Los datos oficiales sobre empleo muestran cómo el gobierno de Pedro Sánchez no da con la tecla para terminar con las gravísimas lacras del mercado laboral español. Uno de los aspectos más dolorosos y crueles que se está viviendo en España es el fenómeno del subempleo, que se está cronificando.
Según la última Encuesta de Población Activa (EPA) publicada por el Instituto Nacional de Estadística (INE), España continúa con más de 1,5 millones de trabajadores en situación de subempleo. En concreto, 1.639.700. Aunque el desempleo haya bajado en cerca de 900.000 personas, respecto a 2022 el desempleo sólo se redujo en algo menos de 30.000 personas. Hay que recordar que el subempleo saca a los trabajadores de las estadísticas del paro y, en consecuencia, no cuentan.
En consecuencia, la mejora en los datos del paro no llega a los que ya trabajan en condiciones precarias. Uno de los elementos que más utilizan Pedro Sánchez y el PSOE para defender las políticas de empleo del gobierno es el incremento de los contratos indefinidos.
En cambio, según la EPA, más de 1 millón de personas están subempleadas a pesar de tener un contrato indefinido. Este es el peor dato de los últimos cuatro años. En 2019, había 846.000 subempleados de este tipo. Respecto a 2022 han aumentado en 21.200 los indefinidos precarios.
El subempleo se está cronificando, lo que lleva a estos trabajadores a la exclusión social. Casi medio millón, 455.600 personas, llevan seis años o más en esta situación, más de 12.000 que en 2022. Pero el dato es más cruel para las mujeres: 288.600, lo que supone que se han incrementado en 22.100 respecto a 2022.
A pesar de la fiesta que monta el gobierno de Pedro Sánchez cada vez que salen datos de paro registrado o la EPA, en los últimos tres años han aumentado los contratos a tiempo parcial, tanto los de jornadas de menos horas como los fijos discontinuos.
Esta parcialidad afecta, sobre todo, a las mujeres. Son ellas las más subempleadas, 1,02 millones, frente a 0,62 millones en los hombres. El hecho de que haya más de un millón de trabajadoras pobres no es ninguna muestra de que la calidad del empleo esté mejorando.