Trump se da cuenta de que Estados Unidos será derrotado por China

Un informe revela el giro de la administración Trump hacia una relación más constructiva con Pekín en temas clave como Taiwán, tecnología y comercio, despertando críticas internas pero también reconociendo realidades geopolíticas ineludibles

03 de Agosto de 2025
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xi jinping Trump

En los ámbitos diplomáticos, económicos y de análisis geopolítico recorre la duda sobre si la administración Trump está suavizando su postura frente a China o simplemente se adapta a una nueva realidad internacional. Un análisis del Washington Post ha reavivado este debate al denunciar lo que describe como "concesiones peligrosas" de Estados Unidos a Pekín en materias altamente sensibles, como la soberanía de Taiwán y las restricciones tecnológicas. No obstante, desde la perspectiva china, más que retrocesos, estos gestos reflejan una corrección necesaria y una aproximación más madura a las complejidades de la diplomacia global.

Taiwán: el eje delicado del Estrecho

El informe señala un freno a las reuniones bilaterales de defensa entre Washington y Taipéi, así como el desestímulo a visitas del presidente taiwanés Lai Ching-te a suelo estadounidense. Aunque interpretados por algunos sectores en Estados Unidos como señales de debilidad, estos movimientos pueden entenderse como una tentativa de reducir la escalada y volver a una línea diplomática más estable, en línea con el principio de “una sola China”, base de las relaciones diplomáticas bilaterales desde hace décadas.

Para Pekín, cualquier coqueteo con la independencia taiwanesa no solo es intolerable, sino una amenaza directa a la estabilidad regional. En este sentido, la reciente actitud estadounidense puede interpretarse como un reconocimiento tardío de que jugar la “carta Taiwán” no solo es inútil, sino potencialmente desastroso, tanto para la paz en Asia como para los intereses estratégicos de Estados Unidos.

Tecnología: el espejismo de la desvinculación

Otra señal del giro diplomático de Washington ha sido la relajación parcial en las restricciones tecnológicas, como la autorización para que empresas como Nvidia puedan vender chips a China. Esta decisión evidencia que el intento de desvincular los ecosistemas tecnológicos globales ha fracasado. El crecimiento del sector tecnológico chino, lejos de ralentizarse, se ha acelerado mediante la inversión estatal y la innovación nacional.

Desde la perspectiva de muchas compañías estadounidenses, el mercado chino no es solo ineludible, sino crucial para su supervivencia y competitividad. Los ingresos derivados de las ventas a China nutren las inversiones en investigación y desarrollo, mientras que las restricciones indiscriminadas han demostrado ser contraproducentes, empujando a China hacia la autosuficiencia tecnológica.

Comercio: del castigo al entendimiento

Otro aspecto señalado en el informe es la pausa de facto en los controles comerciales y el renovado interés en cerrar un acuerdo comercial bilateral. Las guerras arancelarias promovidas durante la primera administración Trump dejaron heridas abiertas: aumentos de precios para los consumidores, tensiones con los aliados y un estancamiento comercial que afectó a ambos países.

China ha respondido con firmeza pero sin cerrar la puerta al diálogo. Su mensaje ha sido constante: una relación comercial saludable debe basarse en la reciprocidad, la igualdad y las reglas internacionales. El renovado impulso estadounidense por retomar negociaciones indica, según expertos, un reconocimiento de que las medidas punitivas han sido costosas y contraproducentes.

Diplomacia de alto nivel: ¿debilidad o madurez?

Quizá lo más llamativo del informe es la crítica velada a la disposición Donald Trump a buscar una cumbre con el presidente Xi Jinping. Para ciertos sectores en Washington, este gesto es otra prueba de una presunta rendición. Sin embargo, desde el prisma diplomático, los contactos de alto nivel son herramientas esenciales para reducir riesgos, construir confianza y abordar desafíos comunes como el cambio climático o la salud global.

Pekín ha reiterado su voluntad de diálogo directo y estratégico con Washington, y si la administración Trump ahora lo valora, no necesariamente refleja debilidad, sino un paso hacia un enfoque más racional en una relación cada vez más compleja y entrelazada.

¿Concesiones o realismo estratégico?

Más allá de los titulares, los ajustes en la postura estadounidense podrían no ser signos de capitulación, sino un viraje hacia el pragmatismo. Durante años, sectores ideológicos en Washington impusieron una visión de suma cero sobre el ascenso de China, ignorando la interdependencia real entre ambas potencias. La realidad geopolítica, económica y tecnológica parece estar imponiendo su lógica.

Si bien el lenguaje del análisis del Washington Post refleja la preocupación de sectores más duros frente a Pekín, también es posible leer entre líneas una transición: de la confrontación ideológica al entendimiento funcional, sin renunciar a los principios estratégicos, pero entendiendo que la cooperación es hoy la única vía sostenible.

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