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«La crisis climática no tiene por qué ser una crisis del hambre, pero eso es lo que está sucediendo»

La directora ejecutiva del Programa Mundial de Alimentos de la ONU, Cindy McCain, afirma que se estima que unos 5 millones de personas en América Latina y el Caribe podrían caer en una situación de inseguridad alimentaria, en los próximos meses, como consecuencia directa del fenómeno de "El Niño"

Juan Carlos Ruiz
Juan Carlos Ruiz
Periodista y Licenciado en Ciencias de la Información
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análisis

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Para hallar una panacea a la espiral del hambre global, el mundo debe aumentar rápidamente la protección a las personas vulnerables más expuestas a la crisis climática. Es la advertencia del Programa Mundial de Alimentos de las Naciones Unidas (WFP, por sus siglas en inglés), una semana antes de que los líderes mundiales se reúnan en Dubái para la próxima Cumbre del Clima de la ONU, COP28. Sólo el año pasado, los eventos climáticos extremos empujaron a 56,8 millones de personas a una grave inseguridad alimentaria.

«Muchos de los países más frágiles del mundo, asolados por conflictos, inestabilidad y pobreza, son los más afectados por el cambio climático. La crisis climática no tiene por qué ser una crisis del hambre, pero eso es exactamente lo que está sucediendo”, afirma la directora ejecutiva de WFP, Cindy McCain. «Tenemos el deber colectivo de proteger y apoyar a las personas que viven al borde de este creciente desastre, y debemos hacerlo ahora».

En la COP28, WFP solicitará apoyo inmediato para aumentar la protección climática de las comunidades afectadas por la inseguridad alimentaria cuyas vidas y medios de subsistencia se ven amenazados por el calentamiento global, particularmente en entornos frágiles y afectados por los conflictos.

Las comunidades necesitan acceso a información de alerta temprana, protección financiera mediante la provisión de efectivo antes de que ocurran desastres y seguros climáticos para cultivos y ganado, así como sistemas de protección social que respondan a las crisis. «Sin una acción decisiva y transformadora para advertir y proteger a las comunidades contra los desastres y los fenómenos meteorológicos extremos, el mundo verá crecer el hambre, la inseguridad y los desplazamientos».

Sistemas alimentarios bajo presión

Si se fortalecen los sistemas locales y se destinan más fondos a aquellos contextos en mayor riesgo, es posible proteger los sistemas alimentarios locales de los peores impactos de los extremos climáticos y evitar una inseguridad alimentaria prolongada. Esto es mucho más rentable que responder de continuo a una crisis alimentaria tras otra. Sin embargo, el sistema humanitario, tal como está financiado actualmente, lucha por seguir el ritmo creciente de las crisis que empujan a más y más personas al hambre y debilitan los sistemas alimentarios, ya de por sí bajo presión.

“WFP ya ha brindado protección contra las crisis climáticas a 15 millones de personas en 42 países, pero esto no es suficiente. Las comunidades que se encuentran en la primera línea de la crisis climática necesitan una protección más fuerte y a más largo plazo antes de que ocurran estos eventos para mantenerlas seguras y alimentadas”, añade McCain.

En Latinoamérica y el Caribe, 5 millones de personas pendientes de «El Niño»

En América Latina y el Caribe, WFP ha brindado asistencia alimentaria a 665,000 personas afectadas por fenómenos extremos asociados a la crisis climática, como huracanes o sequías durante el 2022. Además de responder a las emergencias ese mismo año, WFP promovió mecanismos para la transferencia de riesgos, como los seguros climáticos, para proteger la seguridad alimentaria de unas 185.000 personas, en especial pequeños productores y sus familias.

Igualmente, WFP promueve la adopción de prácticas y conocimientos ancestrales, especialmente entre comunidades indígenas, que contribuyen a un manejo sostenible de sus recursos naturales que contribuyen a proteger los ecosistemas de catástrofes y choques climáticos. 

Por ejemplo, en Bolivia, la habilidad tradicional de leer las señales de la naturaleza o bioindicadores han sido incorporadas en el sistema nacional de alerta temprana. En la frontera entre Ecuador y Colombia, WFP apoya a más de 22.000 personas de las comunidades awá y afro para combinar conocimientos científicos con prácticas locales tradicionales y promover actividades de adaptación a la crisis climática.

Los expertos creen que 2023 será el año más caluroso jamás registrado y el mundo se está acercando peligrosamente a superar permanentemente el límite crítico de calentamiento global de 1,5°C. En la primera mitad de este año se produjo el ciclón tropical de mayor duración registrado en el sur de África y olas de calor e incendios forestales sin precedentes en Europa, América del Norte y Asia. Las lluvias que llegaron después de una sequía de tres años en el Cuerno de África provocaron inundaciones repentinas y desplazamientos masivos, en lugar de alivio para los agricultores.

Se estima que unos 5 millones de personas en América Latina y el Caribe podrían caer en una situación de inseguridad alimentaria como consecuencia directa del fenómeno de El Niño en los próximos meses. Esto se añade a los cerca de 40 millones que ya se encuentran en situación de inseguridad alimentaria. 

Con 333 millones de personas en el mundo enfrentándose a inseguridad alimentaria aguda y a un déficit de más del 60 % en la financiación de WFP, este año es fundamental que el mundo dé prioridad a proteger a las personas de crisis climáticas predecibles antes de que caigan en la inseguridad alimentaria.

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