La solidaridad con Ucrania ha impulsado múltiples iniciativas de ayuda humanitaria. Desde muchos rincones de nuestro país siguen llegando a la frontera con Polonia cientos de camiones, furgonetas, taxis e incluso vehículos particulares con productos de todo tipo para las víctimas de la guerra, como alimentos, mantas o material sanitario. Y es que muchas familias se han visto despojadas, de la noche a la mañana, de un techo bajo el que comer y dormir en paz.
Mientras, la ofensiva rusa continúa. Y aunque el sonido de las bombas y los misiles se escucha en la lejanía, las manos solidarias de Aranjuez entran en un improvisado campo de refugiados de Korczowa, un pueblo de la provincia de Podkarpackie que tiene el cruce fronterizo más grande entre Polonia y Ucrania.
«La idea surgió de un grupo de amigos, algo como muy familiar, pero después tenemos la colaboración del Ayuntamiento, la Fundación Juanjo Torrejón, las Hermanas de la Casa San José y el Colegio Sagrada Familia. Se ha implicado todo el pueblo. Ha sido un vuelco increíble de la ciudadanía con el proyecto. Vieron la situación y tenían un contacto allí. Ellos conocen a Rostilav, que es un matemático ucraniano que está llevando ayuda a sitios muy concretos, donde al final no llega la ayuda gubernamental. Está llegando todo, por supuesto. Pero la mayoría de las cosas llegan a los grandes campos de refugiados, donde más falta hace por volumen. Pero ellos están yendo a sitios muy concretos, más pequeños, a cubrir sus necesidades especificas. Les han pedido, por ejemplo, listas de material sanitario. Han ido a varios hospitales. Han conseguido llevar en 5 vehículos, conducidos por hombres y mujeres voluntarios, unos 9.000 kilos de ayuda humanitaria y, entre ellos, más de la mitad, 5.000 kilos serían de material sanitario», explica Beatriz Pizarro, responsable de prensa y comunicación.
Rostilav y la Asociación Svitanok para la que colabora, les habían insistido en la premura de que la ayuda llegase cuanto antes, «porque hacía mucha falta», de modo que decidieron realizar el viaje de ida sin apenas paradas, salvo los cambios de conductor necesarios. En 34 horas habían llegado a su destino los materiales donados por vecinos y empresarios de Aranjuez.
Temor a las redes de trata de mujeres
Mientras Beatriz nos pone en contexto de la iniciativa, el convoy parte de regreso hacia Madrid. Esta vez con un pequeño grupo de refugiados que se reencontrarán con familiares afincados en el municipio. Desde Cracovia, Juan Pablo González, uno de los voluntarios, nos cuenta que se han adaptado a las necesidades de las personas de Ucrania que viven en España «y que nos demandaban a algún familiar. Por por poner un ejemplo, ahora mismo un coche está yendo para Varsovia, que quedará de aquí a unas 4 horas de viaje, a recoger a una chica a la que sus familiares reclaman en España. Ella podía haber bajado, pero es cierto que aquí hay muchas mafias relacionadas con mujeres solas y, bueno, tiene mucho miedo. Nosotros tenemos que prestar todas las garantías que podemos. Obviamente por el lado psicosocial, tenemos mujeres, que a lo mejor se sienten más cómodas si les recogen ellas y las traen. Hemos intentado dar la cobertura en todo Polonia. Nos la habremos cruzado de lado a lado unas cinco veces», ríe al explicarlo.
Necesitan más medicamentos y comida
El objetivo, ahora, desde el punto de vista jurídico, es dar cobertura legal a las personas refugiadas que llegan a España, «y preocuparnos por que tengan residencia, que tengan la posibilidad de ser autónomos en su vida. Preferimos poquito y bien que mucho y mal. Y es que consideramos que traer refugiados per se es una cosa que mejor que la hagan desde el ámbito gubernamental, que tienen los medios y la infraestructura. Pese a eso, medicamentos y comida hay que seguir mandando. El campo de refugiados es indescriptible», comenta con desazón. Confiesa que no ha querido hacer fotografías, porque considera que socialmente «quizás sea perjudicial que nos acostumbremos a determinadas imágenes. Entonces, me quedo esa vivencia triste y a la vez enternecedora en cuanto a la cantidad de personas que hay suministrando ayuda».
A punto del colapso
Pero Pablo apunta dos problemas. El primero de ellos dice «es que esto, aquí, in situ, está a punto de colapsar. En el momento que deje de llegar este flujo, que quizás ahora es una moda en la que todos nos hemos concienciado, ¿qué pasará? Pues que las noticias son pasajeras y esto al final dejará de tener trascendencia o interés. Desgraciadamente creo que será así. Y ese es un gran riesgo, porque considero que Polonia por sí sola no va a poder abastecer a estos campos de refugiados. Y luego es complicadísimo que la ayuda permee la frontera. Daría para horas y horas de hablar. Está cercado el país. Al final es una cantidad muy pequeñita para la gente que hay dentro. Ya han salido 3 millones de personas, un 10% de la población, y si esto sigue así habrá grandes problemas, pero esperamos que Europa lo asuma», añade.
Campaña de acogida de refugiados ucranianos
«Nuestra idea es que mientras siga habiendo personas residentes en España de origen ucraniano que nos contacten y nos digan: necesito traer a mi hermana y a mi madre o a mi hermana y mis sobrinos, pues nosotros vamos a poner todos los medios para que en caso que puedan salir de la frontera, ir a recogerles»
El deseo de que la ayuda llegue más allá de la frontera ha llevado a este grupo de amigos a plantearse crear una asociación para atender estas necesidades. Por su parte el Ayuntamiento de Aranjuez iniciaba, hace una semana, una Campaña de Acogida de Refugiados Ucranianos. A tal fin, ha informado que los ribereños que quieran acoger en su propio domicilio y/o facilitar una vivienda al mismo objeto, se comuniquen con el consistorio.