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Consuelo Ordóñez: “Los políticos solo se acuerdan de las víctimas de ETA para utilizarnos. Es repugnante”

Primera parte de la entrevista a la presidenta del Colectivo de Víctimas del Terrorismo

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Tarde de primavera, la cita es en la calle del Prado 21 en el Ateneo de Madrid. Hace solo unas horas llegó en tren de Valencia, ciudad en la que reside desterrada de su País Vasco desde el 2003. Es Consuelo Ordóñez.

Hoy, esta abogada, procuradora y presidenta del Colectivo de Víctimas del Terrorismo (COVITE) es un personaje público, no porque hubiera perseguido ese reconocimiento, sino como consecuencia del asesinato de su hermano Gregorio, por parte de un comando de la banda terrorista ETA, cuando era diputado del Parlamento Vasco y Teniente de Alcalde de San Sebastián.

Sin duda, para la familia Ordóñez, aquel 23 de enero de 1995 marcó un antes y un después y, muy especialmente, para su hermana Consuelo. De repente, esta desconocida procuradora de Guipúzcoa no tuvo ni tiempo de llorar la muerte de su hermano asesinado por razones políticas. No le dejaron. Su sola presencia en las marchas pacifistas convocadas en las plazas para reclamar el fin del terrorismo fue razón suficiente para que ETA se ensañara con ella: reiteradas amenazas de muerte, actos vandálicos en la fachada de su casa o ataques con piedras, una de las cuales le produjo una lesión de siete puntos en su cabeza, forman parte de su calvario.

Consuelo Ordóñez, presidenta del Colectivo de Víctimas del Terrorismo Covite, foto Agustín Millán
Consuelo Ordóñez, presidenta del Colectivo de Víctimas del Terrorismo Covite, foto Agustín Millán

En esta primera parte de la entrevista con Diario16, Consuelo Ordóñez desvela su lado más personal de aquellos años convulsos, donde no pudo, no le dejaron, sentir el dolor por el asesinato de su hermano. Con una elocuente asertividad, la presidenta de COVITE pone voz y sentimiento a cómo, por defender las libertades, luchar contra la violencia terrorista y pedir paz, pasó a ser objetivo de la banda armada: una víctima más. Y manda un claro mensaje a los políticos en activo que no va a pasar, de ninguna manera, desapercibido, o no debería.

¿Cómo se siente usted, que es familiar directo, que ha sufrido la pérdida, en este caso de su hermano, asesinado en el año 1995 por la banda terrorista?

Bueno, primero te voy a hacer una aclaración. Las víctimas somos más de 800 víctimas mortales, pero no te olvides de los heridos. Ellos son iguales que nosotros y también estamos hablando de víctimas de ETA, pero COVITE es una asociación de víctimas de todos los terrorismos. Ya sabes que mi obsesión es siempre tener presente a todas las víctimas de todos los terrorismos que ha habido en este país.

¿Cómo se siente ahora?

Pues la verdad es que el momento actual para ser víctima, especialmente en el País Vasco, es muy diferente al que yo he vivido gran parte de mi vida.

¿Puede explicar en qué aspectos ha cambiado la situación para las víctimas de ETA desde esos años hasta ahora?

No tiene nada que ver ser víctima ahora, sin ETA matando todos los días, que ser víctima con ETA cuando mataba o intentaba matar todos los días. Ojo, no es lo mismo ser víctima de ETA en el País Vasco que ser víctima de ETA fuera del País Vasco. Yo vivo en Valencia, soy desterrada forzosa. Me tuve que ir de allí precisamente porque fui víctima también de sus amenazas, de sus campañas de persecución, de su acoso sistemático diario.

¿Hace cuánto que vive en Valencia?

Yo ya vivo en Valencia hace 20 años. Se dice pronto, pero claro, ¿Dónde está mi cabeza?, ¿Dónde está mi vida, donde yo me he hecho a mí misma? Pues ha sido en el País Vasco, lógicamente. Entonces, por eso hay que diferenciar mucho, no tiene nada que ver, porque en este país, afortunadamente, tenemos un tiempo mejor para todos, ¿eh? No solo para las víctimas, sino para todos, desde que ETA ya no existe, claro, ya no mata.

Consuelo Ordóñez, presidenta del Colectivo de Víctimas del Terrorismo Covite, foto Agustín Millán
Consuelo Ordóñez, presidenta del Colectivo de Víctimas del Terrorismo Covite, foto Agustín Millán

Estamos hablando de que, en su historia personal y en su vida actual, sigue sufriendo las consecuencias del terrorismo de ETA. Usted misma lo ha dicho, desterrada…

Sí, sí, pero es que yo antes vivía las consecuencias de ser víctima de ETA, y vivía el acoso, el miedo, porque claro, yo no soy un héroe.

