El informe anual del Consejo General del Poder Judicial revela una realidad persistente y alarmante: la violencia de género continúa cobrándose vidas en todo el país, con un impacto especialmente crudo en entornos rurales y familiares.
En 2024, 48 mujeres fueron asesinadas por sus parejas o exparejas en España, lo que equivale a una víctima mortal cada 7,6 días, según los datos del Informe sobre víctimas mortales de la violencia de género y doméstica del Observatorio contra la Violencia Doméstica y de Género, órgano dependiente del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ). Doce de estos crímenes —un 25%— tuvieron lugar en localidades con menos de 25.000 habitantes, una cifra que pone el foco sobre la especial vulnerabilidad de las mujeres en zonas rurales o de menor densidad poblacional.
Aunque el informe muestra un descenso sostenido de asesinatos en la última década —de una media anual de 65,9 entre 2003 y 2013 a 52,4 entre 2014 y 2024—, la presidenta del Observatorio, Esther Erice, ha recalcado que los datos del último año son "inasumibles para un país desarrollado". El hogar familiar sigue siendo el escenario más frecuente de estos crímenes: en el 76,1% de los casos, el asesinato ocurrió en una vivienda, y en el 74,3%, la víctima convivía con el agresor.
El perfil de la víctima también ha evolucionado. En 2024, la edad media fue de 44,5 años, ligeramente superior a la media de toda la serie histórica. La mitad de las mujeres asesinadas eran españolas, superando el promedio de nacionalidad española en las víctimas, que hasta ahora era del 35,8%. Entre las extranjeras, el 45% eran de América, el 29,2% de Europa y el 25% de África.
Respecto a los agresores, su edad media fue de 49 años. En el 70,8% de los casos eran mayores que sus víctimas, y el 64,6% eran de nacionalidad española. El método más común para perpetrar los asesinatos fue el uso de armas blancas, presentes en casi la mitad de los crímenes (49,9%), seguido por las armas de fuego (20,5%).
Uno de los datos más graves que se extrae del estudio es que un cuarto de los agresores se suicidaron tras cometer el asesinato, lo que complica las investigaciones y deja a las familias sin posibilidad de justicia plena. En el 66,7% de estos suicidios se utilizó un arma de fuego. La edad media de quienes se quitaron la vida fue de 53,3 años.
De las 48 mujeres asesinadas, 15 habían denunciado previamente a sus agresores. Cinco de ellas tenían medidas de alejamiento en vigor, lo que revela fallos en el sistema de protección o en su aplicación. Ocho de las víctimas convivían con su agresor en el momento del crimen. El porcentaje de víctimas extranjeras que habían presentado denuncia previa fue del 33,3%, más alto que el promedio general.
El informe también destaca un repunte trágico en la violencia vicaria, aquella que se ejerce sobre menores para dañar a la madre. Nueve menores fueron asesinados en 2024, la cifra más alta desde que se contabilizan estos casos (2013). Cinco de los seis agresores habían sido denunciados previamente, y cuatro menores convivían con su asesino. En siete de los nueve casos, el crimen ocurrió en el domicilio compartido. La mayoría de las víctimas (77,7%) eran hijos biológicos de los agresores.
En paralelo, el CGPJ también ha documentado cuatro asesinatos de hombres a manos de mujeres en el ámbito de la pareja o expareja. Desde 2009 se han registrado 121 víctimas mortales en estos contextos, la gran mayoría (84%) por parte de mujeres hacia hombres. Las víctimas de 2024 eran todas españolas, con una edad media de 44 años, y en tres casos, convivían con hijos menores.
En total, entre 2003 y 2024, 1.258 mujeres han sido asesinadas por sus parejas o exparejas en España. A esto se suman 83 víctimas colaterales, entre ellas 43 menores, en crímenes múltiples relacionados con la violencia machista.
Desde el CGPJ se ha hecho un llamamiento urgente a las mujeres que sufren maltrato y a su entorno a denunciar, confiar en las instituciones y solicitar medidas de protección. La violencia de género, subraya el informe, no da tregua y requiere una respuesta colectiva, institucional y social contundente y sostenida.