Mientras miles de israelíes se manifiestan en las calles contra la política de Benjamin Netanyahu y la conducción de la guerra de Gaza, que prioriza acabar con Hamás antes que intentar liberar a los rehenes, todas las encuestas señalan que, en el caso de que se convocaran elecciones anticipadas, el actual primer ministro y su partido (Likud) sufrirían una derrota rotunda y contundente.
La apuesta de Netanyahu, de continuar la guerra de Gaza sin intentar buscar una salida negociada con Hamás, es una huida hacia adelante del primer ministro y su partido. Netanyahu es un presidente en su laberinto, que sabe que una vez convoque elecciones ya no volverá a ocupar el cargo que detenta ahora y quizá nunca más volverá a ser primer ministro en su vida. Desdeñando los llamados a priorizar la liberación de los rehenes secuestrados por Hamás en el ataque del 7 de octubre, en total unos 135 israelíes, Netanyahu ha preferido seguir con la guerra de Gaza, desoyendo las advertencias de la comunidad internacional a que paralice la ofensiva contra el grupo terrorista, y ha optado por una guerra de larga duración e inciertos resultados.
La sociedad israelí, abatida, golpeada y herida tras los ataques del 7 de octubre, que mostraron la vulnerabilidad del Estado hebreo, está viendo que le crecen los enemigos y que la estrategia de guerra total en Gaza no está dando los resultados esperados, en el sentido en que Hamás sigue siendo un actor protagónico, sino hegemónico, en la sociedad palestina y con capacidad de golpear todavía.
En esta situación tan adversa para Netanyahu, el ataque a Irán le dio al primer ministro grandes réditos. Como señalaba el analista Andrea Rizzi, del diario español El País, “Netanyahu emprendió la arriesgadísima jugada de golpear a altos cargos iraníes en una sede diplomática en Siria. La acción ha servido a sus intereses de varias maneras. Ha vuelto a estrechar filas alrededor de Israel, con aliados occidentales, y también árabes, que han contribuido a neutralizar la respuesta iraní, con unos 300 drones y cohetes lanzados contra Israel, Teherán ha sido sometida a nuevas sanciones. Se reaviva el sentimiento de frente común ante la República Islámica”.
Sin embargo, pese a que la atención se desplazó de Gaza a Irán, Netanyahu no ha conseguido desactivar la presión internacional, que crece para que cese sus operaciones en Gaza e incluso los Estados Unidos, en plena campaña electoral, han reculado y la administración Biden, pese a su apoyo inequívoco a Israel cuando fue atacado por los iraníes, se ha mostrado mucho más cauta y ha demandado -inútilmente- moderación a Israel.
¿Una triple alianza contra Israel?
Mientras a Netanyahu le crecen los enanos en Israel y las protestas contra su gobierno no cesan en intensidad, en Oriente Medio se va perfilando una suerte de triple alianza contra el Estado hebreo. Pese al inequívoco apoyo occidental a Israel, pero especialmente de las grandes potencias, como Estados Unidos, Francia, Alemania y el Reino Unido, Israel se encuentra en uno de los momentos más críticos de toda su historia.
La triple alianza contra Israel la conforman Irán, Siria y Turquía, que se ha confabulado para tratar de destruir al Estado de Israel combinando todas las formas de lucha, desde el bloqueo económico y político hasta el terrorismo. Irán, que lidera esta alianza y está ad portas de desarrollar su propia arma atómica, nunca ha ocultado, desde la fundación de la República Islámica en el 1979, su anhelo de la destrucción total del Estado de Israel utilizando todos los medios y formas posibles para lograrlo. El terrorismo indiscriminado, como hemos visto, es una de ellas.
Irán, además, se ha extendido como un peligroso pulpo por toda la región, utilizando todos sus tentáculos para lanzar ataques contra Israel. Tras la fallida primavera árabe en Siria, el régimen de Damasco se ha vuelto cada vez más dependiente de Irán y, quizá, sin ayuda y asistencia militar hace años hubiera caído devorado por la resistencia siria, los milicianos organizados del Estado Islámico en el interior del país y las guerrillas kurdas atrincheradas en la frontera turco-siria. Aunque también hay que reseñar que la ayuda rusa al déspota de Siria, Bashar al-Asad, ha sido crucial en la consolidación del brutal régimen sirio, aun a costa de la sangre de miles de sirios y la casi destrucción total material y económica de la nación. Para al-Asad, al igual que para Putin, las consideraciones éticas y morales siempre están en un segundo plano en aras de continuar en el poder al coste que sea. Siria es el segundo miembro de esta triple alianza de la que hablo y que conspira para la destrucción del Estado hebreo.
