Sánchez, Feijóo y todos los políticos no entienden que la corrupción del pasado no justifica la presente

La réplica del presidente del Gobierno ha estado focalizada en atacar al Partido Popular por la corrupción durante los gobiernos de Aznar y Rajoy

09 de Julio de 2025
Actualizado a las 12:59h
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Sánchez corrupcion PSOE
Pedro Sánchez en un momento de su réplica

No hay tipos de corrupción, no hay corrupción de baja, media o alta intensidad. La corrupción es corrupción, ya sea política, económica, empresarial, judicial o jurídica y, como tal, debe combatirse con las mismas estrategias con las que se lucha contra el terrorismo. Sin embargo, la clase política, tanto de derecha como de izquierda, ultraizquierda y ultraderecha, cada vez que le estalla un caso acude a la que se perpetró en el pasado por sus adversarios políticos. Eso es lo que ha sucedido hoy en el Congreso de los Diputados. En medio de un nuevo caso de corrupción del PSOE, Pedro Sánchez ha utilizado la réplica para atacar al Partido Popular por los múltiples casos del PP durante los gobiernos de Aznar y Rajoy.

Este es el primer gran error si de verdad se pretende erradicar o, al menos, una lacra que en España es sistémica desde la época de los fenicios. Lo que no se puede pretender es justificar la corrupción propia del presente con la que perpetró el oponente en el pasado.

Felipe González no podía justificar la corrupción en su etapa de gobierno con la que hubiera sucedido durante el franquismo o con UCD. Aznar no se podía apoyar en la de González como Zapatero no lo podía hacer con la de Aznar ni Rajoy con la de Zapatero y, finalmente, Sánchez con la de Rajoy. Hacerlo de este modo elimina la capacidad de crítica y análisis profundo de la situación y, en consecuencia, las soluciones o estrategias que se pudieran plantear parten de un planteamiento errado. De eso se aprovechan los corruptos y los corruptores.

Hoy, Pedro Sánchez ha aprovechado la réplica a las intervenciones de los grupos parlamentarios para ejecutar la misma cantinela. Sí, yo tengo un caso de corrupción, pero el PP ha tenido muchos más. Hay que insistir, lo que sucediera en el pasado no justifica lo presente ni, por supuesto, le quita gravedad.

Sánchez ha rozado el desdén hacia Feijóo. Tras escuchar lo que calificó de “discurso moderado y constructivo” del líder popular, Sánchez arrancó su intervención con ironía: “Me encanta esta nueva versión del Partido Popular, solo hay que fijarse en el respeto que han mostrado sus diputados hacia Yolanda Díaz”, replicó, en referencia a las continuas interrupciones que sufrió la vicepresidenta segunda durante su intervención.

Con un punto de humor cortante, el jefe del Ejecutivo reprochó a Feijóo haber dedicado apenas “medio minuto” al Plan Estatal contra la Corrupción, una de las piedras angulares de la comparecencia de hoy. “La corrupción cero no existe, tampoco en el PSOE, pero no estoy dispuesto a recibir lecciones de quienes pregonan una pureza política que nunca fue real”. A renglón seguido, Sánchez contrapuso los expedientes abiertos: “Mientras en el PSOE hay tres personas investigadas, en su partido hay más de doscientos cargos señalados”, subrayando el desfase entre las críticas de la oposición y su propio historial de actuaciones.

La ceguera política se ha visto en el hecho de que Sánchez presentara a José Luis Rodríguez Zapatero como ejemplo de integridad pública. Parece ser que también desconoce Sánchez la concesión de una explotación petrolera en la Faja del Orinoco, tal y como reconoció el vicepresidente venezolano Rafael Ramírez, o los sistemas por los que se permitió operar a Banco Santander con entidades iraníes para eludir el embargo internacional…, entre otras cosas.  

Asimismo, recordó las sombras que oscurecieron las etapas de José María Aznar y Mariano Rajoy: “Aznar se quedó corto al referirse a Rajoy, cuando en su mandato se acumularon sesenta casos de corrupción, con más de 1.400 millones de euros bajo sospecha y unos 1.200 cargos investigados”, afirmó, para reforzar la idea de que la vigilancia contra el fraude debe ser un imperativo compartido y no un arma arrojadiza.

En esta réplica tan personal como política, Sánchez hizo gala de un discurso que sólo busca contrarrestar la narrativa del PP sobre su gestión, al tiempo que reivindicar la supuesta solidez de su plan anticorrupción.

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