El optimismo se ha esfumado de todas las cancillerías occidentales con respecto a la crisis de Ucrania, ya nadie cree en un rápido desenlace de la crisis y menos en una victoria ucraniana. La contraofensiva ha fracasado claramente y no ha habido avances notables en este año sobre el terreno, sino más bien lo contrario: la toma de la ciudad de Marinka por Rusia, casi en los alrededores de la estratégica ciudad de Donetsk, revela a las claras que las capacidades rusas aumentan, mientras que Ucrania pierde fuelle en los frentes de batalla más cruciales.
Como conclusión se puede decir, resumidamente, que el conflicto entre Rusia y Ucrania cada vez aparece más estancado y no se detectan grandes cambios territoriales sobre el terreno a pesar de que la guerra sigue su curso. Rusia parece mostrar una mayor capacidad ofensiva y de resistencia frente a los ucranianos. Con un 20% del territorio ucraniano ocupado por Rusia, en esta guerra de desgaste en que se ha convertido el conflicto, los rusos tienen muchas más posibilidades en el largo plazo de seguir resistiendo que Ucrania. Tienen más hombres, armas y tiempo, sobre todo tiempo.
Aparte de estas consideraciones, hay que señalar el desgaste y el cansancio de Occidente ante la guerra y la escasa voluntad de ambas partes por sentarse a negociar, pese a que Kiev debería ir barajando seriamente una salida negociada a un conflicto que no se resolverá por la fuerza de las armas, toda vez que Rusia muestra una capacidad de resiliencia que ha superado a las expectativas occidentales sin que, además, las sanciones económicas le hayan causado aparentemente grandes daños.
Con el desplome ya certero de la fracasada contraofensiva, pues se ha recuperado muy poco terreno como ya hemos dicho y se ha avanzado muy lentamente, no se ve el momento en que aparezca ese punto inflexión ventajoso para los ucranianos que les permita negociar frente a Rusia en una posición ventajosa y ganadora. Rusia, además, aprovechando el creciente desinterés europeo hacia el conflicto y las escasas perspectivas que tiene Ucrania de ganar el mismo, podría estar dispuesta a abrir negociaciones con los ucranianos desde una posición claramente ganadora. Putin, que tiene todo el tiempo del mundo para ganar la guerra, sabe que los occidentales se acabarán cansando y abandonarán a Ucrania, pese a sus gestos diplomáticos y sus promesas de integrar a este país en la Unión Europea (UE). Congelar el conflicto, como antes hicieron en Moldavia y Georgia, permitirá a Rusia conservar el territorio arrebatado a Ucrania.
La difícil coyuntura de Ucrania
“Moscú ha abandonado sus metas, y varios informes de inteligencia de Estados Unidos indican que la caída del apoyo occidental -sobre todo económico, pero también diplomático- puede derivar en el derrumbe de la capacidad de defensa ucraniana”, aseguraba la periodista María Sauquillo, del diario El País de España, en una nota reciente. A esos problemas económicos, derivados de la oposición de los republicanos de Estados Unidos a seguir apoyando con dinero a Ucrania, se le viene a unir una caída en la popularidad del presidente Volodímir Zelesnki, el descontento de la sociedad ucraniana ante el curso de la guerra y el agravamiento dela situación interna debido a los graves problemas sociales y económicos.
Las señales de alarma ya se han encendido para los ucranianos y apenas les queda un año para resolver por la vía política y diplomática el conflicto. Una victoria de Trump significará sobre el terreno la victoria definitiva de Rusia, ya que el candidato republicano ha anunciado que resolverá en “veinticuatro horas” el conflicto y ya sabemos cómo lo hará, dada la cercanía política del personaje con el presidente ruso, Vladimir Putin.
Trump entregará Ucrania a Putin en bandeja, como se dice vulgarmente, en aras de lo que él llama garantizar la estabilidad internacional, y probablemente podría abandonar la OTAN, dejando a los europeos desamparados en materia de seguridad. También Trump desdeñará a la Unión Europea (UE), a la que desprecia con toda su alma porque representa a todo lo que él odia. Además, después de haber perdido las elecciones frente a Joe Biden, que concitaba la simpatía de muchos de sus aliados europeos, su resentimiento hacia Europa habrá aumentado y Trump siempre se sirve la venganza como un plato frío.
De los fracasos de Biden a las amenazas de Putin
Los europeos saben que si Trump abandona a Ucrania, tal como auguran numerosos analistas, el destino de Ucrania puede ser trágico y Kiev tendrá que aceptar la miserable paz que le ofrezca Putin, que pasa por entregarle las cuatro provincias que se anexionó oficialmente en el año 2022. Con la experiencia todavía presente de lo que significó la retirada de las tropas norteamericanas en Afganistán por el presidente Joe Biden, es casi seguro que los europeos reaccionarán de la misma forma y abandonarán a su suerte a los ucranianos. Biden ha fracaso en su política exterior, en el sentido de no haber sido capaz de disuadir a Rusia de que no atacara a Ucrania, y ahora estamos pagando esos errores tácticos garrafales que nos pueden llevar al abismo.
Ese conjunto de errores han perfilado toda una estrategia errónea frente a Rusia que va a colocar a este país ya en las fronteras de Europa, más concretamente en su flanco oriental. Rusia siempre ha tenido en su punto de mira a Polonia y los países bálticos -Lituania, Letonia y Estonia-, a los que nunca les perdonará la “traición” de haber sido los primeros en abandonar el barco de la extinta Unión Soviética. Los rusos nunca consideraron a estas naciones como verdaderos países soberanos e independientes, sino como parte de su patio trasero a los que consideran como suyos, al igual que sucede con Ucrania. Nunca tanta falta de previsibilidad por parte de Occidente ante la verdadera amenaza que significaba Rusia había llevado al mundo libre a esta incertidumbre actual ad portas, quizá, de una gran guerra mundial.
Sin el paraguas de la OTAN, la seguridad y la defensa de estos países no estaría garantizada y con Trump en la Casa Blanca, una opción que aunque inverosímil para algunos cada vez se abre con más fuerza como una posibilidad real, la amenaza de una agresión rusa al Báltico podría pasar de ser un simple contingencia a ser una cruda realidad que enfrentará a Europa frente a un espejo donde podrá verse como indefensa y carente de una verdadera capacidad de defensa frente a Rusia sin la ayuda de los Estados Unidos. ¿Si Rusia ya atacó en los últimos treinta años a Moldavia, Georgia y Ucrania arrebatándole algunos territorios quién la detendrá ahora en un ataque a los países bálticos sin la amenaza disuasoria que significaba la OTAN? Vienen malos tiempos para Europa si no es capaz de dotarse de una verdadera política de seguridad y defensa, ¿pero si no somos capaces de ponernos de acuerdo en el apoyo a Ucrania cómo vamos a ser capaces de ponernos de acuerdo en vertebrar y articular un auténtico y ya necesario ejército europeo? Agárrense los cinturones, vienen tiempos difíciles, y la montaña rusa de la historia siempre trae desagradables sorpresas.