La impunidad empresarial permite la violación sistemática de derechos de los trabajadores españoles

Correos a medianoche, llamadas en fines de semana y presiones fuera del horario laboral: así se vulnera impunemente el derecho a la desconexión digital en España

04 de Agosto de 2025
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Desconexion impunidad
Foto: Alexander London / Unsplash

“Estoy de baja, pero mi jefe me escribe a diario por WhatsApp. Si no respondo, me lo recrimina después. Tengo miedo a que me despida porque si lo denuncio sé que no le va a pasar nada”. El testimonio de JRR, administrativa en una empresa de logística en Madrid, resume una práctica que se ha vuelto habitual en millones de empleo en Españas: la constante invasión del trabajo en la vida privada. Aunque desde 2018 el ordenamiento jurídico español reconoce el derecho a la desconexión digital, es decir, el derecho a no responder mensajes ni atender asuntos laborales fuera del horario laboral, la realidad dista mucho de respetar este principio. Eso sólo es posible por la impunidad que tienen los empresarios españoles para violar los derechos de los trabajadores.

Desde correos electrónicos enviados en plena madrugada hasta llamadas los domingos “para ir adelantando tareas”, el derecho a desconectar se ha convertido en una norma ignorada y, sobre todo, sin consecuencias reales. La Ley Orgánica 3/2018 establece que las empresas deben desarrollar políticas internas para garantizar ese derecho, pero no fija sanciones concretas si no lo hacen, ni si vulneran esa desconexión.

El derecho existe, pero no se cumple

España fue uno de los primeros países europeos en incorporar legalmente este derecho, tras la estela de Francia. Sin embargo, el avance normativo no ha ido acompañado de mecanismos efectivos de cumplimiento. Según una encuesta del sindicato UGT en 2023, más del 63% de los trabajadores afirma haber sido contactado por su empresa fuera del horario laboral, y un 41% admite responder por miedo a represalias o por presión psicológica.

Lo más grave, según denuncian expertos en derecho laboral, es que las empresas siguen violando este derecho sin temor a sanciones. “No hay una jurisprudencia clara que lo proteja de forma efectiva”, explica a Diario16+ una abogada laboralista. “Ni hay inspecciones ni los tribunales están aún preparados para reconocer sistemáticamente estas vulneraciones como un daño efectivo a los trabajadores”, añade.

La cultura de la disponibilidad total

El auge del teletrabajo tras la pandemia y el uso masivo de herramientas digitales como el correo electrónico, Slack o WhatsApp han contribuido a diluir la frontera entre tiempo laboral y personal. La hiperconectividad se ha transformado en una forma de control empresarial continuo, aunque más sutil: estar siempre “localizable” se ha convertido en una expectativa no escrita que pesa sobre los empleados, incluso cuando no se explicita en el contrato.

Según Comisiones Obreras, apenas un 10% de las empresas ha incluido en sus convenios colectivos una regulación clara sobre el derecho a la desconexión. Y las que lo han hecho, lo abordan “de forma genérica y sin compromiso alguno de cumplimiento real”.

En muchos casos, las presiones llegan de forma indirecta: evaluaciones de desempeño que premian la “disponibilidad”, responsables que envían tareas por la noche esperando respuesta inmediata, o empresas que penalizan informalmente a quienes “se desconectan” demasiado.

Jueces cómplices

Los pocos casos que han llegado a los tribunales por vulneración del derecho a la desconexión digital no han generado precedentes contundentes. La mayoría de sentencias se centran en si existe acoso laboral, pero no abordan el problema de forma estructural, como una violación del derecho al descanso, a la intimidad y a la salud mental.

No basta con que el trabajador pueda apagar el móvil. Es la empresa la que tiene que garantizar que no se le contactará, ni directa ni indirectamente. Pero los jueces suelen pedir pruebas claras y documentadas, que son muy difíciles de aportar sin poner en riesgo el empleo.

De hecho, una de las principales barreras para denunciar es el temor a represalias. Las víctimas de estas prácticas saben que enfrentarse a la empresa puede traducirse en presiones, despidos encubiertos o aislamiento profesional.

La salud mental, la gran perjudicada

El coste de esta situación no es solo legal o sindical: es también sanitario. La imposibilidad de desconectar del trabajo afecta directamente a la salud mental. Según el Barómetro Cisneros de 2024, más del 50% de los trabajadores españoles sufre niveles de estrés elevados relacionados con el trabajo, y una de las causas principales es la falta de tiempo de recuperación fuera del horario laboral.

No se trata solo de descansar. Es una cuestión de salud: el cerebro necesita desconectarse para recuperarse del estrés acumulado. Cuando se mantiene activo por culpa del trabajo fuera de horario, aparece la fatiga crónica, el insomnio y la ansiedad.

Cumplimiento real

Los sindicatos reclaman medidas urgentes: sanciones económicas proporcionales, obligación de establecer protocolos reales de desconexión y fiscalización por parte de la Inspección de Trabajo. También exigen que el derecho se incluya expresamente en convenios y se aplique tanto a empresas como a la administración pública.

En Europa, algunos países como Bélgica o Luxemburgo han avanzado en establecer multas o mecanismos de supervisión, y la Comisión Europea ha planteado una posible Directiva que refuerce este derecho a escala comunitaria.

En España, sin embargo, todo queda en recomendaciones. Mientras tanto, miles de trabajadores siguen recibiendo mensajes a las diez de la noche, los sábados y en vacaciones. Y, como Ana, sienten que su tiempo ya no les pertenece.

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