Energía nuclear y Feijóo, una combinación letal

El PP, que ha dado sobradas muestras de no saber gestionar una crisis, apuesta por alargar la vida de las plantas de energía atómica con los riesgos que entraña

30 de Abril de 2025
Actualizado el 01 de mayo
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Central Nuclear de Almaraz en una imagen de archivo. | Foto: Ecologistas en Acción
Central Nuclear de Almaraz en una imagen de archivo. | Foto: Ecologistas en Acción

No ha pasado ni un día del histórico apagón en la Península Ibérica y las derechas ya se han lanzado, a dentelladas de hiena, contra el Gobierno de Sánchez. En realidad, la gestión ha sido, si no sobresaliente, sí al menos notable, desde luego mucho más diligente que la que llevó a cabo el PP de Carlos Mazón durante otro desastre como fue la riada de Valencia. El suministro eléctrico se restableció en tiempo récord (en algunos países, y no precisamente bananeros como puede ser Estados Unidos, la población ha llegado a estar días sin luz en circunstancias similares), el plan de seguridad y emergencias funcionó (no se han registrado accidentes importantes en carreteras, aeropuertos o ferrocarriles, ni asaltos o pillajes en los comercios) y la información se transmitió de forma fiable y veraz, si bien es cierto que el presidente tardó en comparecer ante los medios de comunicación algo más de lo que hubiese sido deseable para tranquilizar al personal. En resumen, los 48 millones y pico de habitantes de este país salimos bastante airosos de un desafío descomunal del que solo cabe decir aquello tan castizo de “pa habernos matao”.

Queda por despejar, eso sí, la gran incógnita del apagón: cuál fue la causa de la avería, dónde estuvo el fallo, qué pasó. Y, probablemente, el informe definitivo al respecto tardará meses en estar terminado. Así que paciencia. Todo se acabará sabiendo más temprano que tarde y la opinión pública tendrá todos los datos en la mano para concluir si el incidente se debió a una “oscilación” en la fuerza eléctrica (una explicación propia de la saga Star Wars que en medio del caos contribuyó a aumentar aún más la sensación de distopía) o si hubo mano negra de los piratas informáticos de Putin. Esta segunda versión sobre cómo pudieron esfumarse 15 gigavatios en menos de cinco segundos parece ya descartada por los técnicos y el propio CNI, aunque Pedro Sánchez, coqueteando descaradamente con la conspiranoia, siga empeñado en mantenerla viva porque es la que más le interesa por puro cálculo político. En igualdad de condiciones, la explicación más simple suele ser la más probable (principio de la navaja de Ockham) y en este caso quizá no haya que buscar a los culpables del sindiós eléctrico “en desiertos remotos ni en montañas lejanas”, como dijo Aznar durante su infame gestión del 11M, sino que quizá estén mucho más cerca, aquí al lado, entre nosotros. Piratas los hay en todas partes, y no solo en la Rusia putinista, también en algún que otro despacho con puerta giratoria de Madrid. A los piratas del Kremlin no tenemos el gusto de conocerlos, pero a nuestros piratas de toda la vida sí, tanto que ya son como de la familia.

De modo que aún tendremos que esperar un cierto tiempo hasta aclarar el incidente más extraño de la historia, si exceptuamos la pandemia de coronavirus, que fue puro y terrorífico cine de ciencia ficción hecho realidad. Pero mientras se llega al fondo del asunto, PP y Vox ya se han lanzado a una de esas campaña histéricas y neurotizadas aderezadas con el odio y sin pies ni cabeza. El populismo demagógico cuya única finalidad es desestabilizar el Gobierno, que a fin de cuentas es tanto como desestabilizar el país y jugar con millones de personas. Ya lo hicieron con la crisis sanitaria del covid (el espectáculo que dieron fue lamentable) y van camino de hacerlo ahora también. Lo de ayer de Abascal –acusar a Sánchez de haber hecho saltar los plomos para provocar el apagón y que no se hablara del juicio contra su hermano–, es droga dura. Pero es que el dirigente popular tampoco ha ido a la zaga en críticas y propuestas marcianas y ya se le está viendo el programa energético alternativo propio de Gila cuya primera solución sería alargar la vida de las centrales nucleares, una serie de plantas atómicas obsoletas que hace décadas no pasan la ITV. No hay que ser un experto para entender que no hay marcha atrás en las renovables y que el reaccionarismo energético solo conduce a más crisis climática y a la melancolía.

Es como para echarse a temblar que el hombre que sostiene a Carlos Mazón en el poder pese a su calamitosa gestión de la dana del 29 de octubre nos venga ahora con que la salida al problema eléctrico está en el uranio letal y no en las energías limpias y renovables. De los autores de Feijóo, el amigo de los ultras llega a sus pantallas Feijóo, el antiecologeta. Da miedo solo pensar qué podría pasar durante una crisis nuclear con esta gente en el poder. Ya han dado sobradas muestras de torpe incompetencia, de que no saben gestionar lo público (nunca les interesó, ellos van a la pasta, que está en lo privado) y de que no dan una a derechas en momentos de zozobra y emergencia nacional. Hundieron el Prestige provocando la mayor catástrofe ecológica de la historia de Galicia, mezclaron los cadáveres del Yak, mintieron vilmente durante el 11M, encerraron a los ancianos en las residencias de la muerte en plena pandemia (condenándolos a una muerte segura) y ya sabemos dónde estaba el capitán botarate cuando miles de paisanos se le ahogaban bajo las aguas: dándose al filete en El Ventorro. Un apagón general es una cosa seria que no se debe tomar a broma. Pero mucho peor sería un escape radiactivo con el apocalipsis total pendiendo sobre nuestras cabezas y el PP a los mandos del puesto de control. Quita, quita.

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