La reciente visita de Pedro Sánchez a Pekín, la tercera en menos de dos años, ha reafirmado el compromiso de España con el fortalecimiento de los vínculos con China en un contexto global marcado por la incertidumbre. En su encuentro con el presidente Xi Jinping, ambos líderes han defendido una visión común del multilateralismo, han abogado por la estabilidad internacional y han manifestado su voluntad de construir una asociación estratégica integral, con España como puente entre Europa y el gigante asiático.
Pedro Sánchez aterrizó en Pekín en un momento especialmente delicado de las relaciones internacionales, con una guerra arancelaria entre China y Estados Unidos que amenaza con desestabilizar los equilibrios globales. Mientras Washington endurece sus gravámenes sobre productos chinos, España opta por el diálogo, la cooperación y el acercamiento comercial.
Desde su llegada, el presidente del Gobierno ha mostrado un tono conciliador y pragmático. En su reunión con Xi Jinping, reiteró que España “siempre trabajará por unas relaciones entre la UE y China en las que imperen el diálogo, la reciprocidad y la armonía”. Sánchez también recordó que España es un país “profundamente europeísta que ve a China como socio de la Unión Europea”.
Un compromiso bilateral con dimensión europea
Más allá de la agenda bilateral, el mensaje de Sánchez cobra especial relevancia en su dimensión europea. La voluntad de España de ser interlocutor entre Bruselas y Pekín ha sido recibida con interés por parte del mandatario chino. Xi Jinping no solo valoró la visita como una muestra de “alta importancia y firme voluntad” por parte del Ejecutivo español, sino que también subrayó que “cuanto más turbulenta sea la situación internacional, más importantes son las buenas relaciones con España”.
El presidente chino destacó la necesidad de avanzar hacia una asociación estratégica integral, capaz de fomentar el bienestar de ambos pueblos y de inyectar “fuerza motriz a las relaciones chino-europeas”. En este sentido, el acercamiento entre Sánchez y Xi también representa una apuesta conjunta por reforzar el multilateralismo como respuesta al unilateralismo dominante.
Economía, inversiones y turismo: claves de la cooperación
Durante su estancia, Sánchez también mantuvo encuentros con empresarios e inversores chinos, en un esfuerzo por posicionar a España como destino preferente para el capital asiático. Según fuentes de Moncloa, el presidente del Gobierno se reunió con una docena de grandes compañías interesadas en sectores estratégicos como la automoción, las baterías eléctricas y las energías renovables.
El jefe del Ejecutivo también celebró encuentros bilaterales con los presidentes de Chery y Leapmotor, así como con el CEO de Envision, a petición de estas compañías. La agenda económica se complementó con una propuesta cultural y educativa, en la que Sánchez expresó su deseo de fomentar el intercambio académico, el aprendizaje de idiomas y el turismo cultural como herramientas de acercamiento entre sociedades.
Diplomacia en clave asiática: una gira estratégica
La visita a China ha formado parte de una gira más amplia que incluyó una parada previa en Vietnam, donde Sánchez también buscó fortalecer lazos comerciales. Esta doble escala asiática no es casual: representa una estrategia de diversificación de socios económicos en un mundo cada vez más multipolar.
En un contexto de guerra arancelaria que amenaza con fragmentar los intercambios globales, España apuesta por el pragmatismo económico y la diplomacia activa. Como primer líder internacional en visitar China tras el endurecimiento de las medidas arancelarias impuestas por Estados Unidos, Sánchez se presenta como un actor que busca soluciones dialogadas y beneficios compartidos.
La reunión entre Sánchez y Xi Jinping no solo refuerza las relaciones bilaterales entre España y China, sino que lanza un mensaje nítido sobre el papel que puede jugar Europa en un escenario internacional convulso. Frente al proteccionismo y la confrontación, la apuesta española es clara: más diálogo, más cooperación y más multilateralismo.
España, en palabras de su presidente, se postula como un país que “quiere trabajar en las inversiones de una forma equilibrada”, desde el respeto mutuo y la visión compartida de un orden global más justo y estable. Una aspiración que, con socios estratégicos como China, adquiere una dimensión que trasciende lo bilateral para afirmarse como proyecto de futuro para Europa y el mundo.