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King Kong en Celtiberia Show

Las últimas declaraciones de Felipe González revelan la deriva conservadora de una parte del PSOE

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análisis

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Hace cincuenta años, cuando todavía estaba en la escuela y el resto del día lo pasaba dando vueltas por el pueblo en una vieja bicicleta sin frenos a la que había que parar dando suaves toques, lo que después se llamaría ABS, a la rueda trasera con la suela de la zapatillas que solían ser de la marca “La Tórtola” o “La Cadena”, vino a la feria una atracción hasta entonces nunca vista en aquel pueblo perdido en medio de la vasta llanura manchega. Era un camión con un remolque decorado con mucha profusión de paisajes exóticos, bosques y selvas donde se columpiaban en sus lianas todo tipo de monos, desde pequeños  y simpáticos chimpancés a monstruosos gorilas y orangutanes mostrando con mucho realismo su feroz agresividad en sus miradas salvajes y en sus temibles fauces abiertas.

Pusieron los dos remolques en paralelo dejando unos tres metros de separación entre ellos y los cubrieron con una gruesa lona como las que se usaban para vendimiar. Después de taparlo todo bien para preservarlo de la miradas indiscretas de los niños como yo que siempre estaban merodeando entre las atracciones, conectaron un altavoz con una grabación a todo volumen que sonaba, aunque con mucha peor calidad, como los actuales altavoces de las furgonetas que recorren el pueblo anunciando una y otra vez la llegada del tapicero, del chatarrero, el de las naranjas guasintonas o las berenjenas de Almagro.

Había que reconocer que la grabación estaba muy bien hecha, tan persuasiva era que nada más oírla decidí que emplearía los cinco duros, la mitad del presupuesto para la feria, lo que costaba una pistola plateada con su cartuchera a juego, para ver aquellos fantásticos animales venidos desde las más lejanas e impenetrables junglas africanas o asiáticas. Solo pensar en la jungla uno de Toledo como yo, acostumbrado al reseco y polvoriento barbecho y al clamor de las chicharras, era como soñar con otro mundo. La grabación emitida una y otra vez hablaba de que estábamos ante la mayor colección de simios nunca vista, y acto seguido enumeraba una a una las especies de primates que podían admirarse y su lugar de procedencia. Como ya he dicho, aquellas palabras me convencieron de inmediato y decidí que no podía dejar pasar esa quién sabe si única ocasión en la vida de ver algo así.

Y nada más recibir los cinco duros de manos de mi padre fui corriendo a ver a esos fantásticos animales. Un sucio empleado que sonreía mostrando un diente de estaño y que podría pasar por un mono más de la colección, y no de los más arreglados, después de coger los cinco duros, levantó un pico de la lona y por esa rendija entré a ver aquella maravilla del reino animal. Antes de dar un paso ya quería darme media vuelta porque aquello no era ni mucho menos lo que prometía una y otra vez la grabación. Me volví hacia la entrada pero el portero me hizo un gesto para que avanzara por aquella espantosa galería de los horrores. A un lado y a otro se veían detrás de las rejas a un puñado de sucios y apestosos monos cabizbajos y meditabundos rodeados de moscas en medio de un ambiente nausebundo. No olvidaré nunca sus miradas de resignación y desesperanza, unas miradas casi humanas que reflejaban la tortura que estaban sufriendo, unas miradas que no podía mantener y que parecían decirme: “Haz una buena obra, mátanos y acaba de una vez con nuestro sufrimiento”.

