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La mascarada de la Cumbre de Dubái supera en cinismo a todo lo que habíamos visto hasta ahora

Con sus negocios en la industria petrolera, el presidente de la reunión, el jeque Al Jaber, hace perder a la humanidad la confianza en la salvación del planeta

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La Cumbre del Clima de Dubái (COP28) va camino de convertirse en el penúltimo acto de una ópera bufa tan dramática como esperpéntica: la autoaniquilación del ser humano, culpable directo del cambio climático. Todos los científicos con un cierto nivel y prestigio (dejemos a un lado a los esotéricos, magufos y vendidos a la extrema derecha populista) dan por hecho ya que estamos a un paso de atravesar la frontera de no retorno. A mediados de este siglo, si un milagro no le remedia, la temperatura media del planeta habrá subido al menos dos grados centígrados (hay estudios mucho más pesimistas que sitúan este calentamiento en tres, cuatro y hasta más grados), lo que supondrá la desertización de amplias zonas de la Tierra, la deforestación, devastadores incendios, inundaciones y temporales, nevadas como jamás se vieron, el derretimiento de los polos con subida del nivel del mar, la conversión de los océanos en una sopa ardiente sin vida y la extinción de buena parte de los hábitats naturales, especies animales y vegetales. Un escenario como para echarse a temblar.

Y, sin embargo, ahí está el inconsciente, insensato y flipadillo mono desnudo, mirando para otro lado y siguiendo con la gran fiesta del capitalismo salvaje como si nada. Somos como aquellos músicos de la orquesta del Titanic que siguen tocando tranquilamente mientras el barco se va a pique. El último paripé inútil que hemos organizado es esa cumbre del cinismo en Emiratos Árabes, una potencia mundial en la comercialización de petróleo, el combustible fósil que tras siglos de desquiciada industrialización nos ha llevado a las puertas mismas del infierno. ¿Acaso no había otro lugar un poco más decoroso para celebrar la conferencia, aunque solo fuese por disimular un poco? Alguna lumbrera de por ahí arriba, en las altas esferas y élites mundiales, debió creer que esto de salvar el planeta era como organizar un Mundial de fútbol, y pensó sin duda que al evento se le podía sacar una buena tajada en negocios y publicidad.

Uno, en su ingenuidad utópica de viejo marxista descreído de todo, opina que se podría haber llevado la cumbre a la otrora verde Canadá, un país que tras la última ola de incendios forestales ha quedado reducido a un inmenso agujero negro calcinado visible desde el espacio (20 millones de hectáreas quemadas, ahí es nada). O al Brasil de la era posbolsonarista que ve cómo la Amazonia, gran pulmón del planeta, se pierde sin remedio por las políticas de la extrema derecha populista. O a la misma Antártida, cuyo hielo fundido por el calor augura la desaparición de regiones y ciudades costeras en un plazo no demasiado largo de tiempo. Cualquier lugar hubiese sido mucho más digno y decente que una satrapía teocrática del infecto petrodólar que no está a salvar el planeta sino a cerrar la venta de otro puñado de barriles Brent.

No hay más que ver quién se encuentra al frente de la última mascarada climática en calidad de presidente, el sultán Al Jaber, un conocido ejecutivo de la industria del crudo que por lo visto se lo lleva ídem. Bajo el mandato del tal Al Jaber, Adnoc, la multinacional que dirige, produjo más de cuatro millones de barriles de petróleo al día en 2022 (3,6 millones más que el año anterior, según la OPEP). Además, el tipo se jacta de que entre 2027 y 2030 conseguirá duplicar la producción y todo ello mientras los protocolos científicos aconsejan ir en sentido contrario, o sea cerrando pozos y reduciendo el consumo de combustibles fósiles. Por utilizar un símil, es como colocar al ejecutivo de una empresa tabacalera a presidir una conferencia sobre el cáncer de pulmón.

El cinismo del fulano Al Jaber ha quedado al descubierto cuando en plena cumbre se ha sabido lo que piensa en realidad este siniestro personaje sobre el cambio climático: que no hay ciencia que pueda probar que sustituir el petróleo por energías limpias y renovables consiga reducir la temperatura global al menos un grado y medio, gran objetivo de la ONU. O sea, un negacionista travestido de ecologista. Pero el colmo de la desfachatez llegaba cuando el jeque, en plena cumbre y de extranjis entre ponencia y ponencia, se ha dedicado a cerrar contratos petroleros con una veintena de países. Toma energía verde reciclable, toma economía sostenible. Y luego el señor pide a la BBC, que le ha sacado los trapos sucios, que le dejen trabajar, que aparquen la campaña de desprestigio contra su persona y que, todos juntos, saquemos adelante los objetivos medioambientales. ¿Se puede ser más falso?

La humanidad, la gente de bien, mira horrorizada cómo los grandes gerifaltes de la economía globalizada envían el mundo al garete mientras se mofan de todo y de todos. Muchos son los científicos que creen que el problema del cambio climático ya no tiene solución y que nos encaminamos inexorablemente a la sexta extinción, quizá con una brutal glaciación como ya ocurrió en tiempos prehistóricos. Para frenar lo inevitable, el planeta entero tendría que paralizar totalmente su actividad industrial hoy mismo y ni Estados Unidos, ni China, ni Rusia están por la labor de lograr el utópico objetivo de cero emisiones a mediados de este siglo. El gran drama para nuestra especie es que ha caído en manos de una élite ciega de codicia, una estirpe maldita y suicida que cuando ya no se pueda plantar ni un miserable tomate porque la tierra habrá enfermado para siempre, tendrá que comerse sus petrodólares, esta vez sí, crudos y sin sal.

