Papeles de Kennedy: un agente de la CIA investigó si Hitler huyó a Colombia

El expediente Cimelody-3 se cerró después de que no se hallaran pruebas de que el líder nazi se hubiese refugiado en Sudamérica

21 de Marzo de 2025
Actualizado el 22 de marzo
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Supuesta fotografía de Phillip Citroen y Adolf Hitler en Tunja en el año 1954. (Foto: JFK Files)
Supuesta fotografía de Phillip Citroen y Adolf Hitler en Tunja en el año 1954. (Foto: JFK Files)  

La desclasificación de documentos sobre el asesinato de Kennedy (una reciente orden ejecutiva de Donald Trump) aporta datos sorprendentes, no solo sobre el histórico magnicidio del presidente demócrata. Entre los más de 2.000 informes relacionados con el crimen (Trump prometió 80.000 documentos, de modo que también ahí ha practicado los recortes), se incluyen dosieres de agentes secretos y miembros del servicio de inteligencia norteamericano que hablan sobre grandes episodios de la historia, como la suerte que pudo correr Adolf Hitler al final de la Segunda Guerra Mundial. Los libros de historia aseguran que el dirigente nazi se suicidó con su familia en su búnker secreto de Berlín en 1945. Sin embargo, una sorprendente historia contenida en esos archivos hoy desclasificados desmiente la versión oficial, apuntando a la posibilidad de que el dirigente nacionalsocialista pudo haber escapado a Sudamérica. Los conspiranoicos babean con la revelación.

En términos de credibilidad, la mayoría de los historiadores y expertos descartan esta historia como una teoría conspirativa sin fundamento sólido. Aunque es fascinante, no hay evidencia verificable que respalde la idea de que Hitler sobrevivió a 1945. El relato propio de una película distópica parte de las informaciones de un agente de la CIA que se identificaba como Cimelody-3 y que en 1955 reportó que un exoficial nazi, de nombre Phillip Citroen, decía tener contactos con Hitler. El papel desclasificado lleva el nombre de su confidente, “Documento Cimelody-3”. Sin embargo, la CIA no encontró pruebas concluyentes para respaldar estas filtraciones de su espía y consideró que no valía la pena investigarlas más a fondo. De modo que el asunto se terminó cerrando.

Los reportes de Citroen aseguraban que Hitler estuvo oculto en Tunja bajo el nombre de Adolf Schrittelmayor. Esta hipótesis fue respaldada por una supuesta fotografía, una imagen con el sello oficial del registro de los Servicios de Inteligencia estadounidenses pero de la que poco más se sabe. ¿Era real esa instantánea, fue un montaje? Probablemente nunca lo sabremos. En el documento clasificado se constata que Cimelody-3 informó de los contactos con un amigo en Maracibo (Venezuela). Este personaje le reveló que había conversado con el exsoldado alemán Phillip Citroen, quien le confirmó haber mantenido conversaciones mensuales con Adolf Hitler en Colombia.

El amigo de Cimelody-3 asegura que Hitler dejó Colombia en enero de 1955 y partió hacia Argentina bajo la garantía de que habían pasado diez años desde el fin de la Segunda Guerra Mundial y por ello los aliados no podían juzgarlo como un criminal de guerra.

Los archivos policiales de la época revelan que después de la Segunda Guerra Mundial 9.000 criminales nazis huyeron a Sudamérica. Sin embargo, menos de 300 fueron juzgados en los juicios de Núremberg, informa Aish Latino, una plataforma en línea que ofrece contenido relacionado con noticias sobre el mundo judío en la actualidad. Muchos de los integrantes del Partido Nazi iniciaron nuevas vidas en América del Sur, particularmente en Brasil, Chile y Argentina, que fueron un refugio seguro para los miles de jerarcas del Tercer Reich evadidos a la acción de la justicia. Los fiscales alemanes en los últimos años estimaron que Brasil recibió entre 1.500 y 2.000 nazis, Chile entre 500 y 1.000 y Argentina abrió los brazos en su país a unos 5.000 nazis.

De alguna manera, Sudamérica se convirtió en el gran santuario del nazismo. Y eso es un hecho contrastado por los historiadores. De hecho, los cazanazis judíos empeñados en llevar a los genocidas ante los tribunales de Justicia para que pagaron los Holocausto cometido en los campos de concentración se movieron con frecuencia por aquellas latitudes latinas. Muchos países sudamericanos contaban con grandes comunidades alemanas durante y después de la Segunda Guerra Mundial. En muchos casos, esas comunidades simpatizaban e incluso dieron la bienvenida a los nazis, ayudándolos a evadirse de la justicia. A mediados de 1980 se estimaba que 3,6 millones de los 130 millones de habitantes de Brasil, un millón de los 28 millones de habitantes de Argentina, y 200.000 de los 3,5 millones de ciudadanos de Paraguay eran étnicamente alemanes. “Muchos de ellos mantienen el idioma y las tradiciones de sus antepasados”, informaba el New York Times en el año 1985. Debido a su fuerte identidad cultural, las comunidades agrícolas alemanas más antiguas en el sur de Brasil y de Paraguay a menudo fueron acusadas de ocultar a los nazis. En 1962, en el pueblo chileno Colonia Dignidad, vivían 300 familias que habían huido de Alemania después de la Segunda Guerra Mundial. Allí habían sido recibidos sin cuestionamientos por sus compatriotas en Sudamérica.

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