La reforma laboral aprobada por el gobierno de Pedro Sánchez está fracasando. Es indudable e incuestionable que la ley ha conseguido recuperar algunos de los derechos que el Partido Popular eliminó para las clases medias y trabajadoras. Eso no se pone en duda. Sin embargo, la efectividad de la reforma laboral sí que está en cuestión, puesto que uno de sus principales objetivos, la eliminación de la precariedad, no se está cumpliendo.
Puede ser que el texto legal tenga demasiadas lagunas que están siendo aprovechadas por los empresarios para que todo siga igual pero en un escenario diferente. Puede ser que la reforma laboral no sea todo lo contundente que era necesario haber aplicado. Lo cierto es que los datos oficiales de paro registrado muestran que el empleo que se está creando sigue siendo de muy baja calidad y muy precario.
Las medidas sociales adoptadas por el gobierno de Pedro Sánchez que afectan al bienestar de las clases medias y trabajadoras, por más que sean las adecuadas, están siendo frenadas. La subida del salario mínimo interprofesional, por ejemplo, no está teniendo efectividad por, entre otras cosas, el abuso de los contratos a tiempo parcial.
Tal y como se ha insistido en estas páginas en diferentes análisis de los datos oficiales de empleo, la precariedad laboral no se mide sólo en si el contrato es indefinido o temporal, sino que también hay que añadir la tipología de jornada porque de ahí deriva la masa salarial que perciben los trabajadores. A menor tiempo, menor sueldo. Es así.
Según las cifras publicadas el pasado viernes por el Servicio Público de Empleo Estatal (SEPE), en el mes de octubre se firmaron 1,39 millones de contratos. Aun así, el paro creció en 36.936 personas. Respecto a la tipología contractual, 608.769 fueron indefinidos y 787.745 temporales.
En este punto es en el que se puede comprobar que la precariedad en la creación de empleo sigue siendo la tónica, puesto que el contrato por circunstancias de la producción, el más precario que hay, sigue siendo la estrella para los empresarios españoles. En concreto, están casi al mismo nivel que los indefinidos: 563.643. Hay que tener en cuenta que dentro de esta modalidad se encuentran los contratos por horas o por días.
Dentro de los contratos indefinidos, sólo un 36% son a tiempo completo. El resto son a tiempo parcial o fijos discontinuos. Además, sólo 41.086 derivan de la conversión de contratos temporales a indefinidos.
Estas cifras lo que demuestran es que la contratación indefinida no es sinónimo de fortaleza del empleo, sino que los contratos indefinidos se están destruyendo con la misma facilidad con la que se firman y, posiblemente, esa sea la mayor debilidad de la reforma laboral del gobierno de Sánchez: ha denigrado la fortaleza y la seguridad que daba un contrato indefinido.