¿Cómo afectó esto a su vida profesional?

Antes vivías no siendo víctima. Ojo, las víctimas de ETA que habíamos dado la cara solo teníamos que cruzar una línea roja. Si cruzas la línea roja de significarte públicamente contra ETA, es cuando empiezas a tener problemas, te conviertes en una amenazada. Si pasas esa línea roja es cuando, efectivamente, empiezan a venir los problemas, las amenazas, el acoso, las campañas de persecución. Incluso me afectaban en el trabajo, yo era procuradora.

¿Entonces?

Y claro, era procuradora en Tolosa, y ya tenían que ser los abogados, los clientes, los que quisieran trabajar conmigo. Y hasta eso me resultaba complicado, mientras mis compañeros no tenían ningún problema en ir evolucionando, en vivir de su profesión, pues yo sí, porque los abogados que planteaban a sus clientes trabajar conmigo, no querían trabajar conmigo porque ya traíamos connotaciones.

Una popularidad no buscada

¿Y cómo fue que se pasó a ser un personaje público?

Porque en septiembre del año en que mataron a mi hermano, yo empecé a ir enseguida a esas manifestaciones donde tuvimos contramanifestaciones superviolentas. Nosotros éramos pacifistas, estábamos en un cuarto de hora reclamando la liberación de Aldaia en ese momento.

¿Qué tipo de amenazas recibían durante esas manifestaciones?

Ellos estaban todo el rato con «ETA mátalos, mátalos, mátalos, Gora ETA, independencia, los asesinos» y no contentos con eso, luego ya siempre era la misma escenografía; venía una camioneta, les repartía piedras. La Ertzaintza tenía orden de no intervenir y cuando acababa nuestra concentración silenciosa, pacífica, empezaban a lanzarnos piedras. Entonces, una de esas piedras me abrió la cabeza, me tuvieron que dar 7 puntos.

Y ahí es cuando Ud. cobra notoriedad…

Tres medios de comunicación se enteraron de que yo era la hermana de Gregorio y entonces ahí salté un poco a la fama.

¿Cómo se sintió al recibir tanta atención de repente?

En ese entonces no había víctimas ni asociaciones ni nada, y eran momentos convulsos. Todos los días estábamos en un intento de atentado o teníamos que ir a la otra concentración para condenar el asesinato del día anterior en la capilla. Todos con contramanifestaciones, todo el rato gritándonos encima con orden de no intervenir. El Gobierno Vasco, la Ertzaintza, no intervenía por orden. Empezaron a intervenir y protegernos cuando se armó revuelo al enterarse de que yo había sido una de las agredidas físicamente el día anterior.

Consuelo Ordóñez, presidenta del Colectivo de Víctimas del Terrorismo Covite, foto Agustín Millán
Consuelo Ordóñez, presidenta del Colectivo de Víctimas del Terrorismo Covite, foto Agustín Millán

Entonces, la desprotección era total para los manifestantes…

Yo estaba indignada. La verdad es que ahí empecé yo a despotricar: me parecía indecente que la Policía, sabiendo que todos los jueves de 20 a 20:15 pasaba lo que pasaba, no nos protegieran. ¿En qué parte del mundo se puede ver algo así? En esos momentos, estamos reclamando pacíficamente la liberación de una persona, y tenemos que estar aguantando a los proetarras que jaleaban la violencia, a los que quieren que maten a esa persona, y encima, nos tiran piedras a los pacifistas. ¿Cómo puede ser que la Policía no actuara para proteger a los manifestantes pacíficos?

“De hermana de” a activista por la paz

Usted no solo tuvo que pasar por el trauma y el calvario de la muerte de su hermano asesinado por ETA, sino que además sufrió el acoso continuo que no le permitió superar el duelo…

No, no, porque enseguida me convertí. Fue en septiembre. Entonces, empecé a salir ya en los medios. Los medios empezaron a venir a mi casa para que hiciera declaraciones después de un atentado.

¿Cómo fue para usted enfrentarse a los medios en esos momentos tan difíciles?

Yo ya me convertí. Yo iba ya, llevaba meses yendo a esas concentraciones, pero nadie me conocía, me camuflaba con la gente, era una más en las concentraciones y la verdad es que iba sola. Además, no te creas que mis amigos ni la gente que me rodeaba sentían necesidad de venir conmigo. Yo sí sentí esa necesidad. Esas concentraciones fueron claves en mi evolución personal, porque lo lógico es que cuando matan a tu hermano es sentir odio. La verdad es que al principio da una rabia que no la puedes contener.

