Israel avanza en Siria mientras la cárcel de Sednaya sigue siendo un símbolo del horror

La intervención militar de Israel en Siria y los hallazgos en Sednaya revelan las cicatrices del conflicto sirio tras la caída de Al Asad

10 de Diciembre de 2024
Actualizado a la 13:44h
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El día después de la caída del régimen dictatorial de Bashar al Assa de Siria, vídeo Aljazeera
El día después de la caída del régimen dictatorial de Bashar al Assa de Siria, vídeo Aljazeera

El complejo entramado geopolítico en Oriente Medio se intensifica con la reciente incursión del ejército israelí en Siria. Este movimiento, justificado por Israel como una medida de seguridad tras el derrocamiento de Bachar Al Asad, ha provocado reacciones internacionales y revelado las heridas abiertas de una década de guerra civil en Siria. A la par, la prisión de Saidnaya, conocida como "el matadero humano", vuelve a centrar la atención por la búsqueda infructuosa de celdas secretas y los ecos de las atrocidades cometidas bajo el régimen de Al Asad.

Una incursión que cruza límites

La entrada de tropas israelíes en territorio sirio, llegando a apenas 25 kilómetros de Damasco, ha levantado una polvareda de críticas y temores. Según fuentes locales y occidentales, esta operación va más allá de lo que Israel califica como "medidas limitadas y temporales". Tropas israelíes han ocupado zonas clave cerca de Qatana, lo que rompe con los acuerdos de 1974 que establecieron una zona desmilitarizada entre Siria e Israel en los Altos del Golán.

El primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, ha defendido esta operación como una acción preventiva para evitar que armas químicas y misiles caigan en manos de grupos extremistas. "Nuestra victoria total se está haciendo realidad", afirmó, señalando que el colapso del régimen de Al Asad es un "día histórico en Oriente Medio". Sin embargo, las incursiones han incluido más de 250 bombardeos en instalaciones militares sirias, como depósitos de armas y aeropuertos, según el Observatorio Sirio de Derechos Humanos.

Estas acciones han sido denunciadas como violaciones flagrantes del derecho internacional por países como Arabia Saudí, Egipto y Naciones Unidas. António Guterres, secretario general de la ONU, calificó la entrada israelí como una transgresión de los acuerdos internacionales, mientras que el Consejo de Seguridad se reunió a puerta cerrada para discutir la situación.

Saidnaya: el horror sin respuestas

Mientras los soldados israelíes avanzan, otra parte del conflicto sirio resurge con fuerza: la prisión de Sednaya, a 30 kilómetros al norte de Damasco. Conocida como un símbolo de los crímenes del régimen de Al Asad, esta cárcel ha sido escenario de torturas y ejecuciones sistemáticas. La Defensa Civil Siria, los llamados "cascos blancos", concluyó recientemente una búsqueda exhaustiva en sus instalaciones sin hallar rastros de las celdas ocultas que alimentaban los rumores de miles de prisioneros aún desaparecidos.

En su comunicado, los cascos blancos expresaron su decepción: "Compartimos el dolor de las familias que aún buscan a sus seres queridos desaparecidos". Sin embargo, organizaciones como el Observatorio Sirio de Derechos Humanos reportaron el hallazgo de al menos 15 cuerpos de civiles sometidos a torturas brutales en la prisión. Este hallazgo subraya el carácter opresivo del régimen, incluso en sus últimos días.

La cárcel de Saidnaya sigue siendo un recordatorio de las atrocidades que marcaron la era de Al Asad. Apodada "el matadero humano", se estima que allí murieron miles de prisioneros. Las familias de los desaparecidos continúan buscando respuestas, mientras las nuevas autoridades prometen perseguir a los responsables de crímenes de guerra.

Israel y el Golán: una ocupación sin tregua

Los Altos del Golán, ocupados por Israel desde 1967 y anexionados en 1981, han sido el epicentro de las tensiones entre ambos países. Aunque Israel asegura que su presencia en la zona desmilitarizada es temporal, su control del Monte Hermón y otras áreas estratégicas plantea preguntas sobre sus verdaderas intenciones.

Desde el inicio del conflicto sirio en 2011, Israel ha mantenido una postura ambigua hacia Al Asad. Si bien lo consideraba un mal menor frente a posibles regímenes islamistas, los últimos movimientos sugieren un cambio en su estrategia. La caída del régimen sirio parece haber abierto una ventana para que Israel afiance su influencia en la región, utilizando la excusa de la seguridad como justificación.

El embajador israelí ante la ONU, Danny Danon, defendió la incursión afirmando que las tropas están desplegadas "en puntos defensivos específicos". Sin embargo, grupos como Hezbolá e Irán, aliados históricos de Al Asad, continúan siendo una preocupación para Israel, que busca evitar la proliferación de armas hacia estos actores.

Un futuro incierto para Siria

La caída de Damasco y la huida de Al Asad a Moscú han dejado a Siria en una situación de vulnerabilidad extrema. La insurgencia liderada por Hayat Tahrir al-Sham, una coalición islamista con raíces en Al Qaeda, ahora enfrenta el reto de establecer un gobierno estable en medio del caos.

Mientras tanto, las familias sirias siguen viviendo con las cicatrices del conflicto. La búsqueda de desaparecidos, el miedo a nuevas represalias y la devastación económica son recordatorios de que la guerra en Siria está lejos de haber terminado, incluso tras la caída del dictador.

El avance israelí en Siria y los horrores descubiertos en Saidnaya son dos caras de una misma moneda: la complejidad y el sufrimiento que definen el conflicto sirio. Mientras Israel busca consolidar su seguridad en la región, Siria enfrenta el desafío de reconstruirse tras años de guerra y represión. Los Altos del Golán, la cárcel de Saidnaya y los bombardeos son símbolos de un país marcado por la violencia, donde las tensiones internacionales y las luchas internas continúan dibujando un panorama incierto

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