La democracia real de una España plural eleva la ética y destruye a los lobistas y trileros del sistema

24 de Julio de 2023
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Congreso de los Diputados

Durante la campaña electoral, Diario16 profundizó en las informaciones que desde años viene dando sobre el «Clan Medina», cercano al cuarto poder, Acento al poder legislativo de un antes y acosando a un después  y otros a nivel internacional, sus componentes y la capacidad de manipular las instituciones que conforman la democracia, sobre todo la Justicia. Uno de los miembros de ese «Clan» es Alberto Núñez Feijóo, quien siempre presenta los libros de Manuel Medina, el abogado que le defiende «a muerte» haya hecho lo que haya hecho Feijóo y que en los últimos audios de Villarejo llega a insultar gravemente a una histórica política del PP porque, según Medina, había sido ella la que filtró la foto de Feijóo con su amigo Marcial Dorado, de profesión, narcotraficante.

El «Clan» estaba feliz con las previsiones de las encuestas y durante la última semana de campaña Feijóo comenzó ya a tocar las piezas necesarias para formar gobierno. Esto fue una irresponsabilidad, pero había que dejarlo todo atado para empezar a trabajar cuanto antes.

Tal y como publicamos en Diario16, varios nombres de preeminentes miembros del Clan, Ángel Corcóstegui, quien no dudó en aceptar 110 millones de euros de Emilio Botín para quitarse de en medio, y el juez Fernando Andreu, quien hizo una instrucción muy deficiente del Caso Banco Popular y, en otro caso, no dudó en archivar la causa abierta contra la familia Botín por ocultar 2.000 millones de euros a la Agencia Tributaria,

Los españoles han determinado que no quieren que este tipo de gente les gobierne, no quieren que desde el gobierno se controle a la Justicia con los tejemanejes de dosieres e influencias que sólo favorecen a los poderosos; no quieren que el Banco Santander tenga el poder absoluto sobre los organismos democráticos; no quieren que quienes se jactan de recibir dinero negro controlen al presidente del Gobierno; no quieren que las injusticias, como la del Caso Popular, se conviertan en una juerga en hoteles de lujo para que Ana Patricia Botín dé la bendición urbi et orbi a los libelos de Manuel Medina; no quieren que el juego sucio de los poderosos marque el destino de sus vidas. En fin, los españoles han hablado y han dejado al «Clan Medina» compuesto y sin novia.

Ahora lo intentarán por otro lado. Feijóo ya dijo anoche que «pido formalmente que nadie tenga la tentación de volver a bloquear España […] Todos los candidatos más votados han gobernado. No hay ningún presidente que haya gobernado después de perder las elecciones. Me corresponde intentarlo. Somos la opción alternativa y eso es lo que haré». Ese será el mantra para intentar conseguir que el líder del PP gobierno junto al PSOE y no hay que olvidar que el «Clan» también tiene miembros que están, o han estado, dentro de los gobiernos de Pedro Sánchez: Margarita Robles, quien prologó y presentó junto a Feijóo el último libro de Medina, y Dolores Delgado.

La intervención de Feijóo en el balcón de Génova fue deprimente. Con la mirada perdida, llorando porque sabe que ha perdido su juguete de futuro, por sus errores del pasado y los abrazos a los depredadores de mil disfraces, togas, manguitos privilegiados, princesa destronada por el pueblo, vasallos con hernias de espalda que no llegan ya a poder atarse los zapatos, medios de comunicación dando bandazos y mediadores de sentencias de «fusilamientos dirigidos e intermediados» que, por muchos panfletos encuadernados y editados que no se pueden ni comprar, su banco y amigas y amigos de café a diario frente a la sede del PP de Génova.

El líder del PP y su séquito, tal y como se demuestra hoy, han impuesto un argumentario por el que dan por hecho que Feijóo tiene que gobernar porque fue el más votado. Sin embargo, tanto el Partido Popular como el resto de sus dirigentes están demostrando un analfabetismo democrático y constitucional impropio de quien está exigiendo ser el presidente del Gobierno. España es una democracia parlamentaria, no presidencialista y, en consecuencia, la investidura la determinan la suma de mayorías.

