Hasta ahora, el paradigma de la derecha judicial era Manuel Marchena, el “látigo de los independentistas catalanes”. Pero, ahora, tras su sustitución al frente de la sala de Lo Penal, los conservadores han adoptado una nueva lideresa o musa, como se quiera llamar. Es la presidenta del Consejo General del Poder Judicial y el Tribunal Supremo, Isabel Perelló. Sus últimas decisiones han enojado al sector progresista del consejo y a la izquierda en general. Se ha posicionado del lado de la derecha y sus manifestaciones públicas exigiendo más independencia del poder judicial suenan a antisanchismo colocándose en las tesis del Partido Popular. Mientras tanto, servicios del CGPJ como la comisión de acción disciplinaria no toman decisiones que pueden significar una división en el seno de un organismo que ha nacido muerto gracias al mal acuerdo al que llegaron el año pasado Félix Bolaños y Esteban González Pons mediante el cual se repartían las vocalías a partes iguales.
Isabel Perelló va camino de convertirse en el nuevo mito del antisanchismo. Y eso que la izquierda aplaudió su nombramiento cuando el pleno del Consejo General del Poder Judicial rechazó a la jueza progresista, Ana María Ferrer, quien lleva camino de convertirse en la eterna candidata. Ahora también ha tenido que renunciar a la presidencia de la sala de Lo Penal. Y todo gracias a las presiones que ha ejercido la Perelló. En los ambientes judiciales aseguran que, a la jueza, la presidenta la convenció con la excusa de que, a Andrés Martínez Arrieta, le quedan dos años para jubilarse. Y que, de todas maneras, el bloqueo de la derecha a su elección implicaba su permanencia al frente de la sala “en funciones”.
Antes de ser nombrada presidenta del CGPJ y del TS, Isabel Perelló estaba adscrita a la sala de Lo Contencioso Administrativo que preside el ratificado Pablo Lucas. La presidenta mantiene muy buena relación con el autor de las ponencias más controvertidas de los últimos tiempos como es la anulación de los nombramientos de Dolores Delgado como fiscala de sala, y Magdalena Álvarez, del Consejo de Estado. Perelló lo señala como “un juez progresista” y por eso acepta su elección en detrimento de otra “querida compañera”, Pilar Teso.
Perelló dice públicamente que es necesario que las mujeres tengan más protagonismo en la carrera judicial pero no apoya el nombramiento de dos juezas para las salas más determinantes de la corte suprema. Pidió un informe al gabinete técnico para aclarar cómo aplicar la paridad a los nombramientos discrecionales. En dicho informe se establece el mérito y la capacidad como criterios principales, subrayando que no se puede dar "mayor relevancia" al sexo. Se basa en que “la jurisprudencia del Tribunal Europeo de Justicia, TJUE, del Tribunal Constitucional y del Tribunal Supremo excluye claramente que en trance a proceder a un nombramiento se pueda atribuir al sexo de los candidatos, en términos imperativos, una relevancia mayor que el mérito y capacidad de cada uno de ellos”. Los vocales progresistas de la comisión de igualdad, Lucía Avilés y Carlos Hugo Preciado, pidieron que de las cuatro salas del Supremo que estaban en juego, al menos dos deberían estar presididas por mujeres. Al final las ocupan tres hombres. El gabinete de comunicación del consejo repite insistentemente que más de la mitad de los nombramientos discrecionales que se están llevando a cabo están siendo ocupados por magistradas.
El autor del informe es el director del servicio de estudios e informes, Luis Javier Mieres, yerno del que fue vicepresidente del Supremo, Ángel Juanes. Es funcionario por oposición y en medios jurídicos destacan que no ha sido movido del puesto que ocupa en la renovación interna del consejo. Es lo que ha ocurrido con la mayoría de mandamases del gabinete técnico y se ha repetido, hasta la saciedad, que, si no se cambian los segundos niveles, de nada servirá la renovación de un organismo que tiene graves problemas estructurales como el de la Escuela Judicial con sede en Barcelona que la actual directora en funciones quiere trasladar a Madrid donde reside. El promotor de la acción disciplinaria, el magistrado Ricardo Conde, ha sido renovado para un nuevo mandato. Tiene en su cajón la apertura de expedientes a jueces producto de las quejas de afectados. Más Madrid presentó, hace unos días, una contra el titular de instrucción número 41 de Madrid, Juan Carlos Peinado, del que piden una sanción “por dejación de funciones”. El fiscal general del Estado ha pedido amparo por algunas decisiones adoptadas por el juez Ángel Hurtado en el sumario contra él por relevación de secretos. Y las quejas y aperturas de expedientes se acumulan sin que se tomen unas decisiones que pueden acabar por generar división entre progresistas y conservadores.
Estos amenazaron con romper cualquier tipo de negociación a la vuelta de las vacaciones estivales si no se desbloqueaban los nombramientos de Martínez Arrieta y Lucas para las salas del TS. En el grupo que negocia estos nombramientos, los dos miembros elegidos por el PP habían transmitido a la presidenta que si no había acuerdo pondrían las cosas muy difíciles en septiembre cuando hubiera que renovar todas las comisiones de las que se compone el poder judicial. Al inicio de su mandato todos convinieron en que los grupos de Asuntos Económicos, Igualdad, Calificación, y Disciplinaria, estuvieran presididos por un vocal conservador si había mayoría progresista en la Comisión o progresista si, por el contrario, la mayoría era conservadora. Dicen que la Perelló se asustó porque su prioridad, cerrar los nombramientos discrecionales, dependen del voto de los vocales conservadores, así como el inicio de la renovación de las comisiones.
Es verdad que Isabel Perelló es tímida, pero hay quien no la cree capaz de amedrentarse ante un golpe en la mesa de los representantes de la derecha en el Consejo. Lo que ocurre, según los que conocen la dinámica interna de la institución, es que los conservadores han decidido hacerse con el poder después de que un vocal progresista, el designado por Sumar, Carlos Hugo Preciado, haya decidido desvincularse de su grupo. Ahora cuentan con mayoría suficiente. Isabel Perelló es consciente de que ha cambiado la correlación de fuerzas y ha decidido ponerse del lado de los ganadores. Total, lo de que es progresista es algo que se inventaron algunos medios.