Paul Auster y la plenitud vital

16 de Marzo de 2024
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Se puede abordar desde múltiples enfoques la intencionalidad literaria de la nueva novela del escritor estadounidense Paul Auster (Newark, New Jersey, 1947), Premio Príncipe de Asturias de las Letras y Comandante de la Orden de las Artes y las Letras de Francia, entre otras distinciones. Uno de ellos es la plenitud vital de un ser llegado al ocaso de su existencia, que contempla lo vivido, lo sufrido, lo amado y lo detestado de la vida con el equilibrio adecuado y equilibrado que otorga el paso del tiempo. Esta es la opción elegida para abordar el meollo de la crepuscular Baumgartner (Seix Barral), publicada siete años después de su última y mastodóntica 4 3 2 1.

Porque también podríamos decir que la melancolía y hasta cierto punto un posible testamento vital no reconocido pueden ser otras aristas de una novela en la que la vida transcurre a borbotones, precisamente cuando creemos que no está sucediendo entre sus páginas apenas nada, poco más que un chascarrillo concatenado de anécdotas interconectadas de un protagonista que, al comienzo de la novela, se quema la mano al retirar del fuego un cacillo con dos huevos pasados por agua para su desayuno.

Auster, mago absoluto de la narración como ha dejado buena muestra de ello en obras fundamentales de las últimas décadas como La trilogía de Nueva York, Diario de invierno o La noche del oráculo, entre otros muchos títulos imprescindibles (hasta 20 novelas tiene publicadas por el momento), aborda en Baumgartner la historia de Seymour ‘Sy’ Baumgartner, un profesor de Filosofía que afronta su inminente jubilación escribiendo un libro que titulará Misterios de la rueda mientras ahuyenta como puede, en una anodina vida solitaria, el recuerdo y el dolor que aún le produce la muerte, nueve años atrás, de su pareja y amor de su vida en un trágico accidente de playa.

Pero más allá de una novela de duelo estamos precisamente ante una obra optimista y evocadora, que recorre los aspectos más sobresalientes de una vida, a modo de capas de una cebolla, como muñecas rusas que Auster va poco a poco destapando para ofrecernos el verdadero tarro de sus esencias literarias. Y ahí hallamos al protagonista y su desbocado amor inicial de juventud junto a su querida y añorada esposa, con la que convivirá una bella historia de amor durante décadas hasta su muerte prematura, también sus encuentros insustanciales con otras mujeres, su paso por la experiencia de la guerra de Vietnam y el Nueva York de los setenta del pasado siglo, su carrera como profesor universitario…

El escritor de New Jersey no quiere que caigamos en la tentación de la melancolía y el recuerdo vacuo, sino más bien que miremos hacia adelante, pese a las adversidades

Mientras transcurre la existencia del protagonista, Auster nos ofrece también aspectos de la personalidad de su recordada Anna con textos literarios suyos encontrados en una caja abandonada. Así, podremos ir conociendo poco a poco los cimientos de un amor disfrutado en plenitud durante una vida entera hasta que la tragedia se cruzó para siempre en sus caminos. Porque de esto va también Baumgartner, de un ímpetu ímprobo del propio narrador Auster por insuflar a sus lectores ganas de beberse la vida saboreándola, de aprovechar cada momento que la existencia nos ofrece en cada encrucijada que el destino siembra en nuestros caminos.

El escritor de New Jersey no quiere que caigamos en la tentación de la melancolía y el recuerdo vacuo, sino más bien que miremos hacia adelante, pese a las adversidades, y busquemos las nuevas tentaciones que la vida nos pone en bandeja. En definitiva, una luminosa novela crepuscular repleta de vitalidad.

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