Tal y como hemos publicado en exclusiva en Diario16+, el pasado 3 de septiembre los pequeños Gerard y Laia debían volver a España en el vuelo TK 1855 de Turkish Airlines, pero nadie se presentó al aeropuerto. El 9 de septiembre debían empezar el curso escolar en la Escuela Bellaterra, de Barcelona. El padre solicitó una reunión urgente con el centro educativo, que tuvo lugar aquella misma semana. En la reunión le advirtieron del peligro que los niños perdieran la plaza escolar, cosa que ocurrió posteriormente.
Sin embargo, no contaban con lo peor: el desconocimiento de la madre sustractora, Regina Magundayao Valdez, sobre qué curso estudiaba su propio hijo. Tanto la escuela como el padre eran conscientes de que Regina se desentendía de la educación de los niños ya que, para empezar, sólo los acompañó una o dos veces al centro escolar en España (y una de ellas, le llamaron la atención porque había dejado los niños a medio camino hacia el aula). Sin embargo, nadie se imaginaba que, en vez de matricular a Gerard en primer curso para el año 2024-25, ella lo matriculase nuevamente en preescolar. Cuesta concebir una madre tan irresponsable, especialmente cuanto se queda en exclusiva con los hijos y los separa de sus hermanas y amigos.
De este modo, el próximo mes de septiembre, los compañeros de Gerard empezarán en España el segundo curso, mientras que el niño empezará primero en el mes de junio (en Filipinas el curso escolar es de junio a abril).
Sin atención logopédica la situación educativa del menor se agrava
Lo injusto de esta situación es que el pequeño es un alumno brillante en matemáticas (con habilidades innatas en cálculo e intuición espacial) pero tiene un problema de desarrollo del lenguaje que llevaba tres años siendo tratado en España. Regina Magundayao Valdez no puede decir que sea ajena al problema porque su firma aparece en todos los documentos del tratamiento de Gerard y, además, le acompañó alguna vez al centro especializado donde atendían al niño después de clase. Sin embargo, ahora la madre se ha desentendido por completo de las consecuencias que puedan tener en el desarrollo de Gerard la interrupción del tratamiento.
La noticia ha generado preocupación en el padre y las hermanas del pequeño porque supone un indicio claro de desinterés por parte de la madre, no solo hacia la formación académica de su hijo, sino también hacia el desarrollo integral del niño.
La solución pasa por el inmediato regreso de los niños a España
El curso escolar termina en España a finales de junio. Por tanto, si Regina volviera inmediatamente a España con los menores, podría solicitar la recuperación de la plaza escolar de Gerard y matricularlo en primer grado. De este modo, el niño no perdería un año respecto de sus compañeros. Estudiaría unos meses en primer grado y podría cursar segundo para el curso 2025-2026. Además, muy importante, se podrían reanudar todas las actividades de recuperación logopédica de Gerard, que iban en muy buen camino antes de la sustracción.
Según ha podido saber este medio, la familia realizará en los próximos días diversas llamadas a las autoridades españolas y filipinas para que pongan fin a esta situación, antes de que se produzca un perjuicio mayor para los pequeños. Si una madre se desentiende, de entrada, de la educación de su hijo, hasta el punto de hacerle perder un año e interrumpir su desarrollo normal. ¿Qué será lo siguiente que haga?
Para la familia este desinterés, el hecho mismo que Laia y Gerard pasen muchas horas desatendidos (Regina suele tenerlos en el sofá horas mirando el móvil, como hacía en España) muestra que esta mujer para nada piensa en el bienestar de sus pequeños. Y sus exigencias económicas en agosto para no llevar a cabo la sustracción retratan claramente sus intenciones: los niños son, para ella, mercancía. ¿Qué clase de madre usa a sus hijos para ganar dinero?