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Contar para no olvidar jamás

Alfons Cervera estremece en su novela ‘El boxeador’, un bello canto a la memoria histórica como ejercicio catártico contra el olvido que quieren imponer los adalides de la barbarie

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análisis

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Aquello que merece ser contado para que las generaciones venideras tomen nota y aprendan nunca debe ser defenestrado por intentos más o menos espurios de blanqueamiento de posiciones indefendibles o directamente indecentes. En plena vorágine de nauseabundos intentos de reescritura de la historia más reciente de este país para salir indemnes de atrocidades nunca asumidas como propias, obras como El boxeador (Piel de Zapa), del valenciano Alfons Cervera, se hacen más necesarias que nunca.

La palabra nunca será lo mismo que el silencio, como teme que suceda el propio novelista, poeta, ensayista y articulista, con gran reconocimiento público en otros países europeos como Francia o Alemania. De ahí esta bellísima novela, que va calando en el lector de forma continua y contundente, como un golpe seco en la boca del estómago. Porque sin duda no aborda un tema nada agradable, sobre el que se ha intentado extender por activa o por pasiva un mugriento manto para que todo lo abordado pase desapercibido y no escueza. Cuando el fascismo más atroz venció a los demócratas republicanos en la guerra civil no acabó ahí el infierno para miles de derrotados, que tuvieron que seguir sufriendo el estigma, la marginación o incluso la violencia constante. “Lo peor no fue la guerra, sino la victoria”, sentencia de forma atronadora el narrador.

El niño protagonista de esta historia, que recuerda aquellos inclementes días y noches de temores, amenazas y aberraciones contempladas y contadas, huye hacia el exilio francés en busca de aire y libertad. Su padre lo despertó de golpe de madrugada en pleno sueño y le dijo que había que salir del pueblo sin pensárselo dos veces.

“Lo peor no fue la guerra, sino la victoria”, sentencia de forma atronadora el narrador

Pero este estremecedor libro no cuenta esa marcha, sino el regreso, ocho décadas después, y sobre todo el recuerdo que queda de aquellos años, aquellos días, siendo un niño que sólo quería disfrutar con sus amigos de una infancia repleta de limitaciones y miedos a partes iguales, de ahí que ese saco a rebosar de harina colgado sobre un algarrobo que golpeaban el boxeador Esteban y sus chaveas se convierte en toda una metáfora que queda anclada en la memoria como una llaga nunca sanada del todo. “Un día dijo que golpeásemos el saco como si fuera la cabeza de un fascista y por la noche le pregunté a mi padre por qué había dicho lo del fascista y me contestó que Esteban vivía en otro mundo, en un mundo de boxeadores que nadie en Los Yesares conocía”.

Esta y otras historias, igual o incluso más impactantes que Cervera va desplegando sinuosamente, sin prisas y con un tacto exquisito, conforman un universo anclado en un pasado remoto que sigue muy presente para aquel niño que fue y regresa ochenta años después al escenario de su infancia. Como la historia del mejor atleta de la comarca, Fausto, que no había quien le hiciera sombra. Hasta que llegaron las fiestas de San Blas y el ayuntamiento convocó una carrera. Sin apenas despeinarse, se colocó en carrera a gran distancia del resto de competidores. Pero, de pronto, sus brazos cayeron hacia abajo como si fueran de plomo y dejó que lo adelantaran todos sus contrincantes. Estremece el final de este capítulo en palabras de Alfons Cervera, un escritor necesario para que quede constancia de los hechos mediante la palabra y la memoria. “Se abrazó a su mujer y se fueron los dos sin decir nada a nadie. Cuando salió de la cárcel, ya hacía mucho que las carreras habían dejado de celebrarse en la Serranía y Fausto era uno más de los olvidos con los que se ha ido construyendo la vida en Los Yesares”.

Así, la palabra obra el milagro y deja constancia de la memoria, en una simbiosis catártica. Porque como subraya el propio Cervera, que emociona en la dedicatoria de su novela, “al 14 de abril de 1931”, “a lo mejor es eso la memoria: una mezcla de realidad y de invenciones”.

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