El juez Juan Carlos Peinado ha decidido agotar una de las prórrogas que le confiere la ley para seguir instruyendo, durante seis meses más, el caso Begoña Gómez a pesar de que prácticamente ha agotado todas las diligencias posibles. Está claro que el titular del juzgado número 41 de Madrid está dispuesto a exprimir la trascendencia pública de la acusación contra la esposa del presidente, Pedro Sánchez. No tiene nada que perder, le quedan dos años para jubilarse, justo el tiempo necesario para agotar las prórrogas de la instrucción. Y, además, la conversión en procedimiento abreviado y la remisión a juicio puede coincidir con la fecha de las elecciones generales. Ese es su objetivo y habrá hecho un gran favor a los compañeros de su hija, concejala en el Ayuntamiento de Boadilla del Monte por el Partido Popular. Sólo así se entiende que haya decidido hurgar en un asunto que sus superiores le prohibieron, el rescate de Air Europa. Y vetaron su investigación porque ese es un asunto que se trata en dos instancias que están por encima de su nivel: la Audiencia Nacional y el Tribunal Supremo, en los casos Koldo y Ábalos.
La supervivencia del sumario que instruye dependerá de la trascendencia pública de los actos que lleve a cabo. El último, le ha vuelto a suponer interesantes réditos. Se trata de la toma de declaración del ministro de Justicia, Félix Bolaños, en calidad de testigo. Tratará de averiguar si cuando Félix Bolaños era secretario general de la presidencia intervino en la designación de una imputada, María Cristina Álvarez, asesora de Moncloa que hacía gestiones de la vida profesional y privada de la mujer de Pedro Sánchez. Y para ello ha vuelto montar uno de los espectáculos a los que nos tiene acostumbrado. Se ha negado a aceptar que Bolaños declarase por escrito. En el ministerio le dijeron que ir a declarar a la sede del departamento, situada en pleno centro de Madrid y con las conmemoraciones de semana santa, era complicado por lo que le propusieron el complejo de Moncloa donde está la sede de presidencia, el otro departamento del que es titular.
Peinado protestó alegando que la última vez que tuvo que ir allí a tomar declaración a Pedro Sánchez tuvo que esperar mucho tiempo para cumplir los trámites de seguridad “cuando el coche en el que viajaba el defensor de Gómez, el exministro Camacho, accedió sin demora”. La paciencia de los responsables gubernamentales no tiene límites con este juez, y han decidido ponerle todo tipo de facilidades, incluido el traslado en un coche oficial del ministerio. En resumen, que este miércoles Peinado entrará en un coche oficial, se supone que escoltado, y con todos los parabienes administrativos. En la puerta, como siempre, le esperarán los manifestantes de rigor que gritaran contra el gobierno progresista al que acusarán de corrupto, y dentro estarán las acusaciones populares representadas por los abogados de extrema derecha que, posteriormente, filtrarán a la prensa todo aquello de interés para ellos que se haya podido derivar de las preguntas que Bolaños quiera contestar. El circo continuará. Por lo tanto, no es de extrañar que la fiscalía y las defensas hayan comentado que “en algún momento habrá que poner fin a tan excéntrica instrucción”.
Los defensores de los investigados y el fiscal han recurrido el auto del 1 de abril, en el que el juez prorroga la investigación otros seis meses "a contar a partir del próximo 16 de abril de 2025". En un escrito del defensor de Cristina Álvarez, el letrado pide a la Audiencia Provincial de Madrid que ponga fin a la "excéntrica" investigaciónque dirige el juez Peinado, al tiempo que muestra su oposición a que se indague el rescate de Air Europa tal y como pretende el magistradoargumentando que sus superiores "han excluido del objeto de instrucción los hechos referidos a Globalia".
Hasta tal punto ha llegado la cosa que una jurista tan prestigiosa, con gran autoridad en la judicatura, como es Manuela Carmena cree que Peinado “está actuando con unas gafas de visión exclusivamente personal, interpretando los sucesos desde un punto de vista suyo, que es el de la politización”. Y la jueza emérita añade que “a mí no me gusta cómo lo hace. No me parece un buen juez de instrucción” para terminar señalando que el titular del juzgado número 41 de Madrid “parece estar empeñado en encontrar lo que parece que no encuentra”.
A Peinado le importan poco estas descalificaciones y menos las acusaciones de lawfare y de que trata de mantener viva una investigación que, cuanto más avanza, más parece morir. Le da igual. Ahora está empeñado en recuperar la investigación que comenzó sobre el rescate de Air Europa y que sus superiores de la Audiencia Provincial le prohibieron seguir instruyendo. La fiscalía ya ha mostrado su asombro por escrito “por la contumacia del Ilmo. Sr. Instructor al ignorar lo acordado por la Audiencia Provincial, que por dos veces ha excluido del objeto de la instrucción los hechos referidos a Globalia, y por dos veces se ha topado con la rebeldía del Ilmo. Sr. Instructor, que sigue investigando los hechos relacionados de Globalia como si la Audiencia Provincial no existiera".
Sobre el resto de delitos investigados, se han producido escasos avances y no hay suficientes indicios como para cerrar una acusación formal. No hay manera de demostrar que hubo tráfico de influencias en la relación entre Begoña Gómez y el codirector de su cátedra, el empresario Juan Carlos Barrabés. Tampoco se ha encontrado reproche penal en la posible apropiación del software de la cátedra de la Universidad Complutense y los patrocinadores de todos los eventos promovidos por la esposa del presidente aseguran que se se financiaron dentro de los programas habituales de ayudas para las actividades culturales y educativas. El último intento de Peinado consistente en acusar a una asesora de Moncloa de estar al servicio de las actividades personales de Gómez tampoco tiene consistencia.
Pero Peinado es un individuo que hace caso omiso a las críticas externas y está dispuesto a dilatar el proceso lo que haga falta. Es una investigación que entra dentro del capítulo de las instrucciones prospectivas. Pero el juez procura manejarse en ese terreno sin salirse de los límites que podrían llevarle a la denuncia por prevaricación. De aquí a dentro de dos años, que es cuando se jubilará, le queda mucha guerra por dar.