El sindicato UGT ha pedido más mano dura, es decir, más sanciones e impuestos, contra las empresas contaminantes para paliar los efectos de la catástrofe climática. Las empresas más peligrosas medioambientalmente hablando se están embolsando miles de millones con las ayudas a la descarbonización a cambio de nada: ni más empleo, ni menos CO2 a la atmósfera. Cada año, los gobiernos destinan ingentes partidas presupuestarias para paliar los efectos del calentamiento global, pero no se perciben mejorías en las mediciones. Al contrario, la temperatura de la Tierra sigue subiendo. No es que no se esté haciendo nada, es que el sistema no funciona o quizá nos encontramos ante una nueva gran estafa del sistema capitalista: la corrupción verde. ¿A dónde van a parar las subvenciones y fondos, además de los impuestos de los contribuyentes, si estamos peor que nunca y dentro de diez años habremos atravesado el punto de no retorno? Nadie sabe responder a esa pregunta, entre otras cosas porque los controles están fallando, como ocurre casi siempre que se habla de ayudas oficiales.
El sistema de cuotas de la UE ha demostrado ser ineficaz para incentivar, por ejemplo, a la industria del cemento y del acero que debe adaptarse al cambio climático, y tampoco ha servido para mantener los puestos de trabajo que las compañías amenazaban con eliminar en caso de que se aplicaran impuestos.
"No es justo que grandes empresas contaminantes obtengan miles de millones de euros de beneficios cada año a costa de los bolsillos de toda la ciudadanía, al tiempo que aceleran las crisis climáticas y las desigualdades se acrecientan. Se deben destinar fondos internacionales suficientes a la adaptación y a las pérdidas y los daños de los países y comunidades más vulnerables. Fondos que en ningún caso deberían agravar la deuda de los países del sur", asegura UGT. En este sentido, el sindicato exige al Gobierno español que cumpla con sus compromisos de financiación.
Numerosos analistas y expertos creen que la descarbonización es imposible y que la transición energética hacia las renovables ha fracasado. Ni siquiera altos responsables de la UE creen ya que se puedan cumplir los objetivos medioambientales previstos en la Agenda 2030."La guerra de Ucrania no frenará la descarbonización de la economía", aseguró el comisario europeo de Medioambiente, Océanos y Pesca, Virginijus Sinkevicius. A su vez, los estados europeos vuelven a mirar al carbón y al petróleo como única solución para superar la crisis energética.
Paralelamente, los científicos siguen avisando de que estamos al borde de una catástrofe climática que podría acabar con la especie humana ni no reducimos las emisiones y la temperatura del planeta, que de seguir este ritmo registrará un aumento de entre un grado y medio o dos a mediados de este siglo. Lo cual significaría la pérdida de entornos naturales y de miles de especies vegetales y animales. "Vamos tarde con los Acuerdos de París y el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible", recuerda un investigador del CSIC. "La vuelta al carbón es pan para hoy, hambre para mañana", denuncian desde WWF España.
Por si fuera poco, acabar con la emergencia climática cuesta dinero a los exportadores de crudo. Los ingresos de 40 países petroleros podrían caer de 17 billones de dólares a 9 billones de aquí a 2040 si se reducen las emisiones para limitar el calentamiento global a 1,8 grados. Venezuela sería el más afectado porque es el que más depende del crudo, pero también pugna por sus intereses el mayor exportador del mundo: EEUU. Por esa razón las grandes petroleras han ido dando marcha atrás en sus compromisos de transición energética. Un hecho sobre el que alerta Greenpeace, que asegura que no será un camino fácil porque los intereses de las empresas fósiles se van a anteponer a cualquier otra consideración ecologista.
Movilizaciones
Todo ello mientas se celebra la Cumbre de Dubái (Emiratos Árabes Unidos), que dará pie a “concentraciones y manifestaciones en muchas ciudades españolas por una vida en un entorno digno y sano, en las que UGT estará presente”.
El año 2023 se ha convertido en el más caluroso de la historia de la humanidad y, tras otro año 2022 de récords sin precedentes, los efectos del cambio climático ya impactan de forma desastrosa sobre millones de personas en nuestro territorio y en el resto del planeta. Las olas de calor, las sequías extremas, las lluvias torrenciales, los incendios forestales, están causando miles de víctimas mortales y ya afectan gravemente a las condiciones laborales y el bienestar de la clase trabajadora en todo el mundo.
En relación con la Cumbre del Clima de la ONU, la prioridad principal de UGT, en cooperación con la Confederación Sindical Internacional (CSI), es la adopción de un Programa de Trabajo sobre la Transición Justa que garantice que las cuestiones relacionadas con el trabajo ocupen un lugar destacado en los debates sobre políticas relativas al clima; la defensa de los derechos humanos y laborales al tiempo que se promueve la participación inclusiva en la formulación de políticas relativas al clima; el refuerzo de las ambiciones en materia de mitigación para crear empleos de calidad; y el apoyo de medidas de transición ecológica justa.
Se está produciendo una crisis climática mundial que afecta a toda la humanidad. "UGT se moviliza en el marco de un llamamiento internacional como personas afectadas y en solidaridad con los países del Sur global más impactados de forma injusta por la crisis climática, ya que son los que tienen menos responsabilidad en provocarla", aseguran fuentes sindicales. Por ello, el sindicato exige fondos internacionales suficientes para la adaptación y la recuperación de las pérdidas y daños de los millones de personas del Sur global, que se ven obligadas a abandonar sus hogares por las consecuencias climáticas.