Los cascos blancos liberan la prisión siria de Sednaya, el infierno en la Tierra

La caída del régimen de Asad abre las puertas del terror: Sednaya deja al descubierto un régimen de torturas y muerte

09 de Diciembre de 2024
Actualizado a las 12:32h
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Los cascos blancos liberan la prisión siria de Sednaya, el infierno en la Tierra

La prisión de Sednaya, situada a 30 kilómetros al norte de Damasco, no solo albergaba a miles de prisioneros políticos, opositores al régimen de Bashar al Asad. Era también el símbolo más cruel de un sistema represivo que hizo de la tortura y la ejecución extrajudicial una rutina. Hoy, este oscuro capítulo comienza a cerrarse tras la liberación de la prisión por parte de los cascos blancos, en un operativo sin precedentes.

La operación de los cascos blancos: rescatando la esperanza

La Defensa Civil Siria, conocida como los cascos blancos, desplegó equipos especializados para investigar y rescatar a los prisioneros de Sednaya, muchos de ellos recluidos en celdas subterráneas ocultas. Equipados con herramientas de rescate, unidades caninas y personal sanitario, los equipos enfrentaron el inmenso reto de localizar supervivientes en una instalación que Amnistía Internacional calificó como “un matadero humano”.

Raed al Saleh, líder de los cascos blancos, declaró: “Hemos abierto varias zonas del interior de la prisión, incluida la cocina y el horno. Aún no hemos encontrado supervivientes, pero seguimos trabajando con toda nuestra energía para alcanzar una nueva esperanza”. La imagen de las puertas de hierro derribadas y los oscuros pasillos iluminados por las linternas de los rescatistas contrasta con el silencio sepulcral que imperaba en la prisión.

La huida de Bashar al Asad: el fin de una era de terror

El pasado domingo, las fuerzas insurgentes declararon “libre” Damasco, sellando la caída del régimen. Bashar al Asad, cuya dictadura sumió a Siria en una de las guerras civiles más sangrientas de la historia moderna, huyó a Moscú junto a su familia. Su retirada marca el colapso de un sistema que durante 14 años sistematizó la persecución, tortura y desaparición de decenas de miles de sirios.

El Organismo de Liberación del Levante (Hayat Tahrir al Sham, HTS) lideró una ofensiva que culminó con la liberación de Sednaya. Durante años, organizaciones de derechos humanos documentaron las atrocidades cometidas en esta prisión, desde ejecuciones masivas hasta condiciones inhumanas que llevaban al exterminio de los reclusos.

Sednaya: un infierno documentado

Amnistía Internacional denunció en su informe “Matadero humano” que entre 2011 y 2015, más de 13.000 personas fueron ejecutadas mediante ahorcamientos masivos en Sednaya. “Era una máquina de muerte perfectamente engranada”, declaró Lynn Maalouf, de Amnistía Internacional. Las víctimas, muchas de ellas civiles detenidos arbitrariamente, eran sometidas a torturas y condiciones inhumanas antes de ser conducidas a su ejecución.

Los testimonios recopilados por Amnistía Internacional revelan que las celdas estaban diseñadas para maximizar el sufrimiento. “Dormíamos sobre cuerpos descompuestos, escuchando los gritos de los que eran torturados”, relató un exrecluso.

La reacción internacional

La ONU calificó la caída del régimen de Asad como un “comienzo histórico” para Siria. Paulo Pinheiro, presidente de la Comisión de Investigación de la ONU sobre Siria, instó a las nuevas autoridades a garantizar que las atrocidades no se repitan. “El pueblo sirio merece justicia tras décadas de represión y violencia”, afirmó.

Por su parte, el presidente estadounidense Joe Biden anunció que su gobierno apoyará una transición hacia un gobierno respetuoso con los derechos humanos en Siria. “Es fundamental garantizar que los arsenales químicos y otras armas peligrosas no caigan en manos equivocadas”, enfatizó.

Lo que queda por hacer

Aunque la liberación de Sednaya representa un hito, el camino hacia la justicia y la reconciliación en Siria es largo. La búsqueda de los desaparecidos y la reconstrucción del país requerirán esfuerzos colosales. Las celdas vacías de Sednaya son ahora testigos mudos de un horror que nunca debe repetirse.

La caída de Bashar al Asad y la liberación de Sednaya marcan un nuevo capítulo para Siria, uno en el que, por primera vez en décadas, la esperanza y la justicia tienen la posibilidad de prevalecer sobre el miedo y la opresión.

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