De Irak a Gaza, bajo la sombra iraní
La influencia de Irán en Irak es también determinante en la vida política de este país, pues las milicias chiítas y sus partidos políticos afines tienen una gran influencia en el gobierno, la administración, el parlamento e incluso en el ejército iraquí. Aparte de la influencia política y militar, los nexos económicos entre Irak e Irán son muy fuertes y esos se ven robustecidos porque ambos países conforman una suerte de comunidad de intereses en torno a que ambas naciones son chiítas, una de las principales ramas del islam. Entre el 60 y el 65% de los musulmanes iraquíes son chiitas, la religión mayoritaria también en Irán.
Hasta el Líbano también llega la tenebrosa mano de Irán a través del grupo terrorista Hezbolá. Aunque oficialmente en el Líbano este grupo es un potente partido político -cuenta con un bloque conformado por 62 diputados de los 128 del legislativo libanés-, Hezbolá posee una milicia propia armada por Irán, tiene en su haber miles de cohetes escondidos en edificios civiles libaneses y que periódicamente son utilizados para atacar a Israel, principalmente a objetivos civiles, y su potencial desestabilizador en la zona es notorio, provocando escaramuzas permanentes con el ejército israelí.
Finalmente está Gaza, donde se aloja el grupo terrorista Hamás, que provocó los ataques a Israel por tierra, aire y mar el 7 de octubre, provocando más de 1.200 muertos, 3.000 heridos y varios centenares de rehenes secuestrados, muchos de ellos todavía en sus manos. Esta acción terrorista constituyó el mayor ataque contra el pueblo judío desde el Holocausto (1938-1945). Hamás, que coopera abiertamente y coordinadamente con Irán, nunca habría realizado este ataque a Israel sin el visto bueno de Teherán, donde están sus verdaderos jefes.
Turquía, de tímidos acercamientos a casi la ruptura de relaciones
El tercer gran enemigo de Israel en la región es Turquía, país que desde el 7 de octubre ha pasado de propiciar tímidos acercamientos a Israel a encabezar el bloque antisemita regional que lidera mano a mano con Irán. El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, ha llegado a calificar a Israel de un “Estado terrorista”y ha reiterado en varias ocasiones su apoyo público a los líderes de Hamás, organización a la que nunca ha condenado. También Erdogan ha decretado un embargo comercial contra Israel y ha instado a otros países a que sigan sus pasos en esta senda,
Además, el presidente de la República Islámica de Irán, Ebrahim Raisí, visitó recientemente Turquía y apareció junto con Erdogan para condenar al “Estado asesino” de Israel. Ambos países reafirmaron durante la visita su odio al Estado hebreo, su apoyo a Hamás y a todos los demás grupos terroristas palestinos y apelaron a la resistencia del pueblo palestino para, imaginamos, “echar a los judíos al mar”, o “desde el río hasta el mar”, el viejo lema árabe repetido y coreado miles de veces por los manifestantes pro palestinos en todas las latitudes.
Aparte de su odio mutuo a los judíos, porque el nuevo antisionismo es el antisemitismo del siglo XXI, ambos países confirmaron su coincidencia en la política represiva y criminal contra la minoría kurda, a la que persiguen con saña casi asesina, y en fortalecer los lazos económicos turco-iraníes. Así, Siria, Turquía e Irán constituyen las tres patas de esta suerte de triple alianza contra Israel y la principal amenaza para un país que tiene una guerra abierta, y que se vaticina larga, en la franja de Gaza.
El reciente ataque de Irán con decenas de drones y misiles contra Israel, que discurría paralelamente al lanzamiento de varias decenas de cohetes por parte de Hezbolá desde el Líbano, muestra a las claras la estrecha cooperación de este grupo terrorista con Teherán. Hezbolá no es un actor soberano e independiente del Líbano, sino uno de los muchos brazos de Irán en Oriente Medio para atacar a Israel.