Desconectados por salud

Cristina López Nieto
22 de Junio de 2017
Actualizado el 18 de octubre de 2024
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salud electrosensiibles

Se refugian en su domicilio en tiendas de campaña, con telas especiales que rebotan las ondas electromagnéticas procedentes del wifi de sus vecinos, buscan zonas donde vivir lejos de las antenas de telefonía, padecen fatiga crónica, fibromialgia, insomnio, pérdida de memoria, arritmias, dolores de cabeza, entre otras patologías. Sus dolencias disminuyen cuando están poco expuestos a este tipo de contaminación. Son los “electrosensibles” personas que han sobrepasado su límite de tolerancia ante la presencia cada vez más voraz de las nuevas tecnologías, y que llevan una vida muy complicada. El wifi se encuentra en autobuses, kioscos, bibliotecas, edificios públicos, restaurantes, etc. Las antenas de telefonía se reparten por doquier en nuestros vecindarios. Estamos acostumbrados a vivir rodeados de aparatos electrónicos que emiten ondas electromagnéticas: smartphones, tablets, portátiles, pcs, teléfonos inalábricos, microondas… El uso que hacemos de ellos ha crecido exponencialmente en los últimos años, haciendo que la hipersensibilidad a estas radiaciones pueda ser considerada como una de las nuevas enfermedades del siglo XXI, muy relacionada en ocasiones con otras como la sensibilidad química múltiple y la fibromialgia. Algunos afectados, tras años de enfermedad, se pusieron manos a la obra para elaborar medios con los que protegerse de la contaminación electromagnética, del mismo modo ayudan a otras personas a hacer de su vivienda un lugar menos hostil, a través de mediciones, apantallamiento de estancias, y otros consejos para reducir la exposición a estas ondas. La mayoría de las personas aquejadas de esta enfermedad, han tenido que llegar al autodiagnóstico al carecer de algún tipo de comprensión o ayuda por parte de la medicina oficial, que no reconoce esta enfermedad como norma general, e incluso llega a burlarse de los afectados. Sin embargo, esta situación está cambiando, en la medida en la que numerosos doctores y estudios científicos están reconociendo el efecto dañino que tiene en nuestro organismo el actual uso desmedido de la tecnología. Joaquím Fernández Solá, experto del Hospital Clinica de Barcelona, es uno de los pioneros en el estudio y diagnóstico de estas afecciones. También José Luis Bardasano, profesor de medicina en la Universidad de Alcalá de Henares, entre otros, tiene claro que este es un tema que afecta a la salud pública y junto a médicos de todo el mundo, elaboró un documento en el que se afirman efectos del electromagnetismo como son “el aumento de riesgo de cáncer, estrés celular, daños genéticos, cambios estructurales y funcionales del sistema reproductor, déficits en el aprendizaje y la memoria o aumento de radicales libres dañiños” Para Jose Luis, en caso de duda, las autoridades españolas deberían aplicar el principio de precaución, que significa adoptar las medidas necesarias para proteger a la población de los efectos dañinos de antenas de telefonía, móviles, radares, estaciones Wi-fi, etc. Con este documento se trataba de estimular también a la Organización Mundial de la Salud a elaborar directrices en este ámbito que protejan a la población. A día de hoy esta organización no reconoce oficialmente esta enfermedad, mientras que los últimos informes del Comité Económico y Social afirman la necesidad de seguir investigando, pero en líneas generales afirman la inocuidad de los campos electromagnéticos y la falta de vinculación de estas radiaciones con los síntomas que padecen los afectados. El principal inconveniente para creer esta versión oficial reside en el conflicto de intereses que ha reconocido incluso la Defensora del Pueblo Europeo, dando la razón a las múltiples organizaciones de electrosensibilidad europeas al afirmar las irregularidades producidas en el proceso de dictamen, al existir falta de transparencia y, entre otras cuestiones, un conflicto de intereses en el Consultor que proponía enmiendas a la totalidad de los estudios aportados en el Consejo, con vínculos en el sector de las telecomunicaciones, y que sin embargo no habían sido reconocidos en el Consejo, presentándose como defensor de la ética y el medioambiente. El Parlamento Europeo ya emitió una Resolución (Resolución 1815 de 27 de mayo de 2011) instando a los países miembros a tomar una serie de medidas de protección contundentes ante la creciente preocupación ciudadana y científica frente a los peligros de la contaminación electromagnética, medidas a las que nuestro país ha hecho caso omiso hasta el momento, mientras países como Suecia reconocen la hipersensibilidad electromagnética como una discapacidad, el Colegio de Médicos de Austria establece unas directrices para el diagnóstico y tratamiento de esta enfermedad, o Francia prohíbe el wifi en los colegios y guarderías. Es necesario y urgente que las autoridades españolas tomen conciencia del problema real que están viviendo millones de personas afectadas en el mundo, se calcula que unos dos millones sólo en nuestro país, y adopten medidas de reconocimiento y protección de las personas afectadas, además de establecer unos límites de exposición adecuados a los potenciales efectos perjudiciales sobre la población en base al principio de precaución, y promover estudios e investigaciones independientes sobre la materia, alejados de intereses económicos y comerciales. Nuestro derecho a un medioambiente sano no se vende.

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