La España vacía, ¿desafío sin respuesta?

03 de Octubre de 2023
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España Vaciada

La España vacía o vaciada es un concepto real que abarca territorialmente aproximadamente al 50% del país y que adquiere proporciones especialmente altas en las comunidades de Castilla y León, Castilla-La Mancha, Asturias, Aragón, Extremadura y Galicia, principalmente, donde hay centenares de pueblos y localidades en vías de extinción. Estas zonas de España, cada vez en más alto riesgo de despoblación, llevan 70 años perdiendo población y el proceso, lejos de detenerse, se acelera irremediablemente ante los bajos índices de natalidad, la ausencia de jóvenes y la nula o escasa llegada de inmigrantes que podrían paliar el despoblamiento creciente.

En la mitad de España, la densidad de población apenas supera los 12 habitantes por kilómetro cuadrado y más de la mitad de los municipios de España tiene menos de 500 habitantes, lo que hace muy difícil dotarles de buenos servicios sanitarios, educativos, culturales, sociales y administrativos. En la mayoría de ellos, reina el envejecimiento, el subdesarrollo, la falta de expectativas sociales y económicas y, muchas veces, la incomunicación, por la falta de transportes y buenas vías, con las grandes ciudades y urbes de mayor población. Por no hablar de los trenes, que hace años que no pasan ni se les esperan.

Como señalaba la investigadora Jenifer Correas en un artículo reciente, “el 60% de los municipios españoles tenía a 1 de enero de 2016 menos de 1.001 habitantes, ocupaba el 40% de la superficie y apenas concentraba el 3,1% de la población, según se desprende del estudio ‘La sostenibilidad demográfica de la España vacía’, publicado hace solo unos días por Joaquín Recaño, investigador del Centro de estudios demográficos de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB)”.

De acuerdo a este informe ya citado, más de 4.000 municipios españoles sufren problemas de despoblación y han experimentado una pérdida importante de habitantes en los últimos años. Además, 1.840 localidades ya están consideradas como espacios rurales en riesgo de despoblación irreversible, que pueden llegar incluso a la extinción. Se trata de pueblos con unas características extremas: 110 habitantes de promedio, densidades de población muy bajas (4,3 habitantes por kilómetro cuadrado) y máximo envejecimiento, con edades medias próximas a los 60 años.

Problemas que presenta

Uno de los principales problemas que presenta este escenario de despoblamiento creciente y envejecimiento de la población es el alto coste de los servicios públicos para  estos núcleos rurales casi abandonados. Resulta muy difícil a las distintas administraciones, -central, autonómica, provincial y local-, mantener los distintos servicios necesarios para estos pueblos que, a pesar de su escasa población, muchas veces lo requieren más que las grandes poblaciones debido a que su población está muy envejecida y demanda, sobre todo, atención médica y ayuda social. Los desplazamientos a las grandes ciudades o capitales de provincia son frecuentes entre la población de estos pequeños municipios carentes de casi todo.

Después está el desafío medioambiental, tal como señalaba la organización Greenpeace en una reciente nota: “El fenómeno de la despoblación rural que sufre nuestro territorio desde hace décadas tiene impactos sociales, culturales y económicos, pero también medioambientales. Una de las consecuencias que sufre la llamada “España vaciada” es la pérdida de actividades agrícolas, ganaderas y forestales tradicionales, respetuosas con la naturaleza y que suponen una forma sostenible de producir alimentos y otros bienes a la par que contribuyen a mitigar el cambio climático y conservar la biodiversidad”.

Luego el problema presenta un círculo vicioso del cual resulta muy difícil escapar, ya que la falta de actividad económica suficiente en los pueblos unida a la oferta de empleo de las ciudades ha generado una emigración masiva y ha descapitalizado de capital humano a los pueblos. “Consecuentemente se perdieron servicios y siguió descendiendo la actividad económica, y así sucesivamente hasta la completa desaparición”, explicaba muy oportunamente Luis Muñoz, director de la Oficina de Programas UE de la Diputación de Teruel, la provincia con la densidad de población más baja de España.

A la lista de problemas, hay que reseñar el aspecto menos visible, el que representa en términos psicológicos la soledad, pues estamos hablando de una población muy mayor, vulnerable y con numerosas carencias afectivas al estar solos, aislados y dependientes en muchos aspectos de su vida. Estas poblaciones de estos núcleos rurales aislados, desintegrados y mal comunicados adolecen de bares, restaurantes e incluso iglesias donde socializar, conversar e integrarse socialmente, algo fundamental para la salud mental de cualquier ser humano, y acaban padeciendo trastornos de soledad agudos y un fuerte desarraigo social y familiar. 

Una reciente información de la agencia de noticias Efe informaba que “las aldeas y pueblos de la llamada España Vacía, e incluso muchas poblaciones de hasta 10.000 habitantes, sufren una elevada incidencia de enfermedades mentales derivada del envejecimiento y la despoblación, algo que incrementa la incidencia del suicidio”. Por ello, los especialistas en salud mental coinciden en señalar que, en zonas rurales con dispersión de población, al aislamiento y al envejecimiento se suman el mal acceso a los servicios de salud y la alta tasa de las enfermedades psicológicas. 

Por otro lado, según estimaciones realizadas a partir de datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), los municipios de 10.000 o menos habitantes, que reúnen al 20 por ciento de los españoles, se enfrentaron en los últimos 10 años a una frecuencia del suicidio cinco puntos por encima de la que les correspondería por población. Es decir, concentraron el 25 por ciento de estos episodios, cuando deberían registrar solo el 20 por ciento. 

