Bruce Springsteen no ha venido a Europa solo a dar conciertos. Ha venido a dar la cara. En el arranque de su gira en Manchester, “The Boss” convirtió el escenario en una tribuna desde la que denunció, sin rodeos, el rumbo político de su país:
“Mi hogar, el Estados Unidos que amo, el Estados Unidos sobre el que he escrito y que ha sido un faro de esperanza y libertad durante 250 años, está actualmente en manos de una administración corrupta, incompetente y traidora”.
No es la primera vez que Springsteen alza la voz, pero pocas veces lo ha hecho con tanta contundencia. A sus 74 años, sigue conjugando guitarra y conciencia, espectáculo y militancia. Y lo dejó claro desde el primer minuto: la noche no solo iba a ser una celebración del rock, sino un acto de defensa de la democracia.
El concierto comenzó con Land of Hope and Dreams, un tema que simboliza esa América soñada por Springsteen: plural, justa, trabajadora. No es casual que dé nombre a esta gira, ni que lo interpretase en la investidura de Joe Biden. El repertorio, cuidadosamente elegido, incluyó además Chimes of Freedom de Bob Dylan, otro canto a la libertad y a los derechos civiles.
Antes de arrancar ese primer acorde, el artista lanzó un mensaje directo al público:
“Pedimos a todos los que creen en la democracia y en lo mejor de nuestra experiencia estadounidense que se levanten con nosotros, alcen sus voces contra el autoritarismo y dejen que suene la libertad”.
Y el público respondió con una ovación cerrada, consciente de que estaba viviendo algo más que un simple concierto.
El compromiso político de Springsteen no es nuevo ni impostado. Lleva décadas posicionándose en momentos clave. En 2004 impulsó la gira Vote for Change para apoyar al demócrata John Kerry. En 2008 conoció a Barack Obama, con quien mantiene una estrecha amistad. En 2023, el expresidente acudió a uno de sus conciertos en Barcelona. Y en la última campaña electoral no dudó en mostrar su apoyo público a Kamala Harris, siguiendo la estela de artistas como Taylor Swift.
Springsteen nunca ha separado el arte de la política. Para él, la música es un medio para contar historias, pero también para denunciar injusticias. Su crítica a Donald Trump es frontal, sin ambigüedades. Y no está solo: en el Festival de Cannes, Robert De Niro lanzó también un duro alegato contra el expresidente estadounidense, afirmando que “el arte es una amenaza para los fascistas”. Springsteen, desde el escenario, pareció responderle con acordes: “que suene la libertad”.
En tiempos de incertidumbre y retrocesos democráticos, Bruce Springsteen sigue demostrando que el rock puede ser una herramienta de resistencia. No por nostalgia, sino por convicción. En Manchester, el mensaje fue claro: la música importa, pero lo que está en juego es mucho más grande. Y él, como siempre, está del lado correcto de la historia.