La paja y la viga

Los ataques contra la labor informativa y comprometida son la muestra de la poca altura moral y el miedo del sistema imperante

05 de Noviembre de 2024
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Duelo a garrotazos, Goya

Sabía que ocurriría: la enorme repercusión que está teniendo la labor informativa que se está haciendo desde el programa Horizonte, desde la colaboración que diferentes perfiles públicos que acompañamos a Iker Jiménez, iba a tener respuestas enormes. Las más importantes, las de reacción de la población que ha podido conocer lo que realmente estaba sucediendo en Valencia, ocultado por la mayoría de los medios de comunicación. Reacciones de miles de personas que agradecen estar informadas, sin más intención que la del servicio social a una población abandonada a su suerte. Y eso es lo importante, lo que se debe mantener como objetivo y el sentido de las horas de trabajo, sin dormir, kilómetros y energía dedicadas a la ayuda, pero, también, a la denuncia necesaria de las enormes injusticias que se han producido. 

Los resultados de audiencia hablan por sí solos. El respaldo masivo de los espectadores al trabajo encabezado por Jiménez y Porter es incuestionable. Y comprendo que deja en evidencia a otras cadenas, a otros formatos, que se suponía que deberían ser los "favoritos" por el público para informarse en momentos de shock como los que vivimos. O eso se pensaban sus directivos, sus presentadores, que me consta que rabian porque "el de los fantasmas" está consiguiendo obtener respaldo y reconocimiento por su compromiso y trabajo. 

Sabía que esto pasaría factura, porque desgraciadamente así se comportan algunos en esta piel de toro. Machacar al que consigue asomar cabeza y tener respaldo. Triste realidad de la que España parece no querer escapar, en lugar de aprender, recapacitar y remar en la dirección necesaria. 

Con todo el ataque que estoy viendo a través de redes sociales (en la mayoría de los casos coordinado, organizado y burdamente tejido), pero también desde algunos medios de comunicación -que deben sentirse cuestionados-, me parece obligado expresar mi opinión, basada en la experiencia vivida desde que colaboro, recientemente, en este programa. 

Horizonte se basa en el criterio de la libertad de expresión, de la libertad de información, al tiempo que exige un máximo rigor a la hora de plantear sus contenidos. Nadie es infalible, claro está, porque todos podemos cometer errores. Pero desde lo que yo conozco, es un formato que huye tajantemente de la manipulación deliberada, de la censura, de la propaganda interesada. 

Se critica al programa porque en él pueden verse figuras que, normalmente, en otras tertulias no aparecen. Personas con perfiles profesionales incuestionables, con opiniones que rompen el esquema de la "oficialidad" imperante en las agendas políticas. Y entre ellos, perfiles que podrían alinearse en la derecha. Como si la derecha no existiera en la sociedad en la que debemos convivir. Como si no hubiera necesidad de escuchar distintas voces, diferentes opiniones. Como si no fuera necesario establecer claramente un espacio de debate abierto, que tanto necesita un país atrincherado en "los míos" y "los tuyos". 

Es lógico que cueste entenderlo cuando lo que se consume normalmente, y por casi todas partes, es absoluta propaganda. Es difícil para muchos entender que la democracia implica, precisamente, entender que hay diferentes puntos de vista y que todos merecen ser escuchados. Porque de lo contrario, habrá muchas cosas que no entendamos. No por silenciar puntos de vista, dejarán de existir (y esto es algo que la tele sabe hacer bien: lo que no se cuenta, no existe). Y precisamente por ello, me siento personalmente honrada de poder participar y que mi voz sirva, simplemente, para sumar. 

En las últimas horas, mientras parte del equipo del programa se dirigía a Valencia con decenas de camiones llenos de alimentos, medicina, material de ayuda y también con casi un millón de euros recaudados para ayudar, las redes estallaban por un vídeo, descontextualizado, que mostraba a Rubén Gisbert, abogado y activista valenciano, manchándose de barro durante la emisión del programa del pasado domingo. Un video que generó dolor, rabia e incomprensión porque era evidente, sería utilizado para tratar de invalidar la encomiable labor que desde Horizonte se hace, se está haciendo, y continuará. 

