El debate presidencial entre Kamala Harris y Donald Trump era muy esperado, sobre todo después del desastre que supuso el primer encuentro en el que Joe Biden demostró que estaba incapacitado para afrontar una campaña y, sobre todo, un segundo mandato.
Anoche, Kamala Harris destrozó a Trump desde el minuto uno del debate, y lo hizo provocándole, poniéndole nervioso, sacándolo de sus casillas, el único modo en el que se podría mostrar al pueblo estadounidense la verdad sobre lo que realmente es Donald Trump: un fraude y un charlatán de feria.
El debate comenzó con una pregunta que debería haber favorecido a Trump (¿están los estadounidenses en mejor situación económica que hace cuatro años?) rápidamente se volvió en contra del candidato republicano. Incluso cuando el debate volvió al terreno de la inmigración, Kamala le tendió una trampa a Trump que lo hizo hablar sobre el tamaño de las multitudes en sus mítines de campaña y sobre historias de mascotas secuestradas en poco tiempo, y a un volumen cada vez mayor que dejó en claro que sabía que las cosas no iban como él quería.
Los objetivos de Kamala quedaron muy claros: establecer un contraste con Trump presentándose como la candidata del cambio que podría hacer que los votantes se orienten hacia el futuro. Durante todo el debate, Harris habló directamente a la cámara, instando a los votantes a «dar la vuelta a la página» sobre Trump.
Kamala cogió el papel del fiscal y puso a Trump en el estrado de los testigos durante gran parte del debate. Los demócratas estaban muy emocionados, en particular por sus extensos comentarios sobre el aborto, un tema del que ha estado hablando en todo el país desde que el Tribunal Supremo elegido por Trump derogara la ley que certificaba el derecho de la mujer a decidir sobre su maternidad.
Harris tuvo la mejor noche que cualquiera de los oponentes de Trump en un debate desde que comenzó a postularse para presidente en 2015. El equipo de Kamala fue claro en que ella quería provocarlo para que reaccionara de una manera que desagradara a los votantes. Ese era el cambio que querían los demócratas cuando Harris sustituyó a Biden: una candidata que pudiera defender sus argumentos y atacar a Trump sin miedo.
Aunque Trump comenzó con una actitud mesurada y serena, pero, según pasaba el tiempo, parecía cada vez más frustrado a medida que Harris lo golpeaba. Y, claro, salió el Trump del discurso manipulado y de contar historias infundadas y sin confirmación alguna, como la que se sacó de la chistera sobre inmigrantes que se comen a sus mascotas, un tema que lleva años circulando por los foros de la teoría de la conspiración.
Trump atacó a Harris por la inflación, señalando el fuerte aumento de los precios de los alimentos en los últimos tres años, que los votantes han calificado constantemente como una de sus principales preocupaciones. También intentó atacarla con Biden en una serie de temas, acusándola en un momento dado de simplemente tomar su agenda y hacerla suya.
Pero esa estrategia fracasó, ya que Trump se concentró más en atacar a Biden que a Harris y reservó sus comentarios más mordaces para el aún presidente al que calificó como un pobre comandante en jefe que ahora pasaba «todo su tiempo en una playa». Aquí fue donde Harris dio un golpe maestro. «En primer lugar, es importante recordarle al expresidente que no se está postulando contra Joe Biden, se está postulando contra mí», respondió Kamala.
Sin embargo, la vicepresidenta no rehuyó y se negó a distanciarse de Biden en cuestiones políticas sustanciales, pero se presentó como la candidata fresca y unificadora en la contienda, en un esfuerzo por apelar a un electorado que ha mostrado su deseo de cambio en noviembre. Por otro lado, aprovechó las oportunidades para retratar a Trump como un símbolo de la división de los últimos ocho años, aprovechando en particular los episodios pasados en los que incluso cuestionó su raza. «Creo que es una tragedia que tengamos a alguien que quiere ser presidente y que, a lo largo de su carrera, ha intentado sistemáticamente utilizar la raza para dividir al pueblo estadounidense. No queremos este tipo de enfoque que intenta constantemente dividirnos, especialmente por cuestiones raciales», señaló Harris.
Ante el aluvión de golpes, Trump hizo exactamente lo que Kamala quería que hiciese: que saliera el populista. «Tiene un plan para desfinanciar a la policía. Tiene un plan para confiscar las armas de todos. Tiene un plan para no permitir el fracking en Pensilvania ni en ningún otro lugar», se desgañitó desesperado el expresidente.
Harris respondió desmintiendo sus acusaciones y afirmó que ella misma era propietaria de un arma, además de recordarle a Trump que ya se había comprometido a no realizar ninguna prohibición del fracking.
El destrozo fue de tal calibre que hasta la ultraconservadora cadena Fox News tuvo que rendirse. El analista político Brit Hume afirmó de manera contundente que «Trump tuvo una mala noche. Mordió el anzuelo repetidamente cuando ella lo provocó, algo que estoy seguro que sus asesores le rogaron que no hiciera... en este debate escuchamos tantas de las viejas quejas que creíamos que Trump había aprendido que no eran políticas ganadoras... así que tengo la sensación de que ella salió bastante bien parada».
La carrera presidencial no ha terminado, las cosas siguen muy reñidas entre ambos candidatos, sobre todo en alguno de los estados clave. Pero Kamala ha logrado su primera gran victoria en los morros de Donald Trump.