Laia y Gerard vivían en un barrio de clase media, una urbanización, cercana al municipio de Sant Quirze del Vallés, en Cataluña. A pesar de que, alguna vez, algún ratero haya entrado en una casa para llevarse dinero u ordenadores, se trata de un barrio muy tranquilo, sin grandes medidas de seguridad porque no se necesitan. Los niños juegan en el parque infantil del barrio, las casas tienen alguna que otra verja y los vecinos pasean por sus calles con total calma. Además, tiene un camino forestal que conecta con Bellaterra, que está transitado por gente que hace deporte o sencillamente pasea al perro.
Los niños, tal y como publicamos en exclusiva en Diario16+, fueron sustraídos ilegalmente y pasaron una temporada en Manila para ir posteriormente a la ciudad de Delfin Albano, en el barrio de Santor, una zona rural en la que se aplicó la reforma agraria de la presidenta Corazón Aquino, en los años 80. El problema es que los pequeños agricultores debían pedir préstamos para comprar semillas y preparar la siembra, devolviéndolos después de la cosecha y quedándose la diferencia para poder vivir. A una situación de economía de subsistencia hay que añadir la avaricia de las multinacionales de alimentación, que comercializan semillas de un solo uso. Esto ha causado, por una parte, la bancarrota de pequeñas familias, la emigración a la ciudad, y la fragilidad de las familias que crecen (más personas que deben vivir de una única parcela) y, por otra parte, ha sido el caldo de cultivo para la criminalidad, especialmente la relativa a robos con violencia.
Credibilidad relativa de la madre
Cuando los niños cambiaron de domicilio la familia española contactó con vecinos y parientes, para poder saber su paradero y su estado de salud. Esto molestó a la madre sustractora, que envió un mensaje que todavía mantiene en alerta a la familia. La madre pide que no se haga publicidad del caso ya que, al ser un barrio pobre, los niños están en riesgo de ser atacados para conseguir dinero. El mensaje resalta que “pueden hacernos daño” y “nos ponen en peligro”.
“Ya no sabemos qué creer”, manifiesta a Diario16+ Laura Rodríguez Caro, la portavoz de la familia, “¿Qué madre sensata se llevaría a sus hijos a un sitio donde corren peligro? Pero, por otra parte, sabemos que el año pasado, en febrero, mataron a tiros a un granjero cuando iba a ingresar el dinero de la cosecha”. Es común que los granjeros de Delfin Albano acudan al municipio vecino, Tumauini, porque allí están los bancos y otros servicios. Lo mismo hace la familia de Regina Magundayao Valdez, que suele acudir al banco escoltada por tres o cuatro hombres armados.
Además, las noticias que reciben desde Delfin Albano, lugar donde permanecen ahora los niños, son confusas. Por una parte, un contacto les dijo que una pandilla de ladrones de coches había tenido contacto con los niños y, por otra, en otro orden de cosas, la policía publicaba recientemente que se había capturado a uno de los 10 criminales más buscados del país, que era, precisamente, de Tumauini, el pueblo vecino.
La familia se toma seriamente, pero con reservas, los mensajes de la madre. La portavoz nos indica que una cosa es que en una ciudad como Tumauini exista cierto riesgo, debido a que se mueve dinero, y otra muy diferente tachar de criminales a los vecinos de Santor (el barrio donde vive ahora Regina Magundayao Valdez).
Por tal motivo, se ha pensado en entrar en contacto directamente con la alcaldía de Delfin Albano a fin de poder calibrar el peligro que corren los menores. Laura Rodríguez quiere destacar la labor de la administración local para el desarrollo de la zona. “Hemos detectado acciones del ayuntamiento, escuelas, organizaciones, etc. que ponen en marcha iniciativas para al progreso social de este municipio. Por eso confiamos en ellas como fuente fiable para poder valorar la situación de los niños. Contactaremos con el alcalde de Delfin Albano”.
Una búsqueda en google muestra que, efectivamente, a veces se producen muertes violentas en Tumauini donde frecuentemente son víctimas agricultores de los alrededores. En octubre de 2023 murieron un policía y un agricultor, resultando un segundo agricultor herido en el tiroteo.