La reacción de Iker fue inmediata y contundente. Algo nunca visto por parte de ningún responsable de ningún programa. Sin medias tintas, desde el dolor sincero, manifestar su rechazo a una actitud que, posteriormente, sería explicada por el propio Gisbert

Ciertamente, cuando Gisbert explicó que eso que habíamos visto y que nos había dejado helados, lo hizo por querer aparecer ante las cámaras de la misma manera en que se le había mostrado y no generar una posible incoherencia en las imágenes. Un vídeo emitido en el programa del domingo, había tenido que ser grabado porque mostraba el interior de un garaje, y no había cobertura para retransmitirlo en directo. Y para continuar esa toma ya en el exterior, Gisbert quiso mostrar su imagen en concordancia con la que se mostraba en el vídeo previamente grabado. La verdad es que fue una decisión absurda, fue un error, pero no fue nada grave (una vez que se ha explicado). La cuestión está en que no había necesidad alguna y no pasaba nada por aparecer sin barro. Nadie en su sano juicio puede poner en cuestión que este muchacho lleva desde el primer minuto retransmitiendo las necesidades desde la zona abandonada a su suerte. Pero también es obvio que el director del programa marque la línea roja con contundencia, porque ese "gesto" puede dar lugar a pensar que se frivoliza, que se estira la verdad y que se falta el respeto de la audiencia con ello. 

No cambia nada la labor hecha por Gisbert, ni la labor hecha por Horizonte y su equipo. Acción inmediata, información directa, periodismo. Compromiso con la sociedad y, obviamente, desde la humanidad, el reconocimiento de un error nimio que se ha querido exagerar para tratar así de manchar el buen trabajo realizado. 

Es importante decir las cosas. Es importante no esconderse. Es importante señalar la paja en el ojo propio mientras se denuncia la enorme viga en el ajeno. Y eso escuece. 

Pretende restar credibilidad a nuestro trabajo con insultos, con ataques organizados, con simplezas que pretenden invalidar el compromiso de mujeres y. hombres libres que quieren ayudar a la sociedad de la que forman parte. 

Ese cuadro de Goya, el de la pelea a garrotazos entre dos hombres sumidos en el barro, describe a la perfección lo que algunos desean hacer de esta catástrofe humana que está siendo lo que vemos día a día en Valencia

Me niego a contribuir en esos garrotazos. Me niego a cabar trincheras para lanzarnos mierda sin sentido. 

Si a alguien pueden servirle mis palabras, creo ahora más necesario que nunca que la sociedad sea consciente de lo difícil que es romper el silencio, informar desde la humanidad, desde la cercanía y la empatía. Mantenerse alejados de las presiones, los intereses obscenos y las cortinas de humo que imperan en buena parte de los medios. Y allí donde se pueda aportar, donde se pueda exponer con respeto, donde se sepa escuchar, para mí será siempre un placer echar una mano. Como me consta que hacen los compañeros de Horizonte, Iker, Carmen, el Coronel Baños y también Rubén entre otros muchos. 

Quien no haya cometido un error en su vida, que se lo haga mirar, porque probablemente tenga un problema de autopercepción. Lo importante cuando alguien se equivoca es reconocerlo, dar la cara y seguir adelante. Y eso, me consta, que también molesta, porque otros no serán capaces jamás de hacerlo. 

Rubén se manchó de barro las rodillas pensando que así mantenía coherencia con la imagen dada, una decisión absurda e innecesaria, sin intención de mentir ni de engañar a nadie. Otros están de mierda hasta las orejas y hacen lo impensable para salvar sus posaderas importándoles muy poco la verdad. El grave e imperdonable error está en poner el foco exagerando la paja para no ver la viga: seguiremos denunciando las muertes evitables y la absoluta desatención de las personas afectadas y la responsabilidad de todos los que pudieron evitarlo. Por mucho que les joda a algunos.  

 

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