Caso Magundayao: 3.000 euros para abrazar a su propio hijo

El padre y la hermana segunda consiguieron contactar con los pequeños en Tumauini (Filipinas)

22 de Abril de 2025
Actualizado a las 11:53h
Guardar
Caso Magundayao: 03
El padre abraza a uno de los hijos sustraídos | Foto cedida por la familia

La fiesta de fin de curso de la Escuela Multigrado de Santor era el entorno más seguro para intentar el contacto con los niños sustraídos y llevados ilegalmente a Filipinas. La hermana de los pequeños, Gerard y Laia, había tomado un vuelo internacional de Barcelona a Manila aprovechando las vacaciones de Semana Santa. El padre tenía un conductor preparado en el mismo aeropuerto. Fue aterrizar y meterse en el coche durante 9 horas, todo para llegar a tiempo a las 7 de la mañana del día 15 de abril.

Billetes de avión, conductor con coche propio para 3 días, gasolina, hotel, comidas, ayudas a intermediarios… Tres mil euros de un plumazo para poder ver a los niños en la ceremonia de fin de curso (en Filipinas termina en abril). Al final, se plantaron en el centro escolar a tiempo y lo consiguieron. La directora del centro, conocedora del marco legal, con quien el padre había hablado la semana antes, se apresuró a buscar una solución y reunió a los pequeños con su padre y su hermana.

Los niños se esfuman en un colegio

Regina Magundayo Valdez se mostró molesta desde el primer momento ante la aparición de la familia de España. No pudo evitar que abrazaran a Gerard y Laia. Ante los profesores de la escuela manifestó que estaba dispuesta a que pasaran unas horas con la familia si ella estaba presente. Regina puso como excusa, al principio, que ya habían organizado un viaje de vacaciones y salían aquella misma noche.

La directora trataba de sentar al padre y a la madre en una mesa para mediar, pero mientras Regina decía llamar a su abogado, en realidad, según lo señalado a Diario16+ por fuentes conocedoras de la situación, estaba dando instrucciones por teléfono para que los niños desaparecieran. Así fue: de repente, ya no estaban en el recinto escolar.

Entonces Regina, la madre sustractora, entró apresuradamente en un coche aparcado a la puerta del colegio. Se hubiera dado a la fuga si no fuera porque la hermana se metió dentro y le pidió que trajera inmediatamente a los niños. Fue infructuoso. La discusión duró una media hora en la que Regina fue incapaz de responder a esta pregunta: ¿Por qué Gerard y Laia están separados de sus hermanas?

El día después

Como no creían a Regina, a la mañana siguiente el padre y la hermana se presentaron en su casa para despedirse de los niños. Efectivamente, estaban allí. Nunca existió el viaje organizado que había puesto como excusa para retenerlos.

La familia de Regina les permitió entrar en la casa y Gerard y Laia jugaron con su padre. Tan solo unos 15 minutos, antes que apareciera Regina y amenazara con llamar a la policía por allanamiento de morada (sic).

A pesar de la reiterada pregunta de por qué los niños no pueden ver a su familia en España, Regina no contestó. Se limitó a decir “Soy filipina y la justicia española no puede hacerme nada”. 

Quedó patente, por encima de todo, la obsesión de Regina por destruir la familia española, por cortar todos los lazos con las hermanas y el padre hasta conseguir que los niños los olviden. Según las mismas fuentes, incluso sus propios parientes, presentes en aquel momento, parecían no entender esta obsesión.

Lo + leído