De esta enésima pantomima a la que asisten doscientos países no cabe esperar nada, como de ninguna de las anteriores que se han celebrado hasta ahora sin que nadie cumpliera con lo pactado (y ya van unas cuantas). Quedará para la historia, eso sí, el caso asombroso de un charlatán que mientras nos hablaba de soluciones al cambio climático que se nos venía encima se dedicaba a dar el penúltimo pelotazo del siglo y a forrarse con el apocalipsis. Que ya hay que ser mala gente.  

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5 COMENTARIOS

  1. Sobre la hipocresía y la ingenuidad…

    1. Los países occidentales tenemos la mayor huella de carbono per cápita del mundo por más que queramos presentarnos como profetas de la sostenibilidad.

    2. La población mundial practicamente se ha duplicado en los últimos 50 años. Si uno busca ‘population growth chart’ en google se convencerá fácilmente de que el crecimiento exponencial de los últimos cien años está llegando a su fin.

    3. Greta Thunberg (¿se acuerda alguien de ella?), el coche eléctrico y los carriles bici no van a solucionar el problema.

    No se trata de negar el cambio climático Antequera, se trata de ver que la humanidad es una burbuja fundamentada en quemar cosas. El mono desnudo lleva más de cien insostenibles años así y le ha ido demasiado bien. Esto se acaba, sí, pero no hay alternativa verde posible. Por otro lado, Marte no siempre fue un desierto carente de atmósfera y quizás no necesitara de ningun primate para irse al garete. Estas cosas ocurren en rl Universo.

  2. Si lo trasladamos al mundo del futbol. se podría decir que el partido está amañado. Han comprado al árbitro y a jugadores… Se han asegurado tanto, que hasta juegan en casa. Hacer muy complicado, el que puedan tener lugar protestas…
    Quieren seguir enriqueciendose con la extracción de energías fósiles (petróleo, gas…), lo demás es un labado de imagen. TODO VA A SEGUIR IGUAL ENCAMINADOS A CONVERTIR EL PLANETA EN UN LUGAR DONDE LA VIDA DEL SER HUMANO SE RETORNARÁ IMPOSIBLE. Cuando finalmente, lo consigan el planeta volverá a revivir y el ser humano destructor habrá desaparecido porque el planeta no va a desaparecer, desapareceremos nosotros.
    Viene muy bien a colación el TITANIC… «Somos como aquellos músicos de la orquesta del Titanic que siguen tocando tranquilamente mientras el barco se va a pique». Los mandamases están muy interesados en que la música no pare, es normal se están FORRANDO…, mientras el resto de la humanidad ya está sufriendo los terribles efectos del cambio climático. Los que tienen que decidir viven como en una burbuja y temen perder su tren de vida…

  3. TODOS GANAN, EUROPA PIERDE. Cuando se leen todas estas cifras que se manejan. Se entiende el interés por BOICOTEAR LA COP28 Y LO QUE HAGA FALTA PARA SEGUIR FORRANDOSE…

    https://sputniknews.lat/20231206/la-ue-ha-pagado-en-exceso-185000-millones-por-gas-desde-febrero-de-2022-1146327046.html
    La Unión Europea (UE) ha gastado 304.000 millones de euros en importaciones de gas desde febrero de 2022 por pagos excesivos debido a las sanciones antirrusas; en total, el sobrepago por el combustible totalizó 185.000 millones de euros, según los cálculos de Sputnik basados en datos de Eurostat.
    De este modo, el costo medio mensual de las importaciones de gas por parte de la UE desde febrero del año pasado, cuando Bruselas empezó a imponer sanciones a Moscú, ha alcanzado los 15.200 millones de euros, de los que 7.700 millones corresponden a gas natural licuado (GNL) y los 7.500 millones restantes a gas de tubería.
    Con anterioridad a la introducción de medidas restrictivas por parte de los países europeos, estos pagaban una media de 5.900 millones de euros (3.600 millones por el gas de tubería y 2.300 millones por el GNL).
    Así, en 20 meses, el sobrepago por el combustible totalizó 185.000 millones de euros, mientras que la suma total ascendió a 304.000 millones de euros.
    Anteriormente, la UE había gastado cantidades semejantes durante varios años: 186.000 millones desde abril de 2017 hasta finales de 2021, y 292.000 millones entre 2013 y 2021.
    Estados Unidos fue el país que más «dividendos» recibió de las sanciones europeas: 53.000 millones de euros, seguido del Reino Unido (27.000 millones), Noruega (24.000 millones) y Argelia (21.000 millones).
    Rusia, a pesar del recorte en el suministro, obtuvo 14.000 millones de euros adicionales debido a la subida de los precios, con Catar ganando la misma cantidad.

  4. La descripción «apocalipse now» del texto esgrimido parece un melodrama de Charlton Heston, carismático setentero del Armageddon en todo tipo de circustancias. Pero es que este es el escenario a continuación, y aquí no vale sino que tomar conciencia de que todos los datos son ya visibles y comprobables. Es por esto que el método capitalista, que oficialmente está disuelto y caducado, no puede ser patrón de dirección a ninguna parte, y debe ser vigilado y reprimido, en función del manejo (político, social, económico, propaganda y prensa) para él control sobre el fomento sobre la incidencia en la calidad de vida de los ciudadanos – simple estado de bienestar – sin pérdida del propio derecho a la propiedad, individual, colectiva o mercantil.

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