Salí al otro lado donde, detrás de la lona, había otro operario de peor catadura todavía. Además de estafado, me sentía tremendamente afectado por la visión de aquellos pobres animales sometidos a una cruel y despiadada explotación. Solo el hombre, la especie más dañina conocida, podía ser capaz de algo así. Desde entonces he sentido una gran simpatía y piedad por nuestros primos los primates. Por suerte ya no existen esas prácticas tan abominables y los animales salvajes en cautividad viven en mejores condiciones. Aunque sus espacios naturales, debido a la insaciable codicia humana, son cada vez más escasos y más degradados y muchas especies corren un serio peligro de extinguirse

Hace poco, viendo por enésima vez la maravillosa película King Kong del talentoso guionista, productor y director de cine neozelandés Peter Jackson, me acordé de aquellos pobres monos que pasaron por el pueblo hace cincuenta años. Después de ver la película que como todas las obras maestras resiste perfectamente el paso del tiempo, puse el Canal 24 horas de RTVE donde Felipe González hablaba de que no le parecía bien el indulto de los políticos independentistas catalanes presos. Era una declaración esperada porque desde hace ya mucho tiempo tanto González como Guerra, García-Page, Bono, y no digamos los insufribles Leguina, Corcuera y otros barones del PSOE se despachan a gusto criticando todo lo que hace el gobierno, absolutamente todo. Es muy sencillo saber la opinión de estos prebostes sobre cualquier asunto político porque su opinión siempre será, invariablemente, lo contrario de lo que diga el Gobierno. Llama la atención tanta inquina, tanta tirria a un partido que habrá cometido errores y más en este terrible tiempo de pandemia, pero también ha tenido aciertos, claro que sí, y voluntad de gobernar para todos protegiendo a los más débiles, los más vulnerables, los que están llevando la peor parte de esta crisis nunca vista. Menos mal que los anteriormente citados son también del PSOE, porque da pavor pensar qué dirían si fueran de un partido de ideas contrarias a éste. Seguramente dirían lo mismo. Cada cual da sus frutos y un chaparro no puede dar albaricoques.

Cada día y a cada hora en este país se ven y se oyen cosas que duelen tanto como machacarse los testículos con dos cantos

Viendo a González y con la película todavía en la memoria, me di cuenta que el ex presidente del Gobierno también es un temible gigante de la política de este país, tan gigante como King Kong y con su misma agresividad, la misma fiereza, la misma mala hostia que el Gran Gorila. Pero al contrario que el feroz monstruo con el corazón tierno que se derrite, y quién no, como la mantequilla cuando a ve a la bella Naomi Watts, nuestro gran “Kong-zález” no se muestra jamás tierno, ni mínimamente sensible, ni comprensivo en modo alguno con el gobierno de su partido, al que no deja de zaherir con una constante lluvia de críticas e improperios, tanto o más que la oposición, a la que está quitando el trabajo.

González, el gran Kong

Para este descomunal monstruo político, este gran macho alfa mesetario, la única institución que respeta y por la que siente un inmenso cariño, su Naomi Watts a la que siempre ha amado y amará por encima de todas las cosas, es la gran patronal, a la que nunca ha criticado y menos con la saña con que critica a la izquierda, aunque ésta sea una izquierda descafeinada, desnatada y muy ligera como la del actual gobierno de Sánchez. De ese selecto cogollito de millonarios que constituyen el verdadero poder, el poder económico ante el que Sánchez y los suyos poco o nada pueden hacer, de esos sus queridos amigos que son los grandes empresarios del Íbex, González no dirá otra cosa que no sean alabanzas, aleluyas y ditirambos.

No ha sido poca desgracia para este país que el hombre que tanto poder reunió en su persona, al que tantos millones de ciudadanos le votaron con la ilusión y la esperanza de que la izquierda gobernara por fin en este solar patrio y sacara las cuadras del régimen anterior, haya resultado ser un defensor a ultranza de las mismas políticas neoliberales que defiende el PP. No ha sido poca calamidad e infortunio para todos nosotros, la clase trabajadora, que el líder supremo de un partido que lleva las palabras “socialista” y “obrero” en sus siglas haya defendido, y lo sigue haciendo con toda la vehemencia y la labia de la que es capaz, más los intereses de la grandes corporaciones -de una de ella fue consejero-, y de los grandes empresarios con los que se codea a diario que los intereses de los más débiles, los que sufren todas las crisis, sean económicas, sanitarias o cualquier otra índole. Y parece que no le importa tener más amigos que los grandes empresarios nacionales y extranjeros, las grandes fortunas a las que representa, respalda y defiende lo que haga falta. Que tampoco es que haga mucha falta, porque los poderosos siempre se han defendido muy bien solos. Pero por si acaso, ahí esta González dispuesto a remangarse y echar una mano en lo que sea menester. Todo es poco tratándose de ellos.

