La alargada sombra de la destrucción de la Biblioteca de Sarajevo

25 de Agosto de 2022
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En el transcurso de una guerra todo lo malo es posible, aunque parezca que existan unas líneas rojas infranqueables. Estas no existían aquel 25 de agosto de 1992 para las tropas serbias del genocida Slobodan Milosevic y su secuaz, el general Ratko Mladic. La mítica Biblioteca Nacional de Bosnia y Herzegovina fue reducida a cenizas hace 30 años por decisión de las tropas serbias que asediaron Sarajevo durante cuatro años con bombardeos constantes sobre la actual capital de Bosnia y Herzegovina.

‘Vijecnica’, que es como los sarajevitas han denominado a su querida biblioteca, se convirtió desde ese día en el símbolo universal de la intolerancia más absoluta a todos los niveles, evidenciando que las naciones en conflicto no son capaces tan siquiera de respetar lo más preciado que ha podido crear el ser humano, el conocimiento y la cultura. Durante aquella aciaga destrucción, más de 700 manuscritos e incunables de incalculable valor, además de otros tesoros artísticos e históricos, fueron reducidos a cenizas y el edificio a escombros. Se calcula que más del 80 por ciento de los libros allí conservados desaparecieron para siempre.

El entonces director de la biblioteca, Mustafa Hacic, y un grupo de voluntarios pudieron salvar de los escombros y el fuego parte del fondo histórico de la mítica biblioteca multicultural, que hasta entonces disponía del mayor legado de manuscritos orientales del sudeste de Europa, en árabe, turco y persa, con obras procedentes de las grandes capitales del mundo islámico como La Meca, Medina, El Cairo, Estambul, Bagdad y otras.

Imagen actual de la Biblioteca Nacional, de estilo morisco español, tras su reconstrucción en 2014 con fondos aportados por varios países, entre ellos España.

Fotografía icónica

La imagen que ilustra esta información es del fotógrafo ruso Mijaíl Yevstáfiev y se hizo mundialmente famosa por la historia que cuenta, novelada años después por el canadiense Steven Galloway. Durante el asedio a la capital bosnia, el violonchelista Vedran Smailović, tocaba gratis en los funerales por las víctimas de la guerra, a pesar de ser consciente de que era un blanco específico de los francotiradores serbios. Esta mítica fotografía fue tomada durante aquel asedio de 1992 entre las ruinas de la Biblioteca de Sarajevo. Aquellos días, el conocido chelista, que anteriormente había tocado con las orquestas sinfónica y filarmónica de Sarajevo, decidió interpretar varias veces cada día en ‘Vijecnica’ entre los cascotes de la biblioteca el conocido Adagio de Albinoni con su violonchelo, en homenaje a las 22 personas asesinadas cuando hacía cola para comprar el pan. El 26 de mayo de 1992, apenas tres meses antes de desaparecer para siempre el tesoro que albergaba la Biblioteca de Sarajevo, se cometió el que hoy sigue siendo uno de los crímenes de guerra más execrables de la historia universal reciente.

La Biblioteca Nacional de Bosnia y Herzegovina, cuyo edificio de estilo morisco español fue construido en 1894, había albergado el Ayuntamiento de Sarajevo. De ese mismo edificio salió el 28 de junio de 1914 el heredero de la corona del Imperio austrohúngaro, el archiduque Francisco Fernando de Austria, y de su esposa, la duquesa Sofía Chotek, justo antes de ser asesinados por el joven bosnio Gavrilo Princip, magnicidio que dio inicio a la Primera Guerra Mundial.

El archiduque Francisco Fernando y su esposa Sofía abandonan el Ayuntamiento de Sarajevo, minutos antes del atentado que acabó con sus vidas el 28 de junio de 1914 y dio inicio a la Primera Guerra Mundial.
El archiduque Francisco Fernando y su esposa Sofía abandonan el Ayuntamiento de Sarajevo, minutos antes del atentado que acabó con sus vidas el 28 de junio de 1914 y dio inicio a la Primera Guerra Mundial.

La Biblioteca Nacional de Bosnia y Herzegovina fue reconstruida durante 18 años. El 9 de mayo de 2014 abrió de nuevo sus puertas el histórico edificio derruido por las llamas de la intolerancia provocada por las bombas en 1992. El día elegido no podía ser más simbólico: el Día de Europa. Los trabajos de reconstrucción comenzaron sólo cuatro años después de ser bombardeada la Biblioteca Nacional, gracias a las donaciones de Austria. España aportó un millón de euros de los más de 12 millones en total que costó la obra hasta su reapertura hace ocho años.

El 30 aniversario de aquel infausto bombardeo coincide con el nuevo desafío en el continente europeo tras la invasión rusa de Ucrania. La sombra de aquella intolerancia icónica sigue más presente que nunca y se muestra más alargada si cabe que entonces.

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