La Organización Internacional del Trabajo (OIT) ha publicado un nuevo informe sobre Perspectivas sociales y del empleo en el mundo. En dicho documento, se constata una presión al alza sobre la desigualdad a medida que se estanca la participación del ingreso laboral y una gran proporción de jóvenes permanece sin empleo, educación o formación.
El estudio revela que la proporción mundial del ingreso laboral, es decir, salarios, que representa la parte de los ingresos totales obtenidos por los trabajadores, disminuyó en de 2019 a 2022 y desde entonces se ha mantenido estable, lo que agrava una larga tendencia a la baja. Si la proporción se hubiera mantenido al mismo nivel que en 2004, los ingresos laborales habrían aumentado en 2,4 billones de dólares solo en 2024.
El informe destaca la pandemia de COVID-19 como un factor clave de este descenso, ya que casi el 40% de la reducción de la proporción de ingresos laborales se produjo entre 2020 y 2022. La crisis exacerbó las desigualdades existentes, sobre todo porque las rentas del capital siguen concentrándose entre los más ricos, lo que socava los avances en reducir la desigualdad dentro de los países y entre ellos.
Los avances tecnológicos han desempeñado un papel fundamental en esta tendencia. Si bien estas innovaciones han impulsado la productividad y la producción, los datos sugieren que también han contribuido a la reducción de la proporción de las rentas del trabajo. El informe advierte de que, sin políticas integrales que garanticen un amplio reparto de los beneficios del progreso tecnológico, los recientes avances en el campo de la inteligencia artificial agravarán la desigualdad.
Según ha señalado Celeste Drake, directora general de OIT, «los países deben tomar medidas para contrarrestar el riesgo de disminución de la participación de los ingresos laborales. Necesitamos políticas que promuevan una distribución equitativa de los beneficios económicos, prácticas laborales justas y un crecimiento inclusivo, y que nos ayuden a retomar el camino hacia un desarrollo sostenible para todos».
El informe de la OIT confirma que una de las consecuencias más crueles del nuevo paradigma mundial implantado tras la concatenación de crisis desde el año 2008 es el de la codicia corporativa desaforada. Mientras los altos ejecutivos y los accionistas mayoritarios de las grandes compañías se llevan más de 90% de los beneficios, los trabajadores sufren con peores salarios, condiciones laborales más propias de la época anterior a la Revolución Industrial y, sobre todo, del chantaje constante que supone que si no se someten a la explotación, serán despedidos.
Más de un 50% de los trabajadores de las economías más avanzadas no tienen capacidad de ahorro suficiente para afrontar imprevistos o situaciones sobrevenidas. Esta cifra se eleva a más del 70% cuando se refiere al miedo a no tener suficientes ahorros para cubrir los gastos fundamentales de subsistencia en el caso de perder la fuente principal de ingresos.
Mientras tanto, el 1% más poderoso cuenta los días para la presentación de resultados, el cobro de dividendos o de bonus variables millonarios. Mucho beneficio gracias a un trabajo prácticamente inexistente. Cuando se consiguen las cosas sin esfuerzo, entonces se genera la codicia de querer obtener más y más. En ese escenario estamos ahora.
Sin embargo, lo peor de todo es que muchos de esos trabajadores ven cumplidos sus peores temores porque se les está poniendo en la calle en masivos despidos colectivos. Este fenómeno se ha vuelto tan común en las economías avanzadas que los altos ejecutivos corporativos, en muchos casos por indicación de los grandes accionistas, han dejado de dudar a la hora de recortar puestos de trabajo cuando lo consideran necesario para incrementar la ratio de beneficios.
En España, por ejemplo, los expedientes de regulación de empleo (ERE) en las grandes compañías han sido salvajes. Sólo en el sector de la banca se ha despedido a más de 100.000 trabajadores desde que el gobierno español del Partido Popular impuso una reforma laboral que permitía el exterminio de puestos de trabajo en base a futuras pérdidas. A día de hoy, los bancos españoles están ganando decenas de miles de millones de beneficios netos a costa del bienestar de más de 100.000 familias.
A nivel mundial y en todos los sectores está sucediendo exactamente lo mismo. Reducción de plantillas para aumentar los beneficios y que el 1% pueda mantener su nivel de vida. En la industria tecnológica los despidos se cuentan por millones en todo el mundo. El mayor exterminador está siendo Elon Musk, el magnate con una visión medieval de las relaciones laborales, destruyó totalmente la estructura laboral de Twitter y, al parecer, ahora hará lo mismo en Tesla.
El capitalismo no es malo per se, el problema es cómo se enfoca la aplicación de este modelo económico. En 2008 se culminó un proceso por el que se le quitó el bozal al monstruo capitalista y se ha pasado de buscar el beneficio en la producción a la más absoluta especulación que tiene como único objetivo la acumulación de riqueza por el método que haga falta.