Isabel Díaz Ayuso, el pasado 22 de mayo, afirmó que el argumento de «la lista más votada» que defiende Feijóo no era válido porque para elegir al presidente están los parlamentos y, ella misma, reconoció que fue presidenta gracias a los pactos entre los grupos parlamentarios. Además, Ayuso dejó muy clara la situación que Feijóo quiere evitar, es decir, su muerte política: «Yo creo que estoy en posición de apoyar al líder del partido Popular que tiene, tenemos todos, una única oportunidad de cambiar las cosas ahora y en diciembre», afirmó Ayuso. Anoche la militancia del PP dictó sentencia y, por eso, hubo líderes como Juanma Moreno Bonilla que tuvieron que salir al paso para intentar frenar cualquier movimiento interno.

También se está pretendiendo aprovechar el crecimiento del bipartidismo para intentar imponer al PSOE algún tipo de fórmula para reeditar la fórmula de gobierno de gran coalición que sí ha funcionado en Europa pero que en España es absolutamente imposible. No se trata de llegar a tal o cual acuerdo, el objetivo es acabar con los extremos y con los partidos nacionalistas para crear una dictadura democrática en la que todo se repartiría entre dos. Esto, evidentemente, no sólo beneficiaría a los egos políticos, sino a las cuentas de explotación de los sectores políticos, económicos, financieros y empresariales a los que representa el «Clan Medina».

La ciudadanía española tiene que tener en cuenta que España es plural y diversa y, por lo tanto, los partidos nacionalistas tienen que tener su representación en las Cortes. No en vano, y esto no se puede olvidar, el propio Franco exhortó en su testamento que había que «exaltar la rica multiplicidad de las regiones» como un elemento que, precisamente, fortalecía la unidad de España.

En una democracia real, plural y diversa, como es la española, los nacionalismos tienen que estar representados e, insisto, no hay que tenerles miedo porque, a pesar de sus errores y la posible alarma que puedan generar algunos de sus postulados, los defienden utilizando las herramientas democráticas determinadas por la Constitución. Pretender dejarlos fuera con un gobierno de los dos grandes es romper la esencia de la democracia real, además de provocar una traición a quienes son poseedores de la soberanía nacional.

Para cualquier demócrata no hay nada más bello que ver el mapa del resultado electoral de anoche, un arcoíris con 11 formaciones diferentes que enriquecen a la democracia a través del diálogo, el consenso y el arreglo.

Por otro lado, anoche, durante su discurso en el balcón de Génova, Feijóo lanzó una amenaza con, precisamente, el terreno de juego que manejan a la perfección sus amigos: lo económico. «Con toda humildad pero también con toda determinación me hago cargo de iniciar el diálogo para formar Gobierno de acuerdo con la voluntad mayoritaria de los españoles expresada en las urnas este mismo domingo y pido formalmente que nadie tenga la tentación de volver a bloquear España, es una petición legítima democrática imprescindible. La anomalía de que en España no pudiese gobernar el partido más votado solo tiene como alternativa el bloqueo, que en nada beneficia a España, nuestro prestigio internacional y la seguridad de las inversiones. Pido al PSOE expresamente y al resto de las fuerzas políticas que no bloqueen el Gobierno de España una vez más», dijo el líder del PP.

Y yo me pregunto, ¿se van a poner los amigos de Feijóo, los lobistas y los trileros con corbata, a desprestigiar al gobierno que salga de los pactos parlamentarios para que las inversiones dejen de entrar en España y no se creen puestos de trabajo? Conociendo el percal…, todo es posible.

Por otro lado, mientras ese supuesto gobierno de gran coalición conformaría una dictadura democrática, el mapa parlamentario que ha decidido la ciudadanía es el que mejor refleja la pluralidad de España y, en consecuencia, la democracia real. No se puede quitar la representación a nacionalistas e independentistas, como no se le puede arrebatar a la extrema derecha. Sin embargo, para el PP la democracia y el respeto a la Constitución sólo es válido si gobiernan ellos con su espíritu patrimonialista del ejercicio del poder.

Por tanto, Feijóo no logró ninguno de los objetivos porque ganar las elecciones no es suficiente. Ni va a gobernar ni va a entregar España a sus amigos del «Clan Medina». El pueblo habló y dictó sentencia: democracia real y sin hipotecas ante los poderosos.

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