La conciencia sometida

24 de Junio de 2020
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La escasa respuesta, por no decir nula, que la ciudadanía está dando a la desintegración social propiciada por la crisis del Coronavirus o Covid19, que profundiza cada día más en la brecha de la pobreza y está alcanzando unos niveles alarmantes de precariedad en la convivencia/subsistencia cotidiana. Esta insensatez humana tiene mucho que ver con la renuncia a su responsabilidad de unos medios de comunicación arrodillados ante un poder que utiliza los mismos resortes, el de la  insensatez,  que usa contra el pueblo con el objetivo de asfixiar económicamente  a las empresas de comunicación libres, llegando, incluso, a denigrar la profesión periodística, convertida en la voz de su amo, cuando no para garantizar su complicidad en la transmisión de mensajes que inciden dolorosamente en la obligación de entender, comprender e incluso solidarizarse con un poder que, por momentos, nos ofrece falta de transparencia y valor democrático. Ahora, con las vacas famélicas y los plazos vencidos de la primera etapa, tal vez la última, de una pandemia cada día más convincente de su utilización por las dictaduras privadas nacionales e internacionales con el apoyo del cómplice silencio, o silencio inducido, que nos muestran las últimas decisiones de un gobierno progresista de izquierdas, más aún Podemos que, al menos por su contundente programa electoral de izquierda revolucionaria, debería utilizar la coherencia de la verdad y con ella ser capaz de elevar la voz para frenar posiciones neoliberales de sus socios, que por el camino que nos lleva Redondo, con sus cien asesores externos (transparencia, por favor, y publicar los nombres y apellidos de todos y todas) podríamos perder cientos de millones en “minutas”. Por otro lado, la ministra Calviño justificando, con exaltación incluida, la cumbre de la CEOE, en este caso como en el anterior lo normal en su ideología, tal como hubiese hecho su antecesor De Guindos, incluyendo la presencia  del Monarca en la clausura, un representante más de las élites capitalistas.

Es preciso sufrir hasta el estado de necesidad mientras unoscuantos continúan llenándose los bolsillos con el dinero de todos en un gabineteprogresista y de izquierdas. Es necesario, señor vicepresidente 2º del Gobiernoy presidente de Podemos, que esto ocurra mientras el desempleo, la marginaciónde los autónomos y autónomas, de las pequeñas y medianas empresas estállevando a muchos hogares españoles al abismo del hambre y la indigencia.

Y los medios de comunicación callan, “más pan y menoscirco”. La libertad e independencia, que es signo distintivo e irrenunciable delos medios de comunicación, en otros tiempos el cuarto poder encargado de velarpor la calidad y transparencia democrática, ha dado paso al entreguismo. Enesos tiempos el “cuarto poder” no sería cómplice de la miseria, ahora se pagasu cómplice silencio, de uno y otro lado.

  El pensamiento únicose ha impuesto al espíritu crítico hasta domesticar la conciencia socialcolectiva a costa de nuestra dignidad. La ética ideológica y profesional no essino un pataleo y una nostalgia amarga de que cualquier tiempo democráticopasado que si no fue mejor por lo menos fue más libre (ahora es cuando toca“matar al mensajero”, al que ya advirtió y pidió a la libertad que cantase a lalibertad con dignidad).

La uniformidad, la tibieza, la falta de ideología no puedencrear una opinión publica plural y solo contribuyen a desactivar la voluntadpopular y a la cesión de la soberanía, a la renuncia explícita del poder. Ladiversidad enriquece como enriquece el mestizaje. Si no existen vocesdiscrepantes, opiniones divergentes, criterios dispares, jamás será posibleprogresar y la sociedad enfermara, sus mecanismos públicos fallarán y lapolítica se convertirá en una herramienta defectuosa, inútil, incapaz de serinstrumento de transformación y cambio. El pueblo debe de encontrar en losmedios de comunicación, al igual que en los políticos éticos, el espejo dondese refleje la moralidad de una sociedad que aspira a decidir su destino y aconvivir en paz y libertad, buscando el bien común, la coherencia, la igualdadreal y la garantía de derechos fundamentales. No se trata ya únicamente delrespeto escrupuloso de la ley cuando la corrupción se infiltra en todos losresortes e instituciones sino de anteponer valores y principios a la dinámicade beneficio y rentabilidad impuesta por la codicia insaciable del poder, vengade donde venga. Si una vez creímos en la redistribución de la riqueza y en lagrandeza y generosidad de la vocación publica, no podemos sucumbir a ladictadura del capital. Políticos, financieros, asesores, empresarios de la CEOEse podrán responsabilizar mutuamente del desastre, pero todos debemos asumirnuestra parte alícuota de culpa. ¡Pueblo no dejes en manos de nadie tu destino!,si lo haces desde tu cómplice silencio tendrás que asumir tu parte alícuota deculpa.

También la prensa y los medios de comunicación, tancomplacientes con quienes desde el poder están desmantelando la estructura dela transparencia democrática del sistema, utilizando la Constitución tan usadacomo el propio sistema. La responsabilidad de lo que sucede es colectiva,aunque no olvidemos que deberíamos rendir cuentas de forma individual denuestras acciones y sobre todo de nuestras omisiones. No vale mirar para otrolado. Los ciudadanos y las ciudadanas ya no quieren saber qué sucede sinoquien ha hecho que suceda. Necesitan explicaciones, perspectivas y propuestasde futuro desde la verdad y la coherencia ideológica, Hasta hace muy poco, elciudadano era capaz de identificarse con su prensa y con su ideología y haciasuyas determinadas cabeceras y siglas políticas. Pero el periodismo, al igualque la política, ya no es del pueblo sino de quien lo paga, y como sometida delsistema está tirando los precios en tiempos de crisis. 

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