Bajo el techo de Miguel Ángel: el mundo espera al nuevo Pontífice

Los 133 cardenales electores comienzan este 7 de mayo el proceso más hermético y decisivo del Vaticano, en busca del sucesor de Francisco, el pontífice que marcó una era de apertura y contradicciones

07 de Mayo de 2025
Actualizado a las 12:49h
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Bajo el techo de Miguel Ángel, el mundo espera al nuevo Pontífice

El mundo entero vuelve los ojos a la Capilla Sixtina. Tras la muerte de Francisco, el primer Papa latinoamericano, se abre un nuevo capítulo en la historia de la Iglesia Católica. Desde este miércoles, los cardenales llamados a elegir al próximo líder espiritual de más de mil millones de fieles se encierran en el tradicional Cónclave, un proceso milenario que combina liturgia, política y secreto absoluto.

El eco de Francisco aún resuena en el Vaticano

La sombra del Papa Francisco es alargada. Su legado, marcado por gestos de cercanía y decisiones polémicas, acompaña desde la distancia el inicio de este Cónclave sin precedentes, tanto por el número de participantes —superior al límite habitual de 120— como por la diversidad cultural de los electores. Desde todos los continentes han llegado cardenales menores de 80 años, hospedados en la Casa Santa Marta, donde también vivió el Pontífice argentino tras rechazar el Palacio Apostólico.

En total, 133 purpurados con derecho a voto ocuparán sus lugares bajo el fresco de "El Juicio Final" de Miguel Ángel. Solo dos de ellos han excusado su participación por razones de salud. Por rango de edad, el decano es el español Carlos Osoro, de 79 años, y el benjamín, el australiano Mikola Bychok, de apenas 45.

Este martes concluyeron las congregaciones generales, encuentros destinados a perfilar el estado de la Iglesia y establecer vínculos entre cardenales. Desde hace días, Roma ha sido testigo de un incesante trasiego de sotanas, cámaras y fieles. La ciudad eterna, acostumbrada a lo sagrado, parece haber suspendido el tiempo en espera del humo blanco.

Un ritual ancestral entre el sigilo y la tecnología bloqueada

La elección del Papa está precedida por la solemne misa Pro Eligendo Pontifice, que se celebra en la mañana del miércoles en la basílica de San Pedro. Por la tarde, los cardenales cruzarán en procesión las puertas de la Capilla Sixtina. Allí, tras invocar al Espíritu Santo con el canto del Veni Creator Spiritus, prestarán juramento de secreto absoluto y comenzará la votación.

Cada día pueden celebrarse hasta cuatro escrutinios, dos por la mañana y dos por la tarde. Si no se alcanza la mayoría cualificada de dos tercios —89 votos— tras varios días, el reglamento prevé pausas para la oración, la reflexión y el diálogo. En caso extremo, se vota entre los dos cardenales con más apoyos, aunque estos no pueden votar en esa ronda final.

Toda señal de telecomunicaciones quedará bloqueada desde este miércoles. Médicos, ascensoristas, cocineros y personal de limpieza han jurado también guardar silencio. El acceso al interior del Cónclave está más blindado que nunca. La discreción es total: solo la chimenea sobre la Capilla Sixtina revelará al mundo si ha habido elección, con una fumata blanca o negra.

Los favoritos y la incógnita eterna

Aunque las quinielas vaticanas apuntan a algunos nombres —como el del italiano Pietro Parolin, actual secretario de Estado—, ningún candidato destaca con claridad. Es ley no escrita en los pasillos del Vaticano que “quien entra Papa, sale cardenal”. La elección, más que una campaña, es un discernimiento profundo marcado por el Espíritu Santo… y la política eclesial.

Entre los votantes hay seis españoles, representantes de distintas sensibilidades y corrientes dentro del catolicismo. Algunos, como el arzobispo de Madrid, José Cobo, encarnan el relevo generacional que ha tomado fuerza durante el pontificado de Francisco. Otros, como el cardenal Ángel Fernández Artime, representan el vínculo con la vida consagrada y los nuevos carismas.

La elección se produce tras la muerte de Francisco el pasado 21 de abril y tras los tradicionales novendiali, nueve días de funerales en su honor. Su figura, tanto por su estilo pastoral como por sus reformas internas, ha dejado una Iglesia distinta, más abierta, pero también más polarizada.

Mientras tanto, en la Plaza de San Pedro y en la Via della Conciliazione ya están preparadas pantallas gigantes para seguir la fumata blanca. Miles de fieles, turistas y curiosos esperan bajo un cielo romano que, una vez más, será testigo de uno de los momentos más misteriosos y significativos de la historia cristiana. El mundo contiene la respiración, la Iglesia se encierra con llave.

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