A lo largo del tiempo el socialismo ha visitado distintos métodos de análisis de la realidad circundante. El materialismo dialéctico (o Diamat) que fue durante décadas la doctrina oficial del mundo soviético; el materialismo histórico del padre del socialismo contemporáneo (Karl Marx) y doctrina del propio PSOE hasta 1979; o el materialismo histérico, el propio de los tiempos actuales donde hacen materia lo que es subjetivo. En Castilla-La Mancha se ha pasado del socialismo ilustrado (y en alguna ocasión lustroso) de José Bono –quien acudió fiel a su cita con sus compañeros y compañeras- o de José María Barreda, doctos ambos, al materialismo manchego del actual secretario general y presidente de la Junta, Emiliano García-Page.
En la apertura del 12° Congreso de los socialistas manchegos ha habido discursos de todo tipo, algunos excesivamente largos –como el de la alcaldesa de Toledo, Milagros Tolón–, otros clásicos –véase a los secretarios generales de las centrales sindicales–, otros aparateros –como le tocaba a Sergio Gutiérrez al ser secretario de Organización– y cosas de ministros. Sí, porque han acudido un ministro y una ministra a dar un saluda. En el caso del ministro de la Presidencias, Félix Bolaños, han sorprendido la demagogia –ha tenido la ¿se puede decir cara? de pedir mucho debate y muchas propuestas para el congreso manchego cuando todo el mundo sabe que eso fue obviado en el congreso federal– y los gritos. Esa manía de gritar para ganar aplausos tribuneros no es muy del gusto de los socialistas manchegos (aunque algún secretario provincial sea dado a ella). Algo que sabía la ministra portavoz, Isabel Rodríguez que, más allá del idealismo de lo ecológico y los techos cubiertos de placas solares, no ha necesitado recurrir a esos excesos verbales.
Page en su salsa
En realidad el chau chau de antes del congreso en sí es un requisito clásico pero que a quienes habían acudido allí en las distintas delegaciones pues… eso. Sí ha gustado, hasta llegar a la emoción el vídeo de recuerdo a los y las militantes que han caído en el transcurso del tiempo, en especial la de Jesús Fernández Vaquero. Muy emotivas las palabras de su viuda Manoli Maqueda. Tras secarse las lágrimas, llegaba el momento de la verdad, lo que querían escuchar los cuadros y militantes, a su jefe de filas y presidente manchego. A diferencia de lo que viene sucediendo en otros congresos, no se sabe si más divinos o divinizados, Page sí ha querido defender su gestión, que se debatiese (varias intervenciones) y se votase (aunque haya sido por aclamación). Como ha manifestado el propio secretario general, a él esas cosas nuevas no le gustan, prefiere respetar las tradiciones del partido. El que quiera entender que entienda.
Ese partido añejo que enseñó, como ha recordado Page, que Socialismo es libertad. No la libertad de la época de Cospedal que se trataba de desmontar lo social y endeudar lo público, paradoja que ha expuesto con socarronería el presidente, es la libertad de ser, hacer y deber ser. Esa es la ética del materialismo manchego, algo que se ha palpado en la gestión de los últimos seis años y, especialmente, desde la pandemia. Como ha preguntado retóricamente “¿Os imagináis esta pandemia gestionada por Cospedal?”. El pánico ha recorrido los rostros. Un PSOE que respeta, cuando menos, las formas y no va metiendo el dedo en los ojos “a los que ganan elecciones por mayoría absoluta”. Porque, aquí se ha venido arriba, igual tienen que aprender algo de los manchegos quienes no ganan tanto y tantas veces. Que igual sólo igual, el materialismo manchego es menos vistoso pero más eficaz y, esto lo ha remarcado, más beneficioso para los españoles.
Pasar por la izquierda a otros
Como buen marxista sin saberlo, Page ha defendido no sólo la teoría sino la praxis. El trabajo del día a día, de los consejeros, de los presidentes del diputación, de los alcaldes y alcaldesas y todos esos munícipes que tiene el PSOE por toda Castilla-La Mancha. Ese hablar unos con otras para que comunicar lo que está mal o lo que se puede hacer sin necesidad de redes sociales o postureos innecesarios. No se ha escondido y se ha reconocido socialdemócrata (de mierda le habrían dicho si quedasen clásicos en el partido), pero no de esa socialdemocracia de las fantasías, de los grandes eslóganes, del hoy digo una cosa y mañana otra, sino de la socialdemocracia clásica de teoría y praxis. En cierto modo Page es un althusseriano sin saberlo, es de la vieja guardia del socialismo que defendía que para cada situación concreta había un análisis y una práctica concreta.
Eso sí, en su casa no le gusta que le vengan a tocar las partes pudendas. Que es muy bonito decir a los demás que hagan lo que uno se olvida de hacer. La defensa de Castilla-La Mancha, sin importar clases, gustos o aficiones, siempre va a contar con su persona, ha dicho, no para ser más que nadie, sino para que no les tanguen con el agua, la financiación o las infraestructuras. Un poco más y se arranca con un “y a los manchegos se les respeta”, pero se ha quedado en que bajo su gobierno se respetan las opiniones y las tradiciones –salvo aquellas que atentan contra los derechos humanos– y que por ello ni el PP (por inutilidad del presidente pepero, algo que ha debido pensar pero no ha dicho así), ni Vox tienen nada que hacer salvo acabar con lo bueno que tiene la región. Y defenderá a la región contra quien sea necesario, amigo o enemigo.
Hoy cuando lean estos párrafos igual ya han escuchado las sorpresas de Emi, como le llaman en el partido. Igual hasta le han insultado porque creen que es enemigo de Sánchez. O igual están de puente disfrutando de la familia que es lo mejor que pueden hacer. O igual…