Seguridad

24 de Noviembre de 2017
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El mundo de hoy ha hecho realidad la utopía orwelliana del Gran Hermano
Sentirse seguro en un mundo de incertidumbres es una aspiración y un deseo humano desde el albor de los tiempos, desde aquella mítica expulsión del Paraíso que han narrado tantas tradiciones antiguas.Hay varias maneras de intentar estar seguro. Una de ellas es individual, hacerse más fuerte, inteligente o poderoso. Otra es la seguridad afectiva, tener una familia, amigos o grupo social que sustente, y quite el miedo a las eventualidades, cosa que han hecho los hombres y mujeres a lo largo de la historia agrupándose en poblados, ciudades y países, y últimamente en colectivos más amplios.Pero el miedo y la inseguridad parece que no quiere morir, y se dan los índices más altos de consumo de ansiolíticos, alcohol, estupefacientes relajantes, y otros productos que mitiguen el temor a la zozobra. A pesar de todos los mecanismos puestos para evitarlo, mediante la policía, los seguros médicos y jurídicos, el seguro de desempleo, los planes de pensiones, de accidentes de todo tipo, todo un conjunto de sistemas que buscan proteger a la sociedad de la fortuna adversa.Sin embargo, hay personas que por su forma de pensar, les gusta correr riesgos, y se lanzan a aventuras empresariales, de relación, viajeras, y todo tipo casi sin pestañear.Por lo tanto la seguridad, proviene de un deseo de experimentar y del tener controlado el miedo, utilizando la razón y la prudencia para avanzar con riesgos calculados, pero también, en algunos momentos, lanzarse con el paracaídas en la espalda confiando en que se abrirá.El problema de muchas personas es que en su miedo a vivir es tal que sacrifican su libertad y su capacidad de elección (y a veces hipotecan sus afectos) a cambio de seguridad, y eso les hace sentirse sumamente frustradas cuando llevan un tiempo instaladas en el confort que a tan alto precio han obtenido.Hay quien busca la seguridad afectiva a través de la familia, y necesita tener un entorno que considera propio (“mi” marido, “mi” padre) y que espera que le nutra de un cariño que tal vez no pueda darse a si mismo. Otras veces sí, y una persona madura puede querer extender ese amor a si mismo y a su pareja, a otros seres por lo que se convierte en cauce de la vida para dar lugar a un espacio de crecimiento y desarrollo.El dinero y los bienes materiales también se suponen que traen seguridad, pero muchas veces esclavizan (y en ocasiones descarrían ya que la persona se infantiliza y cae en la trampa de querer satisfacer permanentemente deseos sin fin) y todo ha de ser protegido de la decadencia y de la perdida. Igualmente el prestigio y la notoriedad son frágiles y pueden cambiar de la noche a la mañana.Sin embargo el conocimiento psicológico, filosófico y espiritual, lo que en la India llaman: “lo que hay que saber” es un pilar y un baluarte seguro. Con él se aprenden muchas cosas, entre otras a no preocuparse excesivamente por el futuro, y a aceptar el devenir de la vida como una fascinante aventura, en la que no hay que dar demasiada importancia a las cosas, pero si hay que hacerlo lo mejor posible, si bien, sin tensión, disfrutando.Y a aceptar, porque no hay posible discusión con un hecho, aunque si con su interpretación. Y sin duda, como dice el refrán: que no es más rico el que más tiene sino el que menos necesita.La sabiduría es un árbol de muchas clases de frutos, y nos puede ayudar a saciar lo que en cada momento necesitamos, pero hay que tener cuidado con lo que queremos, porque tal vez no sea lo que necesitemos realmente. En esto si hay que ser serios y cuidadosos, ya que nos podemos ver embarcados en una nave que nos lleva a un lugar en que al llegar descubrimos que no queríamos estar allí.Ser seguro o segura, tiene mucho que ver con tener las ideas claras, y vivir de acuerdo a unos criterios y valores en los que nos podamos apoyar firmemente y nos hagan sentir satisfechos. Mucha de la inseguridad es cargo de conciencia y arrepentimiento, lo que lleva al miedo a la vida.Las experiencias negativas vividas también crean ansiedad por imaginar que se puedan repetir o que puedan venir otras peores lo que mueve a todo tipo de apalancamientos para evitarlas, para eso lo mejor es curar la emoción mediante una terapia, o una profunda toma de conciencia (a veces con una catarsis), de que lo pasado no tiene por qué volver a suceder, y en cualquier caso, hacerse fuertes interiormente. La fe a veces puede ayudar, pero debe incluir lo aparentemente negativo, ya que si Dios es el autor de todo, también lo es de lo que parece malo. El problema es que la vida es un proceso profundo que interpretamos como superficial hasta que ocurre algo importante.
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