamala demostró que puede trabajar con las personalidades extranjeras, incluso las más difíciles. Harris mostró serenidad, autoridad y, sobre todo, proyectó imagen presidencial.

Pudo controlar a Trump y, en consecuencia, enseñó al mundo que es una mujer capaz de manejar las relaciones diplomáticas, incluso las más complejas, sobre todo porque en muchos casos las interacciones con la comunidad internacional y con los líderes políticos puede llegar a basarse en el ámbito de las relaciones personales.

El mundo occidental miraba con temor el hecho de que Joe Biden pudiera ser el oponente de Trump. Ese miedo se incrementó tras el primer debate y la debacle absoluta del actual presidente de los Estados Unidos.

Sin embargo, la renuncia de Biden y la proclamación de Kamala Harris derivó en expectación porque, para la comunidad internacional, era una verdadera desconocida. Además, existía la duda sobre dónde terminaban las ideas de Biden y comenzaban las suyas.

Los principales asuntos de política exterior para conocer el posicionamiento tanto de Harris como de Trump están relacionados sobre todo con los conflictos bélicos activos: Gaza, Ucrania y Afganistán, éste último porque Kamala forma parte de la administración que aprobó la desastrosa retirada de Estados Unidos y la consiguiente toma del poder por parte de los talibanes.

En el debate, las afirmaciones de Trump fueron más hiperbólicas. Amenazó con la desaparición de Israel en dos años si Harris llegaba a la Casa Blanca, además de prometer que él mismo resolvería la guerra de Ucrania antes de tomar juramento de su cargo. En otro orden, como bien marca el Proyecto 2025 por el que Trump regiría su gobierno, asimiló la inmigración fronteriza y la seguridad con la política exterior, a pesar de que, como hasta un estudiante de primero de la ESO sabe, se trata de asuntos de interior.

Cuando fue preguntado por si quería que Ucrania ganara la guerra a Rusia, Trump eludió el golpe con una respuesta del manual de cualquier político del establishment: «quiero que la guerra termine». En cambio, esta huida a través del eufemismo barato provocó que muchos analistas volvieran a asimilar a Trump con Vladimir Putin. Bueno, al fin y al cabo, fueron Rusia y varias autocracias satélites quienes salvaron parte de sus negocios y de su yerno.

Por su parte, Kamala Harris, más allá de defender la retirada de Estados Unidos de Afganistán, se alineó con Israel y con su manida excusa de que «tienen derecho a defenderse». No obstante, pidió un alto el fuego en Gaza y se posicionó en favor de la «solución de los dos Estados». Este fue un guiño a la comunidad musulmana que está enfurecida con Joe Biden. El hecho de que Harris se declarara favorable a que los palestinos tengan su propio país es un paso adelante que en Europa, salvo en los lugares que aún tienen complejos de culpabilidad por el genocidio sistemático en la II Guerra Mundial, es bien visto.

Las hiperbólicas y exageradas intervenciones de Trump no sorprendieron a la comunidad internacional. Los gobiernos ya están acostumbrados a las bravuconadas imprevisibles del charlatán neoyorquino, a su defensa del aislacionismo por su odio visceral a los aliados de Estados Unidos, sobre todo a la Unión Europea, y a su defensa de autócratas y dictadores que, en muchos casos, coinciden con países donde tiene intereses comerciales.

Harris supo refrenar las embestidas y la comunidad de diplomáticos disfrutó viendo cómo provocaba a Trump y lo sacaba de sus casillas. Sin embargo, quedó una duda porque, al lado de algunos autócratas que quieren que Trump vuelva a ocupar la Casa Blanca, el expresidente es un corderito de Norit. Las provocaciones y la contundencia de Kamala ni siquiera la provocarían una mueca a Vladimir Putin porque el presidente ruso es temible, precisamente, por su tranquilidad y su inmutabilidad.

La comunidad internacional respiró de alivio, pero quedaron algunas dudas que sólo el tiempo y los votantes podrán resolver.  

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