Julia Minguillón: la gran dama olvidada de la pintura gallega

Una artista que trascendió la figura femenina en el arte español, pero cuya obra aún lucha por el reconocimiento que merece

24 de Mayo de 2025
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Julia Minguillón, Xuventude, 1948. Colección del Museo de Belas Artes da Coruña en depósito en Circulo de BBAA Madrid.
Julia Minguillón, Xuventude, 1948. Colección del Museo de Belas Artes da Coruña en depósito en Circulo de BBAA Madrid.

Julia Minguillón, una de las grandes figuras de la pintura gallega del siglo XX, sigue siendo una artista injustamente relegada al olvido dentro del panorama artístico español, a pesar de los méritos que acumuló a lo largo de su vida. Nacida en Lugo en 1906, Minguillón destacó por su técnica impecable, su sensibilidad paisajística y su capacidad para capturar la esencia de Galicia en sus cuadros. Con su estilo figurativo y realista, pintó escenas cotidianas, alegorías, paisajes y retratos que se han convertido en emblemas de la identidad gallega, pero también una crítica al olvido en que su figura se ha sumido.

El estudio de las pintoras, Julia Minguillón (Lugo,1907 Madrid,1965)
El estudio de las pintoras, Julia Minguillón (Lugo,1907 Madrid,1965)

Un talento por el retrato

Minguillón creció en un ambiente rural de Galicia profunda, lo que marcó su arte de manera indiscutible. Sus primeras etapas como pintora estuvieron llenas de desafíos, incluyendo la burla constante de sus compañeras de estudio en Castilla debido a su marcado acento gallego. Sin embargo, estas adversidades no solo forjaron su carácter, sino que también la impulsaron a desarrollar un talento excepcional para el retrato, que rápidamente se consolidó a lo largo de su carrera.

En 1934, con solo 28 años, Minguillón obtuvo su primer gran reconocimiento en la Exposición Nacional de Bellas Artes con una obra religiosa titulada Jesús con Marta y María, por la que recibiría la tercera medalla. Esta victoria sería solo el comienzo de una trayectoria que la llevaría a convertirse en la única mujer en ganar la medalla de oro en la Exposición Nacional de Bellas Artes, un logro que la distingue en la historia del arte español.

Julia Minguillón
Julia Minguillón

Sin embargo, pese a sus logros, Minguillón nunca gozó del reconocimiento de la crítica oficial, en parte debido a su condición de mujer, pero también a su enfoque académico en un momento en el que el arte español se volcaba en las vanguardias. Sus contemporáneos como Maruja Mallo, con quien compartió formación en la Academia de Bellas Artes de San Fernando, gozaron de una fama que Minguillón no alcanzó, quizás por su estilo más comedido y por no haber sido parte activa de las controversias políticas y sociales que marcaron la época. Mallo, con su actitud contestataria y su relación con la intelectualidad de la izquierda, contrastaba con la figura más discreta de Minguillón, quien optó por dedicarse a su arte y a su familia sin querer convertirse en un referente político o social.

Julia Minguillón, Escuela de Doloriñas, c. 1941. Óleo sobre tabla, 197 x 220 cm. Colección MNCARS, en dep. en el Museo Provincial de Lugo.
Julia Minguillón, Escuela de Doloriñas, c. 1941. Óleo sobre tabla, 197 x 220 cm. Colección MNCARS, en dep. en el Museo Provincial de Lugo.

Uno de los puntos más altos de la carrera de Minguillón fue la creación de Escola de Doloriñas, una obra monumental de casi cinco metros cuadrados que capturaba la vida cotidiana en una escuela rural gallega, con su maestra, Dolores Chaves, rodeada de una docena de niños. Esta pieza no solo ganó la medalla de oro en la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1941, sino que también trascendió el mundo del arte para convertirse en un emblema cultural de Galicia. La obra representa una de las imágenes más evocadoras de la identidad gallega, un reflejo de la vida rural y de la enseñanza en tiempos difíciles. A través de su pincelada precisa y su paleta de colores cálidos, Minguillón consiguió inmortalizar no solo un paisaje, sino también una época, una forma de vida y un sentimiento colectivo que perdura.

A pesar de su éxito, la figura de Minguillón fue eclipsada por la atención que recibieron otros artistas, especialmente aquellos vinculados a las vanguardias. La crítica y los historiadores del arte, tanto nacionales como internacionales, ignoraron a menudo su obra, a pesar de que esta mostraba una profundidad emocional y técnica difícil de igualar. Fue una mujer que, a pesar de haber sido pionera y de haber dejado una huella indeleble en la pintura gallega, se vio obligada a luchar contra las corrientes de su tiempo que favorecían la modernidad y el cambio por encima de la tradición y el clasicismo.

No es casualidad que Escola de Doloriñas haya llegado a convertirse en una pieza fundamental no solo para el patrimonio artístico, sino también para el patrimonio etnográfico de Galicia. En esta obra se refleja la austeridad y la dureza de la vida rural gallega de la época, pero también se transmite una humanidad profunda, llena de sensibilidad y de un amor incondicional por su tierra natal. Los niños que aparecen en el cuadro, con su mirada pensativa y su ropa sencilla, parecen transmitir una tristeza que invita a la reflexión sobre las dificultades que atravesaron las generaciones anteriores.

Julia Minguillón, O baño, 1945. Museo de Pontevedra.
Julia Minguillón, O baño, 1945. Museo de Pontevedra.

La vida de Julia Minguillón estuvo marcada por el trasfondo de la guerra civil española, que la llevó a refugiarse en Lourenzá, y por la constante lucha por su reconocimiento. Aunque se trasladó a diversas ciudades, incluyendo Madrid, Vigo y París, nunca dejó de luchar por su arte. Su última obra, Agonía, una representación de la crucifixión de Cristo, fue un testamento de su técnica y sensibilidad, realizada en los últimos días de su vida, cuando ya padecía una enfermedad terminal.

A pesar de todos los reconocimientos que obtuvo, Minguillón murió en 1965 sin alcanzar el renombre que merecía. Su fallecimiento dejó un vacío en el mundo del arte gallego, pero también un legado que con el tiempo ha ido rescatándose poco a poco. Hoy, a pesar de su injusto olvido, su nombre y su obra siguen siendo un referente para aquellos que buscan comprender la historia de la pintura gallega y española del siglo XX.

Julia Minguillón
Julia Minguillón

El hecho de que el municipio de Vigo haya decidido rendir homenaje a la pintora lucense, colocando sus cuadros en una de sus principales calles, es una pequeña muestra de la justicia que finalmente se le está haciendo a esta gran artista. Aunque aún queda mucho por hacer para que Julia Minguillón ocupe el lugar que le corresponde en la historia del arte, el reconocimiento póstumo que está recibiendo es un paso importante hacia la reparación de una injusticia histórica.

Julia Minguillón no solo pintó con los colores de su tierra, sino también con los sentimientos más profundos de su corazón. Su obra sigue viva, inmortalizada en el lienzo y en la memoria colectiva de Galicia.

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