Demasiado dolor, ¿no?

Claro, hay un dolor, una rabia, y además estás todo el día viendo declaraciones de los políticos. Yo también me sentí muy mal con eso, porque los políticos habían hecho declaraciones muy contundentes cuando mataron a mi hermano, pero luego a los dos días estaban sentados y negociando con los asesinos de mi hermano.

¿Cómo cree que esto afectó su perspectiva sobre la política?

No podía más con todo eso. La verdad es que viví momentos muy tensos, muy duros y sí, me convertí nuevamente en víctima, ya como amenazada. Sencillamente porque empecé a hablar, porque empecé a estar en primera línea. Las pancartas de todas las concentraciones, los medios de comunicación se habían acostumbrado a venir a mi casa porque yo hablaba después de los atentados, claro, había atentados cada dos por tres.

Claro, ¿cómo era la vida diaria bajo esa presión constante de las amenazas y las manifestaciones?

Sí, claro. Por eso viví esa época en la que heredé la popularidad de mi hermano también. Tenía continuamente llamadas a casa, todo el portal pintado con la “diana Ordóñez”, yo estaba en las pancartas.

Y los atentados provocaban asesinatos y lesionados, pero claro, en ese momento no había asociaciones. ETA estaba matando…

Como teníamos contramanifestación, me reconocían por la calle, incluso con casco, cuando iba con casco de la moto. Era normal, cualquiera de estos me gritaba «Ordóñez, al cementerio, Ordóñez, devuélvenos la bala«. Esos eran eslóganes que se habían puesto de moda y lo reconocían. Era como surrealista. Íbamos por la calle, y unos te insultaban y otros te decían “Olé, tus huevos, Ordóñez». Era surrealista todo.

Pero esos terribles años revueltos han cambiado…

Por eso siempre digo que no es lo mismo ahora, porque ETA ya no mata, ya no hay esa presión, no hay nada comparable con eso.

¿Cómo describirías el impacto de este cambio en la vida cotidiana de la gente?

Las consecuencias, claro, las heridas nunca se curan, sigue habiendo cosas que no vamos a aceptar y que son una provocación para las víctimas y causan dolor, esa exaltación continua, esa presencia de ETA en las calles que tenemos que denunciar todos los días. Hay muchas heridas que todavía no se han podido cerrar, la falta de justicia. Pero el ambiente, ya es como de la noche al día.

Consuelo Ordóñez, presidenta del Colectivo de Víctimas del Terrorismo Covite, foto Agustín Millán
Consuelo Ordóñez, presidenta del Colectivo de Víctimas del Terrorismo Covite, foto Agustín Millán

De activista a blanco de ETA

Usted no pudo pasar un duelo a nivel personal, sino que pasó a ser una víctima más de acoso. ¿Cómo vivió esa situación tan difícil?

Precisamente porque a partir del mes siguiente ya dije: “Tengo que ir a estas concentraciones que se hacían muy cerca de mi casa. Tengo que ir a estas concentraciones”. Era una necesidad y empecé a ir sola a esas concentraciones. Nadie me acompañaba sabiendo todo el entorno mío que yo iba. Eran duras, porque lo he pasado fatal. Sabes lo que es que acababan de matar a mi hermano y estar oyendo un cuarto de hora gritando «ETA mátalos«, con una jauría humana así, todos gritando como locos. Eso es el odio, somos víctimas del odio. No se nos olvide.

Y dentro de lo malo de esos momentos difíciles, ¿usted encuentra su lado positivo?

Yo ahí conocí a los mejores vascos, a los más valientes, a quienes hicieron en mí que se transformara ese odio, que todas las víctimas lógicamente tengamos, en una lucha constructiva contra el terror, constructiva e inteligente.

¿Podría compartir alguna experiencia específica con esas personas que menciona?

Eso me enseñaron mucho esas personas que encontré, personas anónimas. Y la verdad es que para mí ese momento también, pese a todo, viví todo, lo bueno y lo malo.

¿Cómo se siente al recordar a esas personas que se estaban movilizando sin ser víctimas?

Yo no tenía mérito, yo era víctima, pero ellas, que no eran víctimas, me dieron lo que yo necesitaba. No me hicieron sentirme sola. Entonces aprendí mucho de ellos. Ahí conocí gente: bastantes personas en mi vida se convirtieron después del asesinato de mi hermano en mi círculo de amistades. Por ejemplo, me hice amiga de Joseba Pagazaurtundúa en las manifestaciones del “Basta ya”. Incluso uno era amigo mío de cuadrilla, Javier Gómez Elósegui. Lo conocía de antes que mataran a mi hermano. Conocí a compañeros de mi hermano porque él nunca me había implicado en el partido.

