Mientras la inflación está quebrando las economías domésticas y los gobiernos se niegan a aplicar una subida salarial en base a la subida de los precios al consumo, los salarios de los altos directivos se han disparado.
¿Cómo es posible que se esté dando un fenómeno en el que las grandes compañías del mundo reparten beneficios entre los que más tienen y se niegan a compartirlos con los verdaderos responsables de la producción y de los resultados espectaculares con los que presumen en el mercado?
La realidad es que hay un secreto que estas élites aplican como si fueran fanáticos: empobrecer a las clases medias y trabajadoras para que los beneficios aumenten la brecha que evita que el dinero se distribuya de manera ecuánime.
En las 300 principales corporaciones de Estados Unidos que pagan de promedio peores sueldos a sus trabajadores, el salario de los directores ejecutivos el año pasado aumentó entre 2,5 y 10,6 millones. El salario medio de los trabajadores en estas empresas también aumentó en promedio, dejó los ingresos medios anuales de los trabajadores en las 300 sociedades por debajo de 24.000 dólares.
En general, estos directores ejecutivos superaron de promedio 670 veces los ingresos anuales de sus trabajadores más típicos, frente a las 604 veces en 2020. Además, en 106 de las 300 corporaciones, el salario promedio de los trabajadores ni siquiera se mantuvo con la inflación.
Un informe del exceso salarial de los directivos realizado por el Instituto de Estudios Políticos ofrece una lista de pasos concretos que podrían marcar una diferencia en la equidad y la eficacia.
Este documento, al que Diario16 ha tenido acceso, señala un paso que la Administración Biden podría implementar, con gran efecto, a través de una acción ejecutiva para otorgar a las corporaciones con proporciones salariales estrechas un trato preferencial en la contratación gubernamental.
Varios programas en Estados Unidos ya ofrecen ventajas en la contratación de grupos específicos, generalmente pequeñas empresas propiedad de mujeres, veteranos discapacitados y minorías. Estos programas a veces implican reservas, otras veces otorgan hasta un 10 por ciento de crédito en concursos de licitación. Todos estos programas preferenciales existentes aprovechan el poder del erario público para ampliar las oportunidades para los desfavorecidos.
Esta propuesta se centra en Estados Unidos, pero todos los gobiernos, el de Pedro Sánchez incluido, tienen la capacidad de usar la contratación pública para eliminar las diferencias salariales extremas dentro de las grandes empresas.
El problema es que no hay voluntad política en ningún gobierno del mundo para enfrentarse cuerpo a cuerpo contra las élites financieras, empresariales y económicas que, en realidad, son las que gobiernan el mundo.