Los últimos acontecimientos políticos están dejando claro que el único camino para que la ciudadanía española pueda contar con su clase política es a través de una legislatura focalizada en objetivos máximos que sólo podrán llevarse a efecto a través de un gobierno de gran coalición PSOE-PP.
La dinámica ya se está volviendo peligrosa. La crispación está alcanzando a unos niveles extremos y ha llegado el momento de bajar el balón a tierra y comenzar una nueva jugada. Que el Partido Popular, con el apoyo de Junts y de Vox, haya llegado a oponerse a que los pensionistas reciban el incremento de sus pagas según lo establecido por la ley sólo para hacer daño al actual gobierno, es una línea roja que la ciudadanía no se esperaba que nadie fuera a traspasar. Se ha hecho y el único responsable de ello es el PP y quienes votaron en contra, del mismo modo que el PSOE es el único responsable de otras decisiones adoptadas.
El hecho de que no se validaran los decretos del gobierno ha vuelto a resucitar la rumorología sobre un posible adelanto electoral para antes del verano. Unas generales ahora serían demoledoras para la ciudadanía española. No se trata de una cuestión ideológica o de quién las pudiera ganar, sino que no es el momento de paralizarlo todo porque los partidos pongan a funcionar la maquinaria electoral. Se necesitan reformas muy profundas como para que los políticos, tanto los de un lado como los del otro, se pongan a jugar a ser políticos en vez de a ejecutar la función que el pueblo les ha dado: la representación de los intereses de la ciudadanía.
Por esa razón es fundamental que tanto Pedro Sánchez como Alberto Núñez Feijóo dejen de crispar y se pongan a trabajar, que dejen de enfrentamientos, de fangos, de corruptelas y de lo que sea para sentarse a iniciar un diálogo constructivo. Los hombres de Estado hacen eso: primero España, luego los partidos y después las personas.
Uno de los principales puntos positivos de una coalición entre el PSOE y el PP sería la estabilidad política, sobre todo en un momento en el que la fragmentación política dificulta la formación de gobiernos sólidos. Una coalición entre los dos partidos más grandes proporcionará una mayoría parlamentaria robusta, lo que facilitará la aprobación de leyes y la implementación de políticas, reformas y pactos de Estado a largo plazo. Esta estabilidad, evidentemente, será muy beneficiosa tanto para la economía como para la confianza de los ciudadanos en sus instituciones.
Además, se alcanzarán consensos en políticas clave que requieren soluciones a largo plazo. Temas como la educación, la sanidad, las políticas sociales y las reformas económicas se abordarán de manera más integral y eficiente. Además, se hará más fácil la implementación de políticas que reflejen un equilibrio de intereses y valores, beneficiando a una mayor parte de la población y acabando con la crispación.
La entrada de los extremos ideológicos en el Parlamento con una importante presencia y siendo claves para la gobernabilidad ha derivado en un fenómeno como la polarización política. Una coalición entre el PSOE y el PP contribuirá a reducir esta polarización, promoviendo, si se hacen bien las cosas, un clima de diálogo y cooperación. Esto no solo beneficiaría al sistema político, sino también a la sociedad española en su conjunto, fomentando un mayor entendimiento y respeto entre ciudadanos con diferentes inclinaciones políticas. Además, en el caso de que este pacto se implemente de manera adecuada, el incremento progresivo de la prosperidad de las economías familiares derivará en la pérdida de apoyos de las fuerzas populistas de extrema derecha y de extrema izquierda.
Las reformas estructurales son esenciales para el crecimiento y desarrollo de cualquier país, pero a menudo resultan difíciles de implementar debido a las divisiones políticas. Por eso, en el momento actual, es crucial la conformación de la coalición entre el PSOE y el PP, para superar estos obstáculos, permitiendo la implementación de reformas necesarias en áreas como el mercado laboral, la fiscalidad y la administración pública. La colaboración entre ambos partidos garantizará que las reformas se lleven a cabo de manera efectiva y con el consenso necesario para su sostenibilidad. Se logró en el pasado, ¿por qué no se puede conseguir en el presente?
Es evidente que no es una tarea fácil poner de acuerdo a los dos grandes partidos a la hora de conformar una coalición de gobierno. Nunca se ha hecho desde la restauración de la democracia en 1977, pero tampoco se había implementado un gobierno de coalición y, a día de hoy, España lleva contando con un poder Ejecutivo formado por dos fuerzas políticas desde hace 5 años.
Las diferencias ideológicas y de políticas entre ambos partidos podrían generar tensiones y dificultades en la gestión de gobierno. Además, la base electoral de cada partido podría ver con desconfianza una alianza con su oponente tradicional. Para que una coalición tenga éxito, sería necesario un compromiso genuino y un enfoque pragmático hacia la cooperación absoluta durante lo que resta de legislatura.
Alguien podrá pensar que las diferencias actuales son insalvables. Sin embargo, un análisis de los programas electorales indica que hay muchos puntos de encuentro como para conformar un buen pacto de gobierno.
Ambos partidos reconocen la importancia de fomentar el crecimiento económico y la creación de empleo. En sus programas, tanto el PP como el PSOE proponen medidas para apoyar a las pequeñas y medianas empresas (PYMES), que son el motor de la economía española y la mayor fuente de creación de puestos de trabajo.
La educación es otra área donde los programas del PP y el PSOE muestran coincidencias significativas. Ambos partidos abogan por una mejora en la calidad del sistema educativo español, con el objetivo de garantizar una formación integral y equitativa para todos los estudiantes. Los cuestionamientos que pueda haber sobre quién gestiona esa educación es un obstáculo perfectamente salvable.
A pesar de sus diferencias ideológicas, el Partido Popular y el PSOE tienen importantes puntos de encuentro en sus programas electorales para llegar a un acuerdo de gobierno. Estas coincidencias reflejan un compromiso común para abordar cuestiones fundamentales que afectan a la sociedad española, como la economía, la educación, la sanidad y la transición ecológica. Reconocer y aprovechar estas áreas de convergencia puede facilitar el diálogo y la cooperación entre ambos partidos, contribuyendo así a la estabilidad y el progreso del país. La colaboración bipartidista en temas clave es esencial para el desarrollo armonioso de España y para atender las necesidades de sus ciudadanos y, sobre todo, mejorar sus vidas.