¿Y qué decidió hacer?

Entonces empecé a conocer a compañeros de mi hermano cuando lo mataron. Algunos han sido amigos míos y han sido asesinados también por ETA. Eso no pasa con una víctima de Madrid o con una víctima en Valencia de ETA. La diferencia es brutal. Nadie sabe lo que hemos pasado. Para saber lo que hemos pasado tienes que estar allí. Por eso banalizar el terrorismo como se banaliza ahora, me duele muchísimo.

Instrumentación política de las víctimas

ETA dejó de matar hace más de 13 años. Pero en 2024, portadas, tertulias, parlamentos autonómicos y hasta en el Congreso de los Diputados se habla de las víctimas. ¿Qué opinión le merece?

No, no se habla de las víctimas, se utiliza a las víctimas, que es muy diferente. ¿Cree usted que esto afecta a la memoria de las víctimas de alguna manera? Hablar de las víctimas es lo que hago yo todos los días acordándome de las víctimas. Como yo lo hago, no lo hace nadie. Y eso cuesta mucho, hablar de las víctimas, porque no se sabe nada. Nadie sabe nada de las víctimas del terrorismo. Yo además, recuerdo a todas, todas las víctimas de todos los terrorismos todos los días en el día de su aniversario.

Seguramente los políticos que están actualmente desconocen la situación del País Vasco en los años más difíciles…

No, no conocen ninguna víctima ni les importa. Los políticos solo se acuerdan de las víctimas para utilizarnos como arma arrojadiza. Y eso es lo más repugnante, porque apropiarse de nuestros sentimientos, de la pluralidad que es sagrada en las víctimas del terrorismo, cuando tú no sabes ni te importa nada el 99,9% de las víctimas del terrorismo.

Consuelo Ordóñez, presidenta del Colectivo de Víctimas del Terrorismo Covite, foto Agustín Millán
Consuelo Ordóñez, presidenta del Colectivo de Víctimas del Terrorismo Covite, foto Agustín Millán

¿Cómo cree que podría cambiar esta situación?

Eso es algo que COVITE lleva muchos años criticando, denunciando la instrumentalización política que se hace de las víctimas.

¿Por qué cree que lo hacen los diferentes partidos políticos?

Bueno, la verdad es que esto viene ya de largo también. Es verdad que el partido que más sistemáticamente siempre ha utilizado a las víctimas históricamente ha sido el Partido Popular. Pero ojo, nosotros venimos del País Vasco, y el PNV también ha utilizado a sus víctimas. También han sido unos sectarios.

¿Cree que esta práctica de exclusión afecta a la percepción pública de las víctimas y su causa?

A COVITE nos han tenido excluidos de todo durante muchos años, de todas las políticas públicas que hacían. Solo contaban con sus víctimas afines.

¿Cree que esta exclusión se debe a motivos ideológicos o hay otras razones detrás?

Esto es una constante. También les pasa a las víctimas del franquismo, por ejemplo. Este país tiene una mala costumbre de enfrentar memorias y de utilizar víctimas. Un partido utiliza a las víctimas, los partidos de la derecha utilizan las víctimas de ETA, se apropian de nuestros sentimientos, y los partidos de izquierdas apoyan a las víctimas del franquismo.

Pero, aparte, las víctimas son víctimas independientemente de la ideología, porque hay víctimas de izquierda y de derechas…

Las víctimas somos personas, antes que nada. Somos reflejo social. Nuestra causa no tiene ideología política, no la ha tenido nunca. Nuestra causa está relacionada con valores éticos, con Derechos Humanos. Por eso siempre tendremos en común esos valores con otras víctimas de otras gravísimas vulneraciones. Aquí los únicos que confrontan memorias son esos políticos independientes que no tienen principios y que se dedican a apropiarse de las víctimas.

¿Y qué le parece?

Es lamentable que sea una táctica tan generalizada y que se siga banalizando con el terrorismo y con algo tan sagrado como es lo que hemos pasado. Somos reflejo social, somos personas antes que víctimas y somos pluralidad. COVITE tiene en sus estatutos, nuestra independencia y la pluralidad está recogida ya en el segundo artículo. Eso es lo que nos hace independientes de los partidos políticos, y eso es lo que nos da coherencia en toda nuestra trayectoria.

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