La tan esperada tregua en Gaza ha quedado en el aire tras la decisión del primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, de posponer la votación del acuerdo de alto el fuego. Netanyahuacusa a Hamás de intentar modificar los términos del pacto mediado por Catar, Egipto y Estados Unidos, señalando que no aprobará su implementación hasta que los desacuerdos sean resueltos. Mientras tanto, Israel ha intensificado sus bombardeos sobre la Franja, causando más de 40 muertos, a pesar del anuncio de la tregua.
Un acuerdo frágil bajo tensiones internas
El acuerdo alcanzado preveía un alto el fuego de 42 días, la retirada progresiva de las tropas israelíes del norte de Gaza y la liberación de 33 rehenes por parte de Hamás, a cambio de la excarcelación de prisioneros palestinos. Sin embargo, Netanyahu ha declarado que Hamás está incumpliendo partes del pacto para obtener concesiones de último minuto. Esta acusación ha desatado una nueva ola de violencia, dejando más de 46.700 muertos en Gaza desde el inicio del conflicto.
La situación también refleja la creciente división interna en el gobierno israelí. Los sectores más radicales, encabezados por el ministro de Seguridad Nacional, Itamar Ben Gvir, exigen la continuidad de la ofensiva militar. Ben Gvir ha instado a sus compañeros de la extrema derecha a considerar la dimisión en bloque si se aprueba el alto el fuego. “Si Netanyahu quiere mantener el gobierno, debe seguir la guerra”, ha advertido Zvi Sukkot, del Partido Sionista Religioso.
Gaza, asolada por la guerra
La población gazatí sigue sufriendo las consecuencias de 15 meses de guerra. Más de 46.700 personas han perdido la vida, y la cifra podría ser superior según estudios recientes. La devastación es palpable: el 69% de la infraestructura ha sido destruida, 60.368 edificios han quedado reducidos a escombros y casi 2,15 millones de personas enfrentan inseguridad alimentaria extrema. La situación sanitaria es crítica, con solo 16 de los 36 hospitales operativos y más de 1.000 trabajadores sanitarios fallecidos.
El sector educativo también ha sido duramente golpeado. Más de 12.000 estudiantes y 641 profesores han muerto, y casi 80 escuelas han sido destruidas. La violencia también ha alcanzado a la prensa, con 197 periodistas muertos.
La presión internacional y el papel de los mediadores
Estados Unidos, Catar y Egipto han reiterado su compromiso de garantizar la implementación del acuerdo de tregua en todas sus fases. La primera fase incluye la distribución segura de ayuda humanitaria, la rehabilitación de hospitales y la liberación de rehenes. Se preveía la entrada de 600 camiones diarios con suministros, 50 de ellos con combustible, para aliviar la crisis humanitaria.
Sin embargo, la falta de consenso en el gobierno israelí y las acusaciones cruzadas con Hamás han complicado los esfuerzos de los mediadores. Egipto ha advertido que la demora en la aplicación del alto el fuego podría agravar aún más la crisis humanitaria.
El alto el fuego: una oportunidad que se desvanece
El retraso en la implementación del alto el fuego no solo prolonga el sufrimiento de la población civil, sino que también socava los esfuerzos diplomáticos. La comunidad internacional observa con preocupación cómo se diluye la posibilidad de una tregua efectiva. Mientras tanto, el ejército israelí intensifica sus ataques, y Hamás mantiene su postura de cumplir con los términos acordados.
La crisis en Gaza sigue escalando y la falta de voluntad política para alcanzar un acuerdo definitivo amenaza con perpetuar la violencia. La presión internacional debe centrarse en exigir el cese inmediato de las hostilidades y garantizar la protección de la población civil.
El alto el fuego representa una última esperanza para aliviar el sufrimiento de millones de personas. Sin embargo, mientras las negociaciones se estancan y los bombardeos continúan, esa esperanza parece desvanecerse rápidamente.