Puede resultar una paradoja, pero no lo es. La reforma laboral de Pedro Sánchez está consiguiendo unas tasas de contratación indefinida desconocidas en España. Sin embargo, la realidad es que los empresarios han encontrado la receta perfecta para mantener las mismas ratios de temporalidad y precariedad firmando contratos de carácter indefinido: el periodo de prueba.
La realidad es que los efectos de la reforma laboral de Pedro Sánchez se han quedado en la terminología de los contratos, no en su efecto, dado que el mercado de trabajo español continúa en unas tasas de precariedad más propias de un país en desarrollo. Todo ello sin entrar en los salarios miserables que se pagan en este país con la excusa de la competitividad y la reducción de costes.
Uno de los argumentos presentados tanto por el Ejecutivo de Sánchez para hallar una valoración positiva a su gestión, como por los sindicatos firmantes de la reforma laboral, es el incremento de los contratos indefinidos. Sin embargo, la realidad es muy diferente y los empresarios han vuelto a ganar la batalla, dando sentido a la calificación que se dio de la reforma laboral de Sánchez: «una tomadura de pelo para la clase trabajadora».
Las últimas estadísticas de la Seguridad Social demuestran que en los contratos indefinidos se están disparando las bajas. En concreto, se han multiplicado por nueve el número de personas que son despedidas en periodo de prueba respecto al año pasado, es decir, a antes de que entrara en vigor la reforma laboral de Pedro Sánchez. Hay que recordar que ese periodo de prueba, que oscila entre el mes y los 6 meses de duración, es un espacio de tiempo en el que el empresario puede prescindir de los servicios de un trabajador sin más razón que «no supera el periodo de prueba» y sin indemnización por despido.
Por tanto, ese incremento de un 902% respecto a antes de la entrada en vigor de la reforma laboral de Sánchez es la demostración de cómo, a pesar de llamarse indefinidos, los empresarios continúan con contratos basura. Sin embargo, la estadística que ponderan tanto el gobierno como los sindicatos firmantes es que la reforma laboral ha conseguido aumentar el número de contratos indefinidos.
Los datos oficiales muestran, por otro lado, que desde que se aprobó la reforma laboral se han incrementado también los despidos. Los números son demoledores porque han aumentado un 234,7% por causas objetivas, un 170% los disciplinarios, las bajas voluntarias un 258,7% y las involuntarias un 320,9%.
Estas cifras de la Seguridad Social demuestran que no se puede llamar reforma a lo que no lo es, porque las clases medias y trabajadoras de este país no han recuperado los derechos perdidos con las leyes laborales del Partido Popular en materia de despidos. Está claro que, por más que la propaganda monclovita y sindical se regocije del aumento de la contratación indefinida, de nada sirve eso si el despido sigue siendo igual de barato que con Mariano Rajoy.
Por otro lado, los datos oficiales demuestran que desde la entrada en vigor de la reforma laboral han aumentado de manera muy significativa los contratos a tiempo parcial y los fijos discontinuos. Ese incremento supera con creces la contratación indefinida a tiempo completo, que apenas alcanza un 15%.
La reforma laboral de Pedro Sánchez tampoco ha mejorado la protección a la mujer, puesto que los contratos a tiempo parcial se dirigen, principalmente, al sector femenino de la clase trabajadora. Además, la pobreza salarial sigue afectando principalmente a las mujeres, dado que son las que ocupan más puestos de trabajo a tiempo y jornada parcial.
Lo más grave es que, mientras en Moncloa y en las sedes de los sindicatos mayoritarios se pretende trasladar la eficacia de la reforma laboral, la inflación superior al 10% impide que tener un trabajo sea sinónimo de vivir con dignidad. La realidad es que España sigue con el mantra neoliberal de «mejor un mal empleo que no tener trabajo» y las leyes de Sánchez están demostrando su ineficacia porque la vida siempre se impone sobre la propaganda y el marketing.