La crisis en la frontera entre Bielorrusia y Polonia y Lituania es una crisis migratoria que acontece en un momento de gran tensión en la región y que, al igual que ocurre en el contencioso entre Rusia y Ucrania, se ven implicadas dos organizaciones internacionales: la OTAN y la Unión Europea (UE). La súbita llegada de miles de migrantes procedentes de Irak, Siria, Turquía y Afganistán a suelo bielorruso, con la intención de llegar hasta el territorio de la UE, ha provocado una situación humanitaria terrible, toda vez que tanto Polonia como Lituania se niegan a dejarlos pasar a sus países y también debido a que los servicios de atención a estos migrantes en Bielorrusia se han visto desbordados por la llegada masiva de los mismos.
Polonia y Lituania, desde el principio, pidieron ayuda a la UE y a la OTAN y enviaron un dispositivo militar para evitar a toda costa la entrada de estos migrantes, impidiendo, además, la ayuda humanitaria a los mismos y evitando el libre acceso a estas zonas de los medios de comunicación, de tal forma que la información sobre lo que ha sucedido o está pasando en este momento siempre ha pasado por el filtro informativo impuesto por los polacos y los lituanos.
Sin embargo, el canal de televisión más importante Bielorrusia, ONT, ha informado que un soldado polaco que participaba en las operaciones de control de la frontera para que no entraran los migrantes, Emil Chechko, ha solicitado asilo político en su país el 16 de diciembre de 2021 y ha denunciado numerosas y terribles violaciones de los derechos humanos por parte de las fuerzas polacas, sobre todo del área de contrainteligencia. Este individuo, que procedía de un regimiento de artillería de Pomeramia que fue movilizado para supuestamente defender la frontera y evitar la entrada de migrantes durante el estado de emergencia decretado en los territorios fronterizos polacos, denuncia actos absolutamente aberrantes.
Chechko, al día siguiente de desertar de las fuerzas polacas arriesgando su vida e incluso resultando herido, aseguró que, en muchas ocasiones se dispara a matar a los migrantes y se produjeron algunas ejecuciones extrajudiciales. “Sí, sí. Dispararon a los migrantes para mostrarnos que para ellos la vida humana es lo mismo que disparar a un perro”, asegura este soldado polaco. También esta misma fuente asegura que en la frontera entre Bielorrusia y Polonia hay un número indeterminado de cadáveres, que bien podrían haber sido asesinados por fuerzas polacas o devorados por animales salvajes que campan a sus anchas en esos bosques. La organización polaca Frontera, que ha denunciado algunos de estos actos y ha sido perseguida por las autoridades polacas por haber ayudado a los migrantes, ha asegurado también la veracidad de muchos de estos hechos relatados por el desertor polaco.
El soldado ahora asilado en Bielorrusia aseguraba en la entrevista ya citada que incluso tuvo que disparar contra los migrantes y que participó en acciones claramente contrarias al derecho humanitario. La ONG Human Rights Watch (HRW) ha acusado a Bielorrusia y Polonia de "graves violaciones de los derechos humanos" de migrantes y solicitantes de asilo en su frontera común y pidió a la Unión Europea (UE) solidarizarse con las víctimas. Desde hace ya muchos meses, miles de migrantes, en su mayoría refugiados de las guerras de Irak y Siria, tratan de entrar en la UE, sin que esta organización haya dado una respuesta satisfactoria a una crisis que se ha ido reconduciendo a merced de mayores dosis de sentido común por ambas partes.
MANIPULACION INFORMATIVA Y ESPURIOS INTERESES
Desde el principio de la crisis, a principios de noviembre de este año, Polonia mantuvo la zona vetada a los periodistas y a los medios de comunicación, tanto locales como extranjeros. El gobierno acabó fijando una zona de exclusión de tres kilómetros que impedía el acceso a todos los puestos fronterizos a todas las personas no residentes en la zona, incluyendo medios de comunicación y organizaciones de ayuda humanitaria. Era obvio que la situación, a todas luces, era vergonzosa para Polonia pero también para la misma UE. Las restricciones a los medios y la limitación de movimientos de los informadores fueron la tónica dominante desde el principio; se trataba de evitar que la opinión pública occidental conociera la triste realidad de lo que estaba pasando y las condiciones infrahumanas en que se hacinaban centenares de migrantes.
¿Qué busca Polonia en esta crisis? Polonia quería manipular los hechos para, paradójicamente, implicar a la OTAN y a la UE en el “avispero” en la frontera con Bielorrusia, intención que resulta cuando menos chocante dada la agresividad retórica por parte de Varsovia hacia las instituciones europeas y sus incumplimientos permanentes de muchas recomendaciones inspiradas por Bruselas. En unas semanas, la diplomacia polaca ha pasado de desdeñar todo lo que procedía de la UE a reclamar su presencia en una crisis fronteriza que era meramente migratoria. La UE llegó a hablar de “guerra híbrida”, dando la razón a Polonia sin detenerse a analizar lo que realmente estaba pasando.
Detrás de todo este contencioso, además, hay claros intereses geoestratégicos, como la pretensión de Polonia y Lituania de aliarse con Ucrania en sus graves disputas con Rusia, alentando y apoyando sus pretensiones de entrar algún día en la OTAN, algo que irrita y desagrada a Moscú y muy especialmente al presidente ruso, Vladimir Putin.Bielorrusia, no es un secreto para nadie, es el principal aliado de Rusia en la región y la situación en la frontera se produce, precisamente, en plena escalada de la tensión entre Moscú y Kiev, debido a la concentración de más de 120.000 soldados rusos en las fronteras de Ucrania. Mezclar ambos contenciosos, como ha hecho Varsovia en su reciente cumbre con lituanos y ucranianos, muestra a las claras la intención polaca de internacionalizar una crisis migratoria y darle una dimensión que inicialmente no tenía, manipulando, descaradamente, a la UE.
Polonia, en cooperación con Lituania, ha aprovechado esta contencioso con Minsk para llamar la atención de los Estados Unidos, especialmente, y de otros miembros de la OTAN de los “peligros” que supuestamente corren los países bálticos ante el gigante ruso y sus aliados bielorrusos, en un juego arriesgado y espurio pero que le ha dado la oportunidad de rehabilitarse ante Bruselas y obtener algunos réditos políticos. Veremos cómo acaba el embrollo.