Cada día y a cada hora en este país se ven y se oyen cosas que duelen tanto como machacarse los testículos con dos cantos. Muchos sufrimos viendo moverse esa terrorífica  noria que trae en cada cangilón una noticia peor que la otra. Desde Goirigolzarri, el presidente de Caixa Bank que también lo fue de la antigua Bankia, al que el Estado, es decir todos nosotros, regaló sesenta mil millones, otros dicen que fue mucho más, a fondo perdido, a pesar de que Rajoy y compañía juraron que se recuperaría hasta el último euro del dinero puesto para rescatar la entidad. Un presidente este Goirigolzarri que ahora pide sobriedad, austeridad y contención del gasto mientras se sube el sueldo un trescientos por ciento, y echa a la calle a miles de trabajadores. O el gobernador del Banco de España que dice que hay que abaratar ¿todavía más? el despido. Pasando por el gran Marhuenda, director del muy patriótico periódico La Razón que se escandaliza de que en este país los trabajadores tengan un mes, todo un mes entero, como lo oyen, de vacaciones. Y qué más quieren estos ingratos e insaciables trabajadores que parece que les ha hecho la boca un fraile, ¿quizás también un salario digno? ¿y qué más, un jamón con chorreras? O Casado, otro gran patriota que se reúne con lideres de partidos marroquíes que dicen en sus estatutos que Ceuta y Melilla son marroquíes, tan marroquíes como el té moruno, y se junta con ellos a ver si puede sacar algún rédito político sin importarle un pimiento la unidad de España que tanto cacarea. Y no digamos ver y oír a los que indultaron a los golpistas que entraron a tiros en el Congreso y sacaron a los tanques a la calle y ahora se escandalizan y se rasgan teatralmente las vestiduras porque se indulte a quienes sacaron unas urnas a la calle en Cataluña. Por no decir el que fue Jefe del Estado durante tantos años, treinta y nueve para ser exactos, que permanece fugado en el extranjero para no dar cuentas de sus desmanes y tropelías, y al que llaman “Aloe Vera” porque cuanto más se investiga sobre él, más propiedades se le encuentran.

Decía José Manuel Caballero Bonald, poeta y escritor recientemente fallecido que “la literatura es una forma de defensa contra las ofensas de la vida”. Y también el cine y las demás artes. Solo pedimos que ya que no nos van a faltar, nunca cesarán esas ofensas que acabamos de referir y otras muchas más, al menos que no nos falte tampoco la buena literatura y el buen cine como alivio y consuelo a tanta desgracia.

“Sentaíto en la escalera esperando el porvenir y el porvenir nunca llega”, decía también el maestro jerezano que tanto nos enseñó e hizo disfrutar con sus relumbres, iluminaciones y revelaciones. Quizás deberíamos dejar la escalera y salir a buscar otro porvenir que el que los Gónzalez, Casado, Goirigolzarri, Marhuenda y otros de su calaña nos tienen reservado y adjudicado.

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2 COMENTARIOS

  1. Que novedad! Felipe Cal Viva, el colombiano, aparte de ser agente de la CIA (recomiendo leer La CIA en España de Grimaldos) es uno de los matones de la patronal contra los humildes. Solamente los profundamente reaccionarios pueden comulgar con este sujeto, mister X de los GAL. Su desprecio por todo aquello que no sea enriquecerse es su constante existencial.

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