Otro asunto digno de tratar, pero que desbordaría los límites de este trabajo, es la ausencia de vida cultural, de cines, bares, teatros, centros culturales, librerías y kioscos donde comprar un periódico, algo inexistente a veces en decenas de kilómetros y a lo que se ha sustraído a los miles de habitantes de la España vacía o vaciada. Por no hablar, de la aventura que resultaría encontrar una farmacia abierta en un domingo o un día cualquiera de la semana. Ochocientos de los dos mil municipios de Castilla y León ni siquiera tienen un bar. 

Respuestas desde la Administración

La toma de conciencia por parte de las distintas administraciones con respecto a este problema que presenta la España vaciada o vacía, como también se la denomina, ha sido tardía, descoordinada y poco atenta a las demandas de esta población que apenas ha comenzado a organizarse y plantear sus problemas abiertamente. No olvidemos que este término de España vacía o vaciada es muy reciente.

En el año 2016, el periodista Sergio del Molino publicó un libro de titulado La España vacía, en el que hacía un análisis de la situación de buena parte de la España interior. Partiendo de esa idea, posteriores análisis reivindicativos señalaron que esa parte de España no solo estaba vacía, sino que sucesivas políticas de todo signo la estaban vaciando, tanto de población como de acciones para revertir esa situación.

Después del éxito y la notoriedad alcanzada por el libro, los medios de comunicación comenzaron a prestar mayor atención al problema y las diversas administraciones públicas comenzaron a tener una mayor sensibilidad con respecto al desafío que plantea la España vaciada, aunque desgraciadamente ello no haya redundado en una mayor coordinación de las mismas en la búsqueda de soluciones ni en la puesta práctica de medidas concretas que frenen el éxodo rural en estos núcleos de población en vías de extinción.

Pese a la falta de propuestas e ideas para este auténtico problema, recientemente el eurodiputado socialista Sergio Gutiérrez Prieto ha presentado en el Parlamento Europeo el informe ‘Despliegue de los instrumentos de la política de cohesión por parte de las regiones para afrontar el cambio demográfico’, en el que ha llamado la atención sobre la necesidad de hacer inversiones en las zonas despobladas, ha pedido que se trabaje en medidas que permitan fijar a la población, que se faciliten las inversiones para que crezca el empleo y, en definitiva, se promueva la igualdad de oportunidades.

Movilización política de la España vaciada

Mientras la Administración se ha caracterizado por la inacción y la falta de voluntad política para tomar medidas concretas, la sociedad civil sí se ha movilizado en los últimos años para llamar la atención acerca de sus problemas reales en estas zonas desamparadas y abandonadas durante años. 

Varias iniciativas políticas, como los partidos políticos Teruel Existe, Soria ¡ya!, España Vaciada y otras iniciativas locales, han reivindicado una suerte de “revuelta” contra la Administración central, reclamando una mayor atención a estas zonas de España despobladas, envejecidas y olvidadas. Sin embargo, las últimas elecciones generales celebradas en España, el 23 de julio de este año, arrojaron unos resultados bastante decepcionantes para estas fuerzas políticas. España Vaciada, que se presentaba en Salamanca, Palencia, Burgos, León, Valladolid, Asturias, Toledo y La Rioja, apenas superó los 3.000 votos y quedó fuera del parlamento.

También perdió su único escaño en el legislativo Teruel Existe y Soria ¡ya! obtuvo unos buenos resultados pero muy lejos de conseguir su ansiada representación política. Tampoco consiguieron en las elecciones locales celebradas este año unos buenos resultados, aunque en las autonómicas del año 2022 celebradas en Castilla y León hay que reseñar que Soria ¡ya! consiguió tres procuradores y Por Avila, uno, en el legislativo de esta comunidad autónoma. También hay representantes políticos de la España vaciada en las Cortes de Aragón, aunque sin participar en el gobierno, y en el resto de las comunidades autonómicas, simplemente, no existen. Lejos de haber obtenido el impacto político que esperaban en las instituciones, el mayor éxito de estos grupos es que se haya visualizado al menos la España vaciada y se haya hecho presente en la sociedad y en los medios.

Futuro de la España vaciada

Quizá porque el problema del despoblamiento va en aumento e incluso se agrava en los últimos años por el acuciante envejecimiento, las autoridades locales, siempre más pegadas a los problemas de la gente que las de los aparatos central y autonómico, tendrán que tomar medidas urgentes y evitar la actual sangría. La Asociación contra la Despoblación argumenta que  “hay que potenciar la agricultura y ganadería responsable, sostenible. Potenciar la industria agroalimentaria de calidad”, que son la base del sustento de estos municipios”. Sin embargo, todos estas buenas intenciones chocan con un administración poco consciente de estos problemas y que debería apostar por simplificar los trámites administrativos para favorecer la apertura de negocios y microempresas públicas o privadas, mejorar las infraestructuras de comunicación y transporte o fomentar el teletrabajo, favoreciendo un modo de vida alternativo a la aglomeración urbana, entre otras medidas, tal como señalaba un alcalde de la España vaciada, Arturo Zarzuela.

Para concluir, una vez presentado el problema en profundidad y vistas sus escasas perspectivas de resolución en el corto plazo, la España vacía o vaciada seguirá aumentando territorialmente y más municipios se sumarán a la larga lista actual, en medio de la desidia administrativa y un país que siempre miró con desdén a su periferia rural. El cambio de este discurso casi secular, por ahora un deseo muy lejano, sería el comienzo de una nueva relación entre la administración central y las distintas administraciones y esta parte vaciada del país que pide a codazos ser reconocida como tal antes de que acabe desapareciendo para siempre irreversiblemente.

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