Terremoto político en Alemania

Tal como pronosticaban casi todas las encuestas, la extrema derecha alemana arrasó en las elecciones federales, duplicando sus votos hasta superar el 20% de los sufragios emitidos

27 de Febrero de 2025
Actualizado a la 13:15h
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Alice Weidel, líder de la AfD. Terremoto político
Alice Weidel, líder de la AfD.

No cabe duda que, a tenor de los resultados arrojados por las urnas, el malestar reinaba en Alemania, bien sea por la situación económica o la migratoria. O por ambas cosas a la vez. Se dio una fuerte movilización -más del 82%-, debido a un ambiente general de frustración y resentimiento hacia la clase política tradicional que ya no ofrece respuestas a las demandas de un electorado cansado de esperar en la cola de la historia. 

Los dos extremos del espectro político, Die Linke a la izquierda y AfD a la derecha, subieron espectacularmente y casi doblaron sus escaños. Die Linke -la izquierda- dobla votos, pasando de de 2,2 a 4,3 millones de votos y de 39 a 64 escaños, convirtiéndose, además, en la fuerza más votada de Berlín, un hito histórico y muy significativo. 

La Izquierda ha sido la gran sorpresa de estas elecciones, porque su éxito era menos esperado que el pronosticado por todas las encuestas para la AfD, y porque ha conseguido superar a la otra fuerza de izquierdas en la política alemana, el BSW de Sahra Wagenknecht, que partía como favorita en todas los sondeos publicados y que era una escisión de Die Linke. Al no superar la barrera del 5% y a gran distancia de Die Linke, BSW queda fuera del Bundestag (parlamento) alemán por al menos cuatro años. 

En lo que respecta a la extrema derecha, la AfD, que ha visto como el “cordón sanitario” no solamente no les ha penalizado, sino que parece beneficiarse y obtienen réditos políticos de su victimización, ha pasado de 4,8 a 10,3 millones de votos y de 83 a 152 escaños. En casi toda Alemania del Este, salvo la “isla” roja de Berlín, AfD arrasa y es la primera fuerza política en todos los lander (regiones), humillando a los partidos tradicionales y mostrando su fuerza en las zonas económicamente más deprimidas del país.

Su victoria en las urnas ha mostrado que los trasvases en política son imprevisibles, pues el electorado de la extinta República Democrática Alemana ha pasado de militar en las filas comunistas -el partido comunista de ese periodo superaba los dos millones de militantes sobre una población de 17 millones- a votar masivamente por la extrema derecha. Luego otro aspecto que merece la pena analizar es que Die Linke y la AfD arrasan y lideran en el voto joven -entre los 18 y 35 años-, desbancando a los partidos tradicionales en ese tramo. La juventud es la foto del futuro de un país. 

Uno de los grandes perdedores de estas elecciones han sido los socialdemócratas, el SPD,  que han obtenido los peores resultados desde el final de la Segunda Guerra Mundial y se puede concluir que el canciller actual y líder del partido, Olaf Scholz, ha llevado a un auténtico naufragio histórico a esta formación. El SPD ha pasado de 11,9 a 8,1 millones de votos y de 206 a 121 escaños, colocándose detrás de la extrema derecha. La recuperación del SPD implicará grandes dosis de realismo, interpretando el malestar de la gente y readaptando el discurso a las nuevas demandas del electorado alemán, y a un nuevo liderazgo que sea capaz de ilusionar a las bases del partido y al voto perdido, que ha migrado desde las filas socialdemócratas a la extrema derecha y la izquierda más radical.

Los liberales, fuera del Parlamento

Tampoco les ha ido mucho mejor a los dos aliados de los socialdemócratas en el gobierno, el liberal FDP y los verdes de Die Grünen, que conformaban con el SPD el fracasado e impopular gobierno de la coalición semáforo por los colores de cada uno de los tres partidos. Los liberales del FDP han pasado de 5,3 a 2,1 millones de votos y de 92 diputados a ninguno, al no haber superado la barrera del 5% de los votos que exige la ley electoral alemana para entrar al legislativo. Los alemanes les han pasado factura a los liberales por haber salido del gobierno casi sin explicaciones y haber abocado al país hacia una crisis innecesaria, poco justificada y provocando una grave trifulca interna en sus filas, que se tradujo en una caída en las encuestas comprobada después en las urnas. El impopular líder de los liberales y ministro de finanzas del ejecutivo alemán, Christian Lindner, pone así fin a una carrera política controvertida y polémica, cuya impopularidad en las calles ha llevado a la debacle total a los liberales. 

A los verdes tampoco les ha ido mucho mejor que a los liberales, pero al menos conservan su presencia parlamentaria y no han sido condenados a la irrelevancia como sus socios de gobierno. Los verdes pasan de 6,8 a 5,7 millones de votos y de 118 a 85 escaños, un castigo algo menor al propiciado por el electorado al SPD y al ya fuera del parlamento FDP.  En total, entre los tres partidos de la coalición de gobierno han perdido 211 escaños de un parlamento conformado por 630 parlamentarios, pasando de 416 parlamentarios a 205, un auténtico terremoto en la política alemana. 

Finalmente, a la derecha alemana conformada por la coalición CDU y su versión bávara, CSU,  su pírrica victoria quizá le resulte algo amarga al haber  quedado muy lejos de la mayoría absoluta. En votos, la coalición de centro derecha ha pasado de 11,7 a 14,1 millones y en escaños la subida es mínima, pasando de 197 a 208, muy lejos de los 316 necesarios para conformar un gobierno con mayoría absoluta. Su líder, Friedrich Merz, antiguo detractor de Angela Merkel, ha dicho antes y después de la campaña electoral que no pactara con la extrema derecha, la AfD, aunque existen bastantes dudas porque antes de la campaña acabó aceptando en el legislativo los votos del partido ultra a una de sus propuestas parlamentarias. 

Tras estos resultados, comienza la cábala de las probables coaliciones y cada vez se abre más paso lo que en Alemania se llama la “gran coalición”, es decir un ejecutivo formado por los dos grandes partidos que tradicionalmente han vertebrado la vida política alemana, la CDU/CSU y el SPD. Entre ambos, con 328 escaños, superan la mayoría absoluta ampliamente y podrían formar un ejecutivo que dote de estabilidad y seguridad a Alemania durante los próximos años. Lo que está por ver es si esa nueva reedición del “cordón sanitario” contra la extrema derecha detendrá la sangría de votos que padecen los partidos tradicionales y el efecto que la misma tendrá sobre el electorado alemán, toda vez que esa táctica ha fracasado hasta ahora y ha tenido el efecto contrario al buscado, habiéndose aprovechado AfD de un victimismo que claramente le ha dado réditos electorales. Atentos a los “cordones sanitarios”, tanto en Alemania como en el resto de Europa, pueden provocar resultados inesperados.

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