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El PP gallego: ¿defensor o disfraz de la extrema derecha?

La ausencia de Vox en el Parlamento Gallego podría interpretarse erróneamente como un indicativo de una política más moderada o beneficiosa, cuando en realidad se ocultan prácticas políticas que, aunque menos polarizantes en la superficie, siguen siendo perjudiciales para el tejido social y económico de Galicia

Eva Maldonado
Eva Maldonado
Redactora en Diario16, Asesora de la Presidencia de la Conferencia Eurocentroamericana.
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análisis

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En el panorama político europeo, la emergencia de partidos de extrema derecha se ha convertido en una tendencia alarmante. Naciones enteras han visto el ascenso de líderes y movimientos que, apelando al populismo, la xenofobia y el nacionalismo exacerbado, han ganado espacios de poder significativos. Sin embargo, en este escenario preocupante, Galicia presenta un caso como mínimo peculiar: una territorio donde la extrema derecha, específicamente Vox, no ha logrado el avance esperado. Aunque no está claro si se trata de una victoria para los gallegos, o simplemente la manifestación de una dinámica política igualmente problemática.

El Partido Popular (PP) gallego, a pesar de su éxito en contener a Vox fuera del Parlamento Gallego ha dejado ejemplos claros de que sus políticas, aunque eficaces en términos electorales, están muy lejos de ser un baluarte contra el extremismo, sino que van de la mano.

La resistencia al avance de Vox no debería enmascarar las deficiencias inherentes a la gestión del PP. Es importante cuestionar si las políticas del PP, más allá de su éxito electoral, están realmente alineadas con el bienestar y las necesidades de los gallegos.

La situación en Galicia destaca una realidad compleja: el rechazo a la extrema derecha no siempre implica la adopción de políticas que favorezcan el progreso social y económico. La ausencia de Vox en el Parlamento Gallego podría interpretarse erróneamente como un indicativo de una política más moderada o beneficiosa, cuando en realidad se ocultan prácticas políticas que, aunque menos polarizantes en la superficie, siguen siendo perjudiciales para el tejido social y económico de Galicia.

El desafío para Galicia, y para cualquier sociedad que se enfrente a la disyuntiva entre el populismo de extrema derecha y otras formas de gobierno, no es simplemente rechazar el extremismo visible, sino promover una política verdaderamente inclusiva, justa y representativa y adoptar un enfoque crítico que vaya más allá del éxito electoral, cuestionando profundamente qué políticas son necesarias para fomentar una sociedad que no solo rechace el extremismo, sino que también prospere en términos de equidad y justicia social.

La experiencia en las elecciones gallegas de este domingo debe recordar a los votantes la importancia de mantener una vigilancia con visión crítica sobre nuestras elecciones políticas, reconociendo que la verdadera victoria no reside en el rechazo de una opción negativa, sino en la promoción activa de políticas que beneficien a todos los ciudadanos.

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2 COMENTARIOS

  1. Rueda parece ser una persona justa.Hace falta que no se deje influenciar por las ideas de Feijoo con el rollo de la agenda 20 30 y otras paridas que le metió en la cabeza el psoe.

  2. Se nos pasa el pequeño detalle de que el PP(antes AP)es un partido politico fundado por franquistas y el gallego franquista Fraga uno de sus fundadores y presidente de honor del PP.
    A diferencia de los partidos fascistas europeos y de otras latitudes,el PP desciende directamente del fascismo español y aunque se viste de democrata,es bueno recordar que estuvo en contra de la constitucion y pidio el